Son las once y media de la mañana, cae un sol de justicia y los primeros turistas empiezan a llegar al Port Vell. Ya hay una cincuentena de manteros concentrados en tan sólo 200 metros, los que separan la Feria de Artesanos del paseo Joan de Borbó, el tramo donde hay los restaurantes que rodean el Museu d'Història de Catalunya.
A lo largo de la mañana, la cifra de vendedores ambulante ilegales no para de crecer y decenas de manteros que bajan a la parada de metro de la Barceloneta se colocan a lo largo del paseo; a las dos del mediodía ya son 200 y nadie diría que el martes por la tarde una operación policial conjunta entre la policía portuaria y los Mossos d'Esquadra intentó poner fin a su presencia. De nada sirvió, al cabo de unos minutos volvían a ocupar las aceras y esta mañana nadie recordaba ya la actuación de los agentes. "Sólo queremos trabajar y ganarnos la vida. Dejadnos en paz", dicen.
"Las operaciones policiales son un paripé"
El paseo de los manteros está junto a la Feria de Artesanos. Una pancarta donde se puede leer "Basta venta ilegal" separa los dos ambientes: el ilegal y el legal.
Ángeles García es una de las feriantes que está harta de la presencia de los manteros y de la inacción del gobierno municipal. "Sí, ayer vino la policía, pero es sólo un paripé porque al cabo de 10 minutos ya vuelven a estar". Es muy crítica con la alcaldesa Ada Colau, a quien acusa de vivir en una "otra realidad": "Cuando oigo a la Colau diciendo que en Barcelona no está autorizada la venta ambulante ilegal y que no se permitirá ningún espacio de impunidad pienso: ¡apaga y vámonos!".
La oposición tampoco se salva de las críticas: "Estos tampoco hacen nada", dice. Opinión que comparten el resto de feriantes que al mismo tiempo remarcan que no tienen ningún problema con los manteros, el problema es con el "sistema": "Nosotros pagamos impuestos y unos autónomos. Es competencia desleal", dicen.
Están hartos de oír que unos y otros venden productos diferentes, que el tipo de cliente es distinto: "A mí me compran turistas que vienen cargados con zapatillas deportivas y bolsos de mano falsos", asegura una feriante de bisutería.
El presidente de la Asociación de Artesanos de Palau de Mar, Eduard Oriol, afirma que en los últimos tres años, desde que Colau es alcaldesa, la situación se ha agravado. Nos quiere hacer creer que es un problema social, y con esta excusa cada vez hay más". La entidad agrupa 21 paradas de artesanía y explica que hay dos que terminan porque es insostenible. Una de ellas vende abanicos pintados a mano pero unos metros más allá un vendedor ilegal también vende por sólo un euro.
Mientras explican su caso, el paseo es un goteo constante de manteros cargados con maletas que se instalan a lo largo de todo el arcén. Lo hacen ante la atenta mirada de dos agentes de la Guardia Urbana que tienen como única misión "velar para que los vendedores ilegales no entorpezcan la venta de los artesanos". "Hay días que hemos contado hasta 1.000", aseguran.
Los manteros continúan inamovibles en el paseo Joan de Borbó y en el vestíbulo de Plaça Catalunya. Eso, aunque desde el 2016, el gobierno catalán, el español, los ayuntamientos de varias localidades, los Mossos d'Esquadra, la policía local, la policía portuaria y el síndic de greuges, Rafel Ribó, se reúnen periódicamente para abordar esta cuestión. El último encuentro, que se celebró la semana pasada, tampoco aportó ninguna solución. Ribó alertó de la persistencia del problema y Barcelona trasladó la solución al gobierno español pidiendo nuevamente permisos de trabajo temporal para los inmigrantes. El gobierno municipal se felicitó de haber conseguido que 130 personas hayan encontrado un trabajo gracias a políticas cooperativistas.
El mes pasado, la alcaldesa Ada Colau intentó sacar adelante una declaración institucional de condena a la venta ambulante ilegal que no llegó al plenario por falta de consensos. Tampoco lo hizo la propuesta de los grupos de la oposición. No es extraño, pues, que en la ciudad la Plataforma de Afectados por la venta ambulante ilegal, que agrupa 40 entidades, esté literalmente irritada con el Ayuntamiento de la ciudad.