"Disparó sin ton ni son", así ha justificado Marc Caparrós, quien era en aquel momento el jefe de los antidisturbios, el disparo en el Passeig de Gràcia con ronda Sant Pere. "Normalmente un cabo te dice hacia dónde tienes que disparar", y según Caparrós, una vez analizadas las imágenes, este hecho no se dio. Nadie ordenó al agente disparar el proyectil.
El testigo del jefe de la BRIMO en el juicio ha puesto sobre la mesa el descontrol que hubo, tanto en el momento de los hechos como en la investigación. Todo se basó en el testigo de los mismos agentes y "nos dimos cuenta que en las informaciones que se habían dado había una serie de agentes que no habían dicho la verdad", ha dicho el mando.
"La única información que teníamos era la información de los agentes y las imágenes", y admite que "alguien había hecho cosas y no las había comunicado", ha concluido.
De 640 salvas a 35
El jefe de los antidisturbios ha admitido que la investigación para aclarar los hechos "fue compleja" porque la única información que tenian era la que les habían "dado los que participaron" en la operación de dispersión.
Marc Caparrós ha expuesto que "sabía que toda la información que nos pasaron no era todo lo que había ocurrido", y que por lo tanto había agentes que estaban mintiendo.
Para hacer el recuento de las salvas que se tiraron, hablaron con cada uno de los antidisturbios escopeteros. Según el jefe de la BRIMO, se habrían lanzando 640 salvas, pero los agentes sólo admiten 35.
Eso hizo que se repensaran si ponían el dato en el informe que se tenía que entregar al juez.