Ya han pasado seis años de aquel 20 de agosto de 2018, el día en que el terrorismo volvió a golpear en casa. Por suerte, es un episodio menos recordado que el atentado yihadista de agosto de 2017, ya que no dejó ninguna víctima inocente. La madrugada de aquel día, Abdelouahab Taib, un hombre argelino, entró armado con cuchillos en la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Cornellà. Llamó al timbre y una agente que se encontraba en el interior le abrió. Cuando estuvo cerca de ella, y tras gritar “Allahu Akbar”, sacó el arma blanca e intentó atacarla. La sangre fría de esta agente, que ahora ha roto el silencio por primera vez, evitó una tragedia. Abrió fuego con su arma reglamentaria y abatió al terrorista. Impidió que el yihadista accediera a la zona restringida de la comisaría e hiriera a varios agentes que estaban preparando el cambio de turno. Habría sido una desgracia. Pero la policía, Marga, respondió a la perfección y neutralizó la amenaza. Salvó su vida y la de sus compañeros. Abdelouahab Taib cayó al suelo y murió.
La agente cumplió con el protocolo y pudo abatir al terrorista, pero un juzgado de Cornellà abrió diligencias para aclarar los hechos y fue citada a declarar como investigada. Finalmente, quedó libre de cualquier cargo y se confirmó que había actuado de forma correcta. Aun así, no se ahorró el mal trago de tener que recordar los hechos de aquella madrugada y de declarar ante la Fiscalía, acompañada de un abogado y en calidad de investigada. En la conversación que ha tenido con el diario El País, la agente recuerda también que no recibió el apoyo que esperaba por parte del cuerpo de los Mossos d’Esquadra ni de la Generalitat de Catalunya. En el caso del Govern, por la forma en que se gestionó la indemnización que le correspondía. Y en el caso de la policía, por cómo los Mossos gestionaron la protección de sus datos para evitar que acabaran en manos de los terroristas.
Buscada por Argelia
Todos los agentes tienen un número personal que los asocia a su identidad, el TIP. En investigaciones comprometidas, como podría ser esta —la de un atentado terrorista—, los números TIP deben ser sustituidos por un número Astor, un identificador de la Comissaria General d’Informació, imposible de rastrear y asociar a un agente concreto. Aunque esto se debería haber aplicado, durante la instrucción de este atentado la agente fue identificada con su número TIP, un número asociado de forma permanente a sus datos personales.
En 2019, un año después de los hechos, supo que Argelia había pedido al juzgado de Cornellà información sobre el caso de la comisaría y sobre cómo se había abatido a su compatriota, el terrorista Abdelouahab Taib, y que el delito por el cual se podría investigar a la autora tenía asociado la pena de muerte, tal como ha explicado José Antonio Bitos, abogado de la agente, a ElNacional.cat. Aunque el juez que asumió el caso aseguró que no facilitaría ninguna información a las autoridades argelinas, el caso ya estaba en manos de la Audiencia Nacional. Sabía que, si conseguían identificarla —debido a la falta de protección de su identidad—, podría ser localizada e incluso condenada a muerte según la legislación de su país de origen. En la misma entrevista, explica que tuvo miedo y que volvió a reclamar que se borrara cualquier rastro de su TIP, pero no lo ha conseguido. Los Mossos sí le ofrecieron protección policial con escoltas del cuerpo, pero ella lo declinó. No ha recibido nunca ninguna respuesta de Argelia sobre si el proceso contra ella ha sido archivado, recuerda Bitos.
Investigación del atentado
Abdelouahab Taib vivía a pocas calles de la comisaría y, cuando agentes del Grup Especial d’Intervenció (GEI) asaltaron su casa, encontraron propaganda y material yihadista. La investigación, que asumió la Audiencia Nacional española —como todos los casos de terrorismo—, concluyó que el hombre se había radicalizado consumiendo material en internet. Después de que su pareja descubriera que era homosexual, quiso redimirse de este “pecado” cometiendo un ataque contra la policía, sabiendo que moriría. Se trata de lo que en el ámbito policial se conoce como “suicidio por policía”.
La policía que aquella noche trabajaba en la puerta de la comisaría de Cornellà estuvo varios meses de baja, pero finalmente se reincorporó al servicio. Lo hizo en el mismo lugar, el mismo donde tuvo que abatir al terrorista. Lo hizo sola, sabiendo que solo ella podía enfrentarse al miedo. Y lo hizo. El apoyo de su familia de sangre y de su familia de trabajo, el escamot, la han ayudado a seguir adelante. Le quedan casi 18 años de servicio antes de jubilarse. Siempre podrá explicar que, si bien la administración no estuvo a la altura, ella sí cumplió con la sociedad, haciendo lo que tenía que hacer: evitar una tragedia y eliminar a un terrorista.