Ayer viernes confirmaron desde la Casa Blanca que el presidente Trump y su mujer Melania han contraído el coronavirus. En un vídeo emitido a través de sus redes sociales y dirigido a todo el país, el mandatario comunicó que iba a ser ingresado en el hospital para hacer un seguimiento más exhaustivo y que, aparte de fatiga y fiebre, parecía tener una buena evolución.
Según la información de los propios doctores que le tratan, Trump está recibiendo un tratamiento de anticuerpos experimental que está desarrollando la farmacéutica Regeneron, además de un cóctel de vitaminas con zinc y vitamina D, ácido acetilsalicílico y Famotidina, un antiácido para el estómago.
¿En qué consiste este tratamiento?
El cóctel en investigación REGN-COV2 desarrollado por Regeneron ha pasado ya por las fases 1, 2 y 3 de ensayo y ha sido probado en 275 pacientes, todos con Covid-19 confirmada por una prueba de laboratorio, según los datos preliminares difundidos por la compañía en un comunicado el pasado 29 de septiembre.
El tratamiento de Regeneron se está probando en pacientes de Estados Unidos. Los resultados iniciales muestran que puede reducir la carga vírica en el organismo cuando se administra al comienzo de la infección. Todavía no ha sido autorizado por la FDA, la Agencia de Medicamentos americana, aunque se utiliza de forma experimental. Al parecer, según se ha informado desde la Casa Blanca, el personal médico del presidente se ha inclinado por probar este medicamento, que podría encajar con el perfil de lo que necesita Trump.
Lo cierto es que la polémica ha acompañado al presidente de los Estados Unidos desde que comenzó la pandemia. Además de promover tratamientos no probados o científicamente cuestionables, aseguró que había tomado hidroxicloroquina con la esperanza de que pudiera prevenir la infección, un fármaco que, aunque fue aprobado por la FDA como uso de emergencia, su uso fue revocado después de concluir que los beneficios potenciales del medicamento no superaban los riesgos.
Donald Trump también defendió públicamente el uso de plasma con anticuerpos y ha presionado para qué la Agencia del Medicamento autorizase su uso, a pesar de que no hay pruebas fehacientes de que funcione. Por no hablar de la recomendación de utilizar un desinfectante como la lejía para ayudar a combatir el virus, aunque luego dijo que estaba bromeando.
Al parecer, los fármacos de Regeneron y Eli Lilly son los más avanzados en los tratamientos de anticuerpos monoclonales para combatir la COVID-19. Se fabrican identificando anticuerpos de gran efectividad para combatir las infecciones y se administran a pacientes enfermos o personas que hayan estado expuestas al virus, con la esperanza de que ayuden a estimular la respuesta inmunitaria del cuerpo frente a la infección. Los tratamientos con anticuerpos se han mostrado prometedores contra otros virus, incluido el ébola y en el caso del coronavirus están en una fase experimental, a falta de encontrar un fármaco definitivo.
Según la propia compañía Regeneron, este tratamiento que incluye dos anticuerpos, aceleró el tiempo de recuperación y redujo la cantidad de virus en las cavidades nasales de una pequeña cantidad de voluntarios en los ensayos que están llevando a cabo. En un estudio con 275 personas que fueron tratadas después de ser confirmarse su infección por el SARS-CoV-2, comprobaron que los más beneficiados eran los que no estaban produciendo sus propios anticuerpos frente a la enfermedad. Sus síntomas desaparecieron tras 6-8 días, en comparación con 13 días de los que recibieron un placebo.
El gran problema es que los anticuerpos monoclonales son difíciles y costosos de fabricar, por lo que existen dudas de que se puedan producir en suficiente cantidad para satisfacer la demanda mundial si se demuestra que funcionan.