Cuando por fin los equipos de rescate sacan el cuerpo sin vida del edificio hundido, las decenas de vecinos que esperaban en la puerta entonan una oración al unísono. "Allahu akbar", Alá es grande, llamaban en una de las calles más destruido de las montañas, a la calle Sidihasin, donde según el vecindario han muerto unas 30 personas, en el municipio de Amizmiz.

El retraso de las autoridades

Horas después, una ambulancia circulaba por las mismas calles después de haber rescatado a un hombre vive de entre los escombros. Con los ojos encendidos de rabia, el Mehdi, de 19 años, explica que las autoridades no han llegado hasta este domingo, aunque el pueblo se encuentra a solo una hora de Marrakech. Aquí no vino nadie, fuimos nosotros que la misma noche del terremoto rescatamos las personas de bajo los escombros. Con picos y nuestras propias manos" dice el joven, que tiene la familia en el campamento improvisado.

Otro joven, el Houssini, tiene un ojal en la cabeza y otro en el ojo, después de que le cayeran piedras mientras ayudaba a recoger los cuerpos. Cuando le preguntamos al Houssini si ha ido al hospital, ríe con ironía: ¿"En qué hospital? Para ir al hospital tendríamos que ir hasta Marrakech, aquí solo hay un pequeño centro sanitario colapsado".

A pocos metros de allí, otra calle se encuentra totalmente destruida, y en una de las casas con la fachada hundida se pueden ver los muebles y una televisión antigua. Por allí pasa una mujer de mediana edad con unos cojines que lleva hacia el campamento donde pasará la noche. Llora cuando explica que ha perdido a su hermana, su cuñada y su sobrina pequeña en el terremoto.

La tragedia de haber perdido a alguien amado

En la barriada de Amadel, en Amizmiz, es imposible encontrar a alguien que no haya perdido a algún familiar o amigo o conocido. Las noticias y los vídeos de redes hacen que la gente sepa que es una de las zonas más devastadas, y el centro de la ciudad queda colapsado por coches de particulares, y de alguna ONG, en que vienen a llevar comida a los refugiados. Vienen sobre todo de Marrakech, pero también de otros puntos más lejanos como Casablanca o Rabat. Muchos son coches de alta gama, varios Porsches Cayenne, BMW o Mercedes que contrastan con la precariedad y la pobreza del Alto Atlas.

Pero ni mucho menos todos lo son, de ricos. Cinco jóvenes de unos 18 años que han venido en moto desde Marrakech hacen fotografías de una villa próxima a Amizmiz, también destruida. Han venido a traer ayuda, dicen, con sus motos, a pesar de las limitaciones de espacio. "Los musulmanes somos solidarios, somos como hermanos, todos nos ayudamos", decía uno de ellos. Amizmiz es también el municipio escogido por Bomberos Unidos, ONG andaluza, para operar con su equipo de perros para buscar personas vivas.

Terremoto Marruecos / Germán Aranda

Las villas más golpeadas por los terremotos

Las villas del entorno de Amizmiz, a 50 kilómetros del epicentro del terremoto y a 59 de Marrakech, son las más golpeadas por el terremoto. Están en la provincia de Al-Houza, que contabiliza 1.351 de las 2.122 muertes hasta ahora registradas por el peor terremoto de la historia del país, que el pasado viernes sacudió la tierra con una potencia de 6,8 sobre la escala de Richter.

Los supervivientes, mientras lloran las pérdidas, aguantan en las tiendas de campaña a la espera de ayudas del gobierno que no llegan en la misma dimensión a todos los puntos. También esperan que las autoridades arreglen sus hogares destruidos o que les digan hacia dónde ir o qué hacer.