La ansiedad se ha convertido en una auténtica epidemia en nuestra sociedad y las cifras cada vez aumentan más entre niños y jóvenes. Se calcula que alrededor de un 20% sufre trastornos de este tipo. Por eso, un equipo de expertos de la prestigiosa Universidad de Yale ha desarrollado una innovadora forma de abordar la ansiedad que consiste en un programa específico para padres. Se llama SPACE y se propone como alternativa a los tratamientos directos con los niños y adolescentes. Según los investigadores, este tipo de terapia ha demostrado ser tan eficaz como el directo con el paciente.
La publicación americana Journal of the American Academy of Childhood and Adolescent Psychiatry ha recogido los resultados de un estudio realizado con este programa. Según la publicación, uno de cada tres niños experimentará clínicamente un trastorno de ansiedad significativo antes de la edad adulta. Y a no ser que reciba algún tipo de tratamiento, se convertirá en un adulto ansioso.
Tal y como destaca Eli Lobowitz, director asociado del Programa de trastornos de la ansiedad y del estado de ánimo en el Centro de Estudios Infantiles de Yale y autor principal del estudio, “actualmente existen dos tratamientos basados en la evidencia para la ansiedad: la medicación y la terapia cognitiva conductual. Sin embargo, solo la mitad de los niños responden a estas terapias, por lo que existe una gran necesidad de tratamientos alternativos”.
Según explican los expertos de Yale, en un hogar en el que se convive con un niño con un trastorno de ansiedad severa, todo lo que se realiza en casa gira en torno a la actitud del enfermo y en ocasiones las estrategias que siguen los padres no son las adecuadas. En lugar de ayudar, acentúan el problema del niño porque no se abordan las soluciones, sino que se acomodan a lo que los hijos quieren para evitar las crisis.
Como se explica en el estudio, los investigadores escogieron a 124 niños de 7 a 14 años con trastornos de ansiedad diagnosticados y se dividieron en dos grupos. Uno de ellos para recibir terapia cognitiva conductual y otro para que sus padres llevasen a cabo 12 sesiones semanales de asesoramiento profesional. En el caso del segundo grupo, cita varios ejemplos de acciones que se llevaron a cabo. Por ejemplo, uno de los padres preocupado por la ansiedad de su hijo, le enviaba continuamente mensajes en el móvil para saber cómo se encontraba. Los terapeutas le aconsejaron mandarle solamente dos o tres mensajes al día.
Otro de los comportamientos habituales de los progenitores cuyos hijos presentaban ansiedad, por el hecho de ir a la escuela, era dejar al niño en casa para no enfrentarse a su problema. Durante la terapia les enseñaron fórmulas para afrontar con su hijo la entrada en el colegio, pero siempre con el objetivo de que no faltara a clase. Lo mismo ocurría con aquellos padres que se quedaban sin ir al trabajo porque sus hijos sufrían un trastorno severo de ansiedad por separación. En todos los casos, la terapia iba encaminada a minimizar esta actitud acomodadiza al trastorno del niño y proporcionar herramientas para la resolución de problemas.
El objetivo una vez finalizado el estudio es formar a un grupo de terapeutas para implementar este programa a una escala mayor, puesto que el nivel de satisfacción de todos los padres que participaron en el estudio fue muy alto.