A pesar de las lluvias de los últimos días, los embalses en Catalunya continúan en un descenso drástico, especialmente aquellos que abastecen el sistema Ter-Llobregat, que ya tienen sus reservas en una situación alarmante. En el último informe de la Agència Catalana de l'Aigua, se puede constatar que los embalses se siguen vaciando, y ya se sitúan en el 29,8% en las cuencas internas. El año pasado en este mismo periodo estaban al 24% de capacidad, y todo parece indicar que los episodios puntuales de lluvias de los últimos meses no han ayudado a paliar la sequía.
Es especialmente alarmante la situación en los embalses que abastecen a Barcelona, el área metropolitana y Girona, que se sitúan en el 31,5%, en una caída en picado desde que en junio hubieran llegado al 38,5%, y el Gobierno anunciara que dejábamos atrás la excepcionalidad. El ejemplo más claro de la bajada lo encontramos en el pantano de Sau, icono de la sequía, que superó por primera vez el 40% de su capacidad, llegando incluso al 46% el 24 de junio, cuando el 2 de marzo había llegado a estar al 1,03%, el mínimo histórico desde que el pantano se inauguró en 1962. Hoy día, Sau se encuentra en el 22,40% (37,06 hm³ de 165,26 hm³). Otro embalse afectado directamente por la falta de lluvias sostenidas es el de la Baells, que fue noticia el 20 de junio, cuando superó el 50% de su capacidad por primera vez en dos años (50,292%). Desde entonces la Baells ha bajado ya ocho puntos y ya se encuentra al 42,58%. Este descenso de las reservas de agua de las cuencas internas se ha hecho de una manera sostenida, después de un mes de julio y agosto secos, y entrados en septiembre el dato ya ha bajado un punto más. Actualmente, Catalunya se encuentra en fase de alerta por sequía, pero si la continúa en caída libre y si durante el otoño no se producen episodios de lluvia sostenida, más allá de episodios puntuales, que mejoren las reservas de los embalses, los expertos ya vaticinan que volveremos al estado de excepcionalidad.
Las medidas del nuevo Gobierno
El Gobierno prevé invertir 2.300 millones de euros hasta el 2040 en infraestructuras hídricas para que Catalunya deje de depender del agua de lluvia. De esta cantidad, ya había 1.000 millones planificados. Una de las nuevas infraestructuras que plantea el nuevo ejecutivo es una nueva desaladora, situada en la Costa Brava norte, que tendría un coste de 200 millones y que dependería de la financiación del Gobierno. Otra de las medidas implica desviar las aguas residuales del Besòs hasta el Llobregat para que allí puedan ser aprovechadas mientras no adelantan|avanzan las potabilizadoras del Besòs.