Admite que se ha equivocado pero reparte las culpas con los estados miembros. En una entrevista con un reducido grupo de periodistas que más bien parecía una rueda de prensa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen ha admitido que se habría podido hacer mejor el reparto de vacunas. Primer error: "Queríamos encontrar la vacuna y olvidamos las necesidades de producción".
Y este es el reto de ahora de la Comisión "especialmente pensando en la mutación del virus" por lo cual pide una cooperación entre laboratorios. El otro error que Von der Leyen admite es "haber subestimado las complicaciones industriales y no haber sabido explicar a los ciudadanos que el proceso que empezaba iba a ser un proceso lento y con potenciales retrasos por tratarse de una experiencia completamente nueva". Pero en este aspecto comunicativo, también reparte la responsabilidad con los países que representa.
Recuerda el papel de los estados miembros
La presidenta avisa de que los gobiernos no se pueden quejar: "Desde el mes de junio hemos creado un consejo de administración en que están representados los 27 estados. No se toma ninguna decisión sin el consentimiento de todos ellos. Hablamos de un organismo que se reúne regularmente, de cinco a siete veces al mes, para debatir todos los pequeños detalles de los contratos que se están negociando. Un pequeño grupo de estados también formaba parte del equipo negociador con las compañías farmacéuticas y seguían todos los pasos".
Von der Leyen reafirma que se siente apoyada por los grandes partidos del Europarlamento, que apoyan su estrategia. Además, avisa de que ninguna crítica ha conseguido romper, hasta el momento, la unidad europea, aunque algunos gobiernos, como el húngaro, flirtean con la vacuna rusa, que no está incorporada en los contratos europeos. Sobre el no a la vacuna Sputnik V, todavía tira pelotas fuera.
Diferencias con Israel o el Reino Unido
Ante la rivalidad con que otros países, de forma individual, han confrontado la UE, Von der Leyen pide ver las diferencias: "Soy consciente de que un país puede ser un barco de competición y la UE se parece más a un petrolero. Pero esta es también su fuerza".
Y recuerda que, con este panorama, no puede imaginarse "dónde estaríamos hoy si sólo dos o tres países de la UE hubieran podido competir por las vacunas", y este es el argumento central de su defensa. La presidenta justifica las diferencias, como el Reino Unido "que ha optado por una autorización de emergencia, asumiendo la responsabilidad". O Israel, "que ha acordado entregar los datos de salud personal de los ciudadanos a empresas farmacéuticas. Nosotros no lo haríamos".