La crisis del coronavirus ha puesto sobre la mesa una de las mayores amenazas que se ciernen sobre la salud global: la zoonosis, que es el conjunto de las enfermedades o infecciones que pueden transmitirse entre animales y seres humanos. Muchas personas interactúan con animales durante su vida diaria. Por un lado, son millones los hogares en todo el mundo que tienen mascotas. Por otro, cada vez se están alterando más ecosistemas que provocan que los animales salvajes tengan más contacto con las personas. Y a esto se une la cantidad de animales que se encuentran en granjas y otros lugares similares para alimentar a la población.
El sida, el ébola, la gripe aviar, el SARS… todas estas enfermedades las transmitieron los animales y llegaron a las personas a través del contacto en trabajos, en la agricultura o en la naturaleza. Al igual que nosotros, los animales contraen también bacterias, hongos, parásitos y virus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 61 por ciento de todas las enfermedades humanas son de origen zoonótico, el 75 por ciento de las descubiertas en la última década.
Enfermedades más comunes
Entre las más habituales están la rabia, una patología que afecta al sistema nervioso de los mamíferos y que es generalmente causada por un virus que se transmite si un animal infectado muerde a una persona u otro animal; la enfermedad de Lyme, que se transmite a través de las picaduras de garrapatas. En zonas del Caribe y África son bastante comunes el dengue y la malaria, transmitidas por mosquitos, que pueden causar la muerte si no son tratadas a tiempo. La salmonella la pueden transmitir los pollos y los reptiles o los anfibios que la llevan y la infección por E. coli es causada por tocar animales infectados o manipular alimentos contaminados.
Transmisión
Cabe señalar que las enfermedades zoonóticas se transmiten entre animales y personas de diferentes maneras. Puede ser por contacto directo, lo que implica entrar en contacto con los fluidos corporales de un animal infectado, como la saliva, la sangre, la orina, el moco o las heces. Tan solo por tocar o acariciar a un animal infectado se puede producir el contagio. Hacer uso de agua contaminada o residir en un área donde viven o deambulan los animales infectados también puede ser origen de la infección. Los animales vectores –aquellos que transfieren la infección– más comunes pueden ser mosquitos, garrapatas, pulgas o piojos.
Otras veces, la zoonosis puede provenir de productos alimenticios animales contaminados, mediante una manipulación o cocción inadecuada de alimentos: leche no pasteurizada carne, huevos poco cocidos, frutas y verduras crudas contaminadas con heces de un animal infectado. También se cree que el cambio climático, el uso excesivo de antimicrobianos en la medicina y los entornos agrícolas más intensificados influyen en la tasa creciente de enfermedades zoonóticas.
Colectivos en riesgo
Las personas inmunodeprimidas son las más vulnerables. Los principales grupos de riesgo son las mujeres embarazadas, los niños, las personas que sufren de cáncer, aquellas que han sufrido el trasplante de un órgano, los diabéticos y los que sufren alguna enfermedad infecciosa.
La prevención
La mejor forma de prevenir es lavarse las manos después de manipular animales y antes de preparar alimentos. Tener cuidado al elegir una mascota y llevar a cabo los controles pertinentes. En zonas vulnerables, usar repelentes de insectos, pantalones largos y mangas, y mantenerse alejado de las áreas boscosas para prevenir las picaduras. En el hogar, hay que llevar a cabo una manipulación segura de los alimentos, asegurándose de que se cocinen adecuadamente, que las áreas de preparación estén limpias y lavando platos y ollas después de su uso. Además, es esencial conocer los diferentes tipos de enfermedades zoonóticas al viajar y tomar medidas preventivas mediante, por ejemplo, las vacunas.