Según la Organización Mundial de la Salud, la resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. Se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de estos fármacos, bacterias que pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y que son más difíciles de tratar que las no resistentes.
Tal y como denuncia la OMS, día tras día están apareciendo y propagándose en todo el planeta nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro la capacidad para tratar las enfermedades infecciosas comunes como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea o las enfermedades de transmisión alimentaria, porque los antibióticos que se utilizan para tratarlas van perdiendo eficacia.
Generalmente se vincula esta resistencia con el abuso de estos fármacos, pero un nuevo estudio sugiere que no solo se debe a esta causa, sino también a la contaminación. Los expertos que han participado en la investigación, de la Universidad de Georgia, han llevado a cabo un proceso conocido como análisis genómico mediante el cual han encontrado una fuerte correlación entre la resistencia a los antibióticos y la contaminación por metales pesados en un ambiente.
El estudio se ha llevado a cabo en el Laboratorio de Ecología del Río Savannah. Según la investigación, los suelos con metales pesados tenían un nivel más alto de huéspedes bacterianos específicos que estaban acompañados de genes resistentes a los antibióticos. En concreto, entre estos huéspedes se encontraban las bacterias Acidobacteriaoceae, Bradyrhizobium y Streptomyces, que presentaban genes resistentes a los antibióticos, conocidos como ARG, para vancomicina, bacitracina y polimixina. Los tres fármacos se utilizan para tratar infecciones en personas. La bacteria también tenía un ARG de resistencia a múltiples fármacos, un gen de defensa fuerte que puede resistir metales pesados y antibióticos. Entre los metales encontrados se encontraban el arsénico, el cobre, el cadmio y el zinc.
Según apuntan los expertos, los microorganismos desarrollan nuevas estrategias con el tiempo para protegerse. El uso excesivo de antibióticos en el medio ambiente supone una presión de selección adicional sobre los microorganismos que acelera su capacidad para resistir múltiples clases de antibióticos. Pero los antibióticos no son la única fuente de presión de selección. Al parecer, muchas bacterias poseen genes que funcionan simultáneamente en múltiples compuestos que serían tóxicos para la célula, y esto incluye metales.
Los científicos creen que es necesario realizar más investigaciones para determinar si los genes resistentes a los metales responden de la misma manera a las bacterias que los genes resistentes a los antibióticos. A diferencia de los antibióticos, los metales pesados no se degradan en el medio ambiente, por lo que pueden ejercer una presión duradera. El estudio también apunta a que investigaciones previas identificaron resistencia a los antibióticos en arroyos contaminados con metales pesados al examinar muestras de agua en el laboratorio.