El atún rojo es la nave insignia del sushi. Aunque esta comida tradicional japonesa se prepara con otros pescados, este es el rey. Tanto es así que el año 2019 un magnate del sushi pagó 3,1 millones de dólares por un atún rojo en una subasta en Tokio, convirtiéndose en el pez más caro nunca vendido. Esta devoción por su sabor hace que a lo largo de la historia la especie se ha visto amenazada por la sobrepesca. A pesar de que en los últimos años el atún rojo se ha sobrepuesto a esta amenaza humana, ahora, afronta una nueva: el cambio climático.
Según recoge la BBC, los últimos estudios apuntan que el atún rojo es muy sensible a los cambios de temperatura, los cuales afectan a su metabolismo, sus hábitos de cría y alimentación. Siendo al fin y al cabo grave para la supervivencia de la especie. A todo esto se le tiene que sumar que una disminución, en el peor de los casos, la desaparición del atún rojo generaría un efecto dominó a su ecosistema que afectaría negativamente a otras especies.
Migrando al norte
A medida que aumentan las temperaturas del océano, el atún rojo se mueve hacia aguas más frías. Un estudio reciente del Servicio Nacional de Pesca Marina britànico ha encontrado que las poblaciones atún rojo del Atlántico se está moviendo hacia el norte, hacia las aguas de la costa de Massachusetts, a una velocidad de 4-10 km. Científicos irlandeses descubrieron que el año 2019 que algunos especímenes de los atunes mayores, las aleta roja gigante del Atlántico, adaptaron sus rutas migratorias hacia zonas más frías.
"Estamos viendo atún rojo alimentandose en zonas inusuales, por ejemplo en el mar del Norte, en torno a Escandinavia e Islandia. Ya estamos viendo cambios en los patrones migratorios", ha declarado en la cadena británica Alessandro Buzzi, director de proyectos de pesca de WWF especializado en la pesca de atún.
Dificultades en criar
También preocupa como impactará el calentamiento global y, en concreto, de los mares y océanos, en los procesos de reproducción de estos animales. Por ejemplo, los atunes del Atlántico, se acercan a en junio y en julio el mar Mediterráneo por desovar. Sin embargo, justamente, el Mediterráneo es uno de los puntos más afectados por el cambio climático antropogénico, cosa que se traduce en sus aguas ya se acercan a temperaturas tropicales a los veranos.
En este contexto, se espera que el atún rojo traslade sus zonas para criar lejos del Mediterráneo, potencialmente hacia el golfo de Bizcaya. Sin embargo, la migración no acaba con los posibles problemas de supervivencia de la especie. La preocupación es que el atún más joven pueda acabar como captura accidental en las pesquerías de anchoa y sardina establecidas en el golfo de Bizcaya. Hecho que puede ser muy duro para la supervivencia de la especie.
Este ejemplo centrado en el Atlántico y el Mediterráneo se extiende por todos los mares y océanos donde habiten estas especies, donde la temperatura tampoco deja de subir.