Más de 200 establecimientos de los 2.000 que hay en Manresa no tienen el letrero en catalán y, por lo tanto, incumplen la Ley de política lingüística, que los obliga a tenerlo. Esta es el principal dato que recoge el estudio de la Taula per la Llengua, después de que una treintena de voluntarios hayan peinado durante dos meses las 400 calles de Manresa, uno a uno, para comprobar la rotulación de los establecimientos. El estudio también constata que la situación es especialmente grave en establecimientos nuevos que abren en la ciudad y en grandes cadenas. Los impulsores han entregado los resultados al Ayuntamiento para reclamarles que muevan ficha y supervisen la rotulación. "Tenemos la sensación que no se vela lo suficiente", lamenta Jaume Puig, de Òmnium.
La administración se ha relajado
Para Jaume Puig, representante de Òmnium Bages Moianès, este dato encaja con la percepción que tienen del "relajamiento" de las administraciones que tienen que velar por el cumplimiento de las leyes, también las que hacen referencia a las políticas lingüísticas. "La ley dice que tiene que haber un mínimo en catalán", una situación que, según Puig, eso no pasa en ciudades como Manresa. Seguramente, "no es de las peores", admite, pero cree que es un buen ámbito para tomar conciencia del trabajo que queda por hacer todavía.
El estudio pone el foco en la rotulación exterior. Se ha detectado que la mayoría de los 245 establecimientos comerciales que incumplen la ley tienen los carteles en castellano y algunos también en inglés. "Nos parece que cuando se abre un establecimiento no se insiste lo suficiente en que tienen que respetar la ley, no hay este control", señala. Y pone otro ejemplo: hay cadenas multinacionales que no utilizan el catalán. "Y eso quiere decir que nadie les ha informado y de eso nos quejamos; si antes íbamos bien, ahora estamos retrocediendo por eso hemos querido hacer esta campaña", observación.
Por eso apelan directamente al Ayuntamiento para que haga este trabajo de supervisión. Si no, alerta Puig, "el catalán pierde fuerza y los catalanohablantes tenemos que poder ejercer nuestros derechos y la administración tiene que ayudar". Las competencias de control del cumplimiento del catalán corresponderían al Consell Comarcal el Bages. Algunos ayuntamientos como Vic o Girona han pedido que sean ellos los que hagan esta supervisión y piden que Manresa también siga su ejemplo.
Puig también alerta de otra tendencia: "Mucha gente cree que hablar en castellano es una deferencia hacia muchas personas, pero si no mantenemos el catalán en todas partes existe el peligro de que la lengua se vaya minorizando". Es por eso que defiende que la rotulación es una buena manera de respetarla. En este sentido, recuerda que la ley va mucho más allá y asegura que el cliente tiene que poder ser atendido en esta lengua en todos los ámbitos, ya sea el escrito, el oral o incluso los contratos.
Montserrat Fontanet, propietaria de una tienda centenaria de Manresa, afirma que mantiene el catalán por norma general. Quedan muy lejos aquellos tiempos, recuerda, en que los clientes le decían 'háblame en cristiano que no te entiendo', pero admite que todavía hay mucho trabajo que hacer. "El catalán es una entidad propia, si perdemos la lengua lo perdemos, la lengua es el todo, la cultura, la vida, la tradición," afirma. Durante todos estos años detrás del mostrador ha visto cómo el castellano ha ido ganando terreno.
Cuando la atención al cliente pasa por delante de la lengua
Otras personas, en cambio, consideran que cuando estás de cara al público la prioridad es dar un buen servicio. Miquel Ventura, nieto de Montserrat Fontanet, es la quinta generación que lleva el negocio. "Si son personas mayores o de fuera que hablan castellano, no tengo la sensación que me lo imponen y automáticamente me paso al castellano, lo hago de forma automática", explica. Acaso, cuando tienes un establecimiento se intenta que "todo el mundo esté contento y si eso significa hablar en castellano, a veces se hace".
"Cuando estás de cara al público te tienes que adaptar"
Una opinión que también comparte Montserrat Frita, propietaria de otro establecimiento de Manresa. Asegura que hablan en catalán a los clientes y que también se pasan al castellano si el cliente lo utiliza. "Lo he hecho siempre, me lo han enseñado en casa, que cuando estás de cara al público, te tienes que adaptar," afirma. Algunas veces sí que se ha encontrado con que algún cliente pide explícitamente a otros clientes que se "acostumbren" a hablar en catalán. "Pero no es lo mismo que lo digan ellos que yo que estoy detrás del mostrador y que se puede ofender más", señala.
Esta es la primera vez que se hace un estudio de esta magnitud y los impulsores no descartan hacer otros en ámbitos como los servicios públicos que contrata el Ayuntamiento. "En el ámbito del deporte, por ejemplo, hay mucho trabajo que hacer", explica Jaume Puig.