El antiguo campamento militar de Castillejos, en el Baix Camp, acumula dos décadas de abandono y el futuro sobre sus 645 hectáreas sigue siendo incierto. El Incasòl, que lo adquirió el año 2003, ha derribado las edificaciones ruinosas sin expectativa de uso a futuro. Montones de escombros y viejas instalaciones son los vestigios que quedan de la antigua base militar en medio de una vegetación que lentamente va ganando terreno. Todas las propuestas para rehabilitar la finca han quedado en papel mojado. Mientras el Incasòl quiere proteger el espacio y ha redactado un plan de ordenación forestal que prevé la absorción de los escombros y la reparación de las cubiertas de unos pabellones todavía de pie, los municipios del entorno ven la declaración de parque natural como única solución viable.
Según el Incasòl, el objetivo es el de proteger y mejorar este espacio natural. En este sentido, el Incasòl y el Departamento de Territorio y Sostenibilidad han redactado un plan de ordenación forestal que está pendiente del estudio de la evaluación de impacto ambiental. Este estudio está en tramitación, pero ha quedado un tiempo parado a causa del confinamiento.
El plan de ordenación forestal incluye un proyecto de restauración de caminos que se acaba de redactar. Para la mejora de los caminos se prevé la absorción de los escombros de los derribos que se han hecho dentro del antiguo cuartel militar, abandonado desde el año 2000. Desde el Incasòl también está previsto rehacer la cubierta de aquellas naves que están en situación precaria.
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Frente común del territorio
Los proyectos planteados sobre las 645 hectáreas son diversos, pero el territorio hace frente común para incorporar la finca al futuro parque natural de las Montanyes de Prades. Buena parte del antiguo campamento pertenece al término de Arbolí. "Ahora que estamos reactivando todo el tema de la declaración de parque natural, sería necesario incluir Castillejos y gestionarlo bien, como un equipamiento del parque natural o cualquier actividad vinculada con la naturaleza", afirma a la ACN a la alcaldesa de Arbolí, Magda Seriol.
Seriol lamenta que en su momento se dejó perder este espacio y que ahora rehabilitarlo supondrá una inversión muy costosa. Con Castillejos y con el parque natural, opina que se ha ido a paso demasiado lento. Es por eso que los alcaldes de la zona reclaman a la Generalitat que se apresure a retirar los escombros y actúe, sin dejar pasar más tiempo. Toda la parte edificada -y también la derribada- de la antigua base militar se encuentra dentro de Arbolí, si bien la finca se extiende por tres términos más: la Febró, Vilaplana y Alforja.
El alcalde de la Febró, Juan Carlos Santos, recuerda que, cuando hacía al servicio militar, le tocaba subir a Castillejos a hacer maniobras. Eso hace treinta y ocho años y no había vuelto a entrar nunca más. Ahora, presenciándolo de nuevo, le choca ver la severa degradación del espacio. Pero aplaude que ahora se reme en la misma dirección. "No sabemos el uso que le tenemos que dar, pero todos miramos por el territorio y que sea cuidadoso con el medio ambiente, al menos ya no hay problemas de comunicación, ahora estamos todos de acuerdo", afirma Santos.
Material bélico abandonado, senderismo y fiestas 'rave'
"En Vilaplana nos afecta a las hectáreas del campo de tiro, valladas para impedir el acceso y con posibles restos de contaminación de proyectiles, que no se ha acabado de limpiar y se tendría que dejar en condiciones para que la gente pueda transitar sin ningún riesgo," se queja el alcalde Josep Bigorra. Finalmente, a Alforja sólo pertenecen las antiguas garitas de vigilancia, a ambos lados de la carretera de acceso al campamento, donde una gran barrera impide el acceso rodado, pero se puede sortear fácilmente a pie.
De hecho, se trata de un entorno frecuentado por excursionistas, buscadores de setas y amantes de los deportes de aventura, como el parapente, por su situación privilegiada, encima de una meseta. A pesar de ser un espacio natural protegido, dentro del antiguo cuartel militar se acumulan los escombros. Hay decenas de pilas de construcciones derribadas por la Generalitat, por el peligro de hundimiento que presentaban. En las que todavía siguen derechas, hay vallas y señales donde se advierte del peligro y prohíbe el paso dentro de las edificaciones.
Los únicos edificios que se mantienen derechos son el antiguo salón de actos, el castillo del patio de armas, ocho pabellones y una gran piscina. La celebración en el 2002 de una multitudinaria fiesta 'rave' hizo reaccionar las autoridades, que empezaron a tapiar edificios y derribar los que estaban en peores condiciones. El edificio del salón de actos -el único de dos plantas- fue tapiado, pero han hecho agujeros para acceder. En el interior del edificio, en pésimo estado, hay pintadas de una fiesta de música electrónica del 2009.
Medio siglo de historia
El campamento se inauguró en el año 1951. Durante veintidós años albergó el centro de formación de oficiales y suboficiales, las llamadas milicias universitarias, aunque a partir de 1972 las instalaciones se convirtieron en un campo de tiro y de prácticas. A pleno rendimiento había llegado a tener cerca de 5.000 militares. El ejército desmanteló la instalación el año 2000 y casi tres años después, se cerró la compraventa de la Generalitat con el Ministerio de Defensa, después de un largo toma y daca entre administraciones.