Actualmente, en casi todas las cocinas es común encontrar al menos algún utensilio de cocina de color negro y de plástico: desde las tradicionales espumaderas, hasta pinzas y cucharones. Durante los últimos años estos utensilios se han popularizado por su versatilidad y su bajo precio. Además, también son los preferidos para cocinar con sartenes antiadherentes porque no estropean su superficie, así como para cocinar a altas temperaturas, ya que este plástico no se puede fundir hasta superar los 220 °C, todo y que, en más de una ocasión habremos sido testigos que pueden fundirse cuando, por ejemplo, los dejas olvidados sobre una sartén caliente.
Sin embargo, detrás de esta practicidad se esconden riesgos que pueden afectar a la salud. El problema principal de estos utensilios radica en la presencia de sustancias tóxicas como los retardantes de llama —sustancias químicas que previenen o retrasan los fuegos— y los organofosforados, químicos utilizados para prevenir incendios en productos electrónicos, pero que ahora se encuentran en materiales reciclados, como los utensilios de cocina. Un estudio publicado en la revista Chemosphere, apunta que algunos de estos tóxicos se están filtrando en los utensilios de cocina de plástico negro a través del reciclaje de plásticos contaminantes.
Riesgo perjudicial a la salud
La investigación ha sido dirigida por científicos de Toxic-Free Future y Vrije Universiteit Amsterdam, y la hicieron a través de pruebas en 20 productos comercializados en Estados Unidos con elevados niveles de bromo, que puede ser indicador de retardantes de llama espumados, los BFR). Entre los utensilios analizados en el estudio había vajillas, utensilios de cocina y juguetes y, en un 85% de los casos, los resultados indicaron la presencia en niveles altos de estas sustancias químicas, que pueden provocar cáncer y alteraciones hormonales. Los niveles más altos se detectaron en una espátula, una bandeja de sushi y un collar de abalorios. Artículos en los cuales la presencia de este material puede suponer un riesgo para la salud.
Los retardantes de llama son sustancias químicas añadidas a plásticos, textiles y espumas con la finalidad de reducir su inflamabilidad y retrasar la propagación del fuego. En los plásticos, estos elementos se incorporan durante la fabricación del material, o mediante aditivos que se mezclan con el polímero o trabara de procesos químicos que los integran estructuralmente. Su principal función es inhibir o ralentizar el proceso de combustión al intervenir en las reacciones químicas que permiten la propagación de las llamas. Existen varios mecanismos por los cuales los retardantes actúan en los plásticos. Los bromatos y organofosforats, entre los cuales destacan compuestos como el decabromodifenil éter y el tetrabromobisfenol, son conocidos por sus efectos nocivos. La preocupación es, principalmente, porque estos plásticos reciclados pueden liberar estas sustancias cuando entran en contacto con los alimentos, y especialmente si se exponen a altas temperaturas.
Recomendaciones sanitarias
La coautora del estudio y directora de ciencia y políticas de Toxic-Free Future, afirmó en un comunicado que estos productos "químicos cancerígenos no tendrían que utilizarse", ni en productos electrónicos de plástico, ya que da lugar a exposiciones tóxicas "inesperadas e innecesarias".
El estudio también pone énfasis en la importancia de deshacerse de estos utensilios si presentan señales de desgaste, ya que su deterioro incrementa la liberación de toxinas. Recalentar los alimentos en recipientes de plástico negro eleva todavía más el riesgo. Para reducir el riesgo de estos materiales, los especialistas aconsejan un cambio de hábitos en el hogar. La elección de materiales más seguros para cocinar no solo protege la salud, sino que también prevé la exposición prolongada a estos compuestos tóxicos. Sustituir estos utensilios es un paso principal.