Los jóvenes de entre 14 y 24 años son el segmento de población que lee más en el Estado español, según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libro 2018. Y la mayoría de los lectores adultos consultados (67,3%) considera que su afición por la lectura empezó cuando tenía 15 años. Ahora bien, la manera como los adolescentes descubren nuevos libros va cambiando y los booktubers, por medio de las reseñas que hacen de libros a YouTube, fomentan la lectura entre los jóvenes, según el estudio ¿Cómo leemos en la sociedad digital? Lectoras, booktubers y prosumidores.
Esta influencia de los booktubers (también conocidos como bibliotubers) sobre los jóvenes lectores también se muestra en la encuesta a alumnos de entre 12 y 17 años hecha por Georgina Bergé en su trabajo de fin de máster de Edición Digital de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Todavía que llevada a cabo con una muestra reducida, un 40% de los jóvenes encuestados afirma saber qué es un booktuber. Entre este grupo de conocedores del fenómeno, un 60% afirma saber el nombre de algún booktuber, mientras que los seguidores de algún canal son el 40%.
"Una minoría de jóvenes lectores ha descubierto la posibilidad de convertir los canales digitales en un altavoz muy potente para compartir sus inquietudes y ampliar, gracias a ellos, la dimensión social de la lectura. El lenguaje y las virtudes del medio (muy atractivas para los jóvenes) sin ningún tipo de duda pueden contribuir a ampliar la comunidad de jóvenes lectores", opina Jordi Llobet, profesor colaborador del máster de Edición Digital de la UOC.
Detrás del éxito de los booktubers está la naturalidad delante de la cámara, el lenguaje directo y exento de tecnicismos o el entusiasmo con que comunican sus opiniones sobre lo que leen. En todo eso hay que añadir "una comprensión de los códigos, los lenguajes, los medios, las herramientas y los entornos de los nativos digitales", enumera Nicole Etchevers, profesora colaboradora del máster de Edición Digital de la UOC y responsable de proyectos digitales de Herder Editorial.
"Son jóvenes que hablan a otros jóvenes con el mismo lenguaje y explotando hábilmente las virtudes digitales", resume Jordi Llobet. "Sólo tienen un reto: se hacen mayores".
¿Los booktubers están al servicio de las editoriales?
Mientras pasa eso, los booktubers aglutinan en torno a sus canales comunidades con una media de 30.000 suscriptores (algunos, como la mexicana Raiza Revelles, superan el millón y medio), cosa que ha llamado la atención del sector editorial. De hecho, según datos de Amazon, después de una reseña positiva de estos jóvenes en YouTube, las ventas de un libro pueden aumentar un 20%.
"La proximidad que muestran en las pantallas ha sido valorada por las editoriales, que los tienen en cuenta en acontecimientos, a la vez que les envían las últimas novedades editadas con el propósito que las recomienden a su canal", recoge a Georgina Bergé Via en su trabajo de fin de máster ¿Qué leen los jóvenes? Los booktubers como prescriptoras de la literatura juvenil.
Así, el fenómeno booktuber es para las editoriales lo mismo que los llamados influencers son para numerosas marcas de moda, tecnología o cosmética; en los dos casos, las empresas han encontrado en los prescriptores correspondientes un gran escaparate en que pueden visibilizar los productos. Ahora bien, "como más evidente sea esta alianza, menor será la capacidad de influencia de los booktubers" —prevé Jordi Llobet-, "ya que esta evidencia puede poner en duda algunos de los valores centrales de su papel. La imparcialidad, la autenticidad, la independencia o el espíritu crítico son virtudes que pueden atraer a un público joven, 'rebelde', y que pueden peligrar al constatar determinadas servidumbres comerciales".
Nicole Etchevers coincide: "Hay que ir con cuidado con el uso que se hace de estas alianzas para no disminuir la credibilidad. Las editoriales tendrían que dar apoyo y dar voz a los jóvenes que tienen alguna cosa real para aportar a sus libros, y asimismo, los booktubers tendrían que poder discriminar los libros que destacan por algún motivo del resto, independientemente del género a que correspondan".
"No sirve de nada" —advierte— "hacer un unboxing ['desempaquetadura de productos'] para mostrar la última novedad que ha enviado la editorial de turno y que no se aporte ningún valor añadido a esta presentación que no sea describir esta novedad de manera sucinta por los colores, las páginas o las cubiertas. El complemento crítico tiene que tener un rasgo más profundo y no se tiene que mantener simplemente en el exterior o superficial".
Por lo tanto, igual que en cualquier otro sector, se tiene que reconocer y separar la calidad de la cantidad; no todos los booktubers que pasan de los millares (o centenares de miles) de seguidores son necesariamente buenos prescriptores. Se tiene que dar voz a los que lo hacen bien, no al fenómeno en general".
¿Los booktubers tienen que ser buenos críticos literarios?
Seis de cada diez lectores de catorce años o más buscan información o recomendaciones sobre nuevas lecturas antes de leer un libro, según el Barómetro sobre hábitos de lectura y compra de libros en España 2018. El 53,3% lo hace por medio de amigos y familiares. El segundo recurso más utilizado es la prescripción en línea, con un 31,1% y muy adelante respecto de la fuente de información siguiente, que son las reseñas de diarios (10,6%). La prescripción en línea agrupa, a su vez, varios canales que van desde las webs y los blogs específicos de literatura hasta las opiniones publicadas en redes sociales o foros y las que hacen los booktubers.
Ante esta variedad de opciones para encontrar recomendaciones literarias, llama la atención las críticas que hay en torno a los booktubers.
"Valga como ejemplo lo que pasó en la mesa redonda del III Congreso del Libro Electrónico dedicada a los autores y booktubers en que participaban Xavi Narro, Uka y Javier Ruescas" —recoge el informe ¿Cómo leemos en la sociedad digital? "En los minutos finales, una asistente criticó el trabajo que hacían argumentando que sus recomendaciones no seguían criterios filológicos y otra les preguntó por la responsabilidad ética como prescriptores de un público en plena formación literaria, los adolescentes que los seguían".
"Diría que es un enfoque equivocado" –opina Nicole Etchevers–, "ya que no se puede pretender que estos jóvenes desarrollen un trabajo filológico de cada obra, sino que hablen y difundan desde su conocimiento, perspectiva y experiencia, pero sobre todo con sus lenguajes y códigos, sobre lo que les ha gustado, llamado la atención o apasionado. De hecho, el criterio filológico tampoco se pide a muchos prescriptores y reseñadores de papel", considera la profesora colaboradora de la UOC.
Para Nicole Etchevers, "en resumen, no importa qué criterios sigan, sino que sus argumentos aporten un valor añadido. La crítica a este fenómeno viene desde las generaciones más mayores y anteriores a los millennials, que por más que hayamos asimilado los cambios digitales, no hemos nacido. No obstante, nuestra experiencia tiene que ayudar a estos jóvenes a crear un camino válido que sirva de fundamento para construir alguna cosa nueva y diferente, pero, a su vez, sólida y que no se diluya en la vorágine líquida, difusa y eternamente cambiando de los tiempos modernos", opina.
"Reanudamos una discusión eterna del mundo analógico, trasladada ahora al terreno digital. Desde el punto de vista filológico, estas críticas tienen toda la razón y estoy seguro de que las admiten los mismos booktubers; dudo de que pretendan convertirse en críticos literarios y que esta sea una de sus aspiraciones. ¿No obstante, con la perspectiva del fomento de la lectura, quién puede cuestionar su papel como dinamizadores de la comunidad lectora en el entorno digital"?, añade Jordi Llobet.
Los booktubers también llegan a la aulas
La Unión Europea, en el marco de la estrategia Europa 2020, establece la necesidad por parte de los alumnos de adquirir objetivos educativos relacionados con la capacidad comunicativa, lingüística, audiovisual y digital. "Todas estas capacidades se trabajan de manera transversal al utilizar el recurso de crear o visualizar los videoblogs o booktubes dentro del aula", recopilación Georgina Bergé en el trabajo de fin de máster de la UOC.
Por eso, si el mundo editorial ha sido el primero a detectar las posibilidades que estos jóvenes ofrecen como dinamizadores de la lectura, ahora es el momento del sector educativo. Según el trabajo de Bergé: "Autores especializados en el ámbito docente como Gemma Lluch, José Rovira, Agnès Toda, entre otros, recomiendan utilizar estos videoblogs, con los cuales, si se elaboran ejercicios guiados por el profesor, no sólo se asegura incluir la competencia digital en las programaciones didácticas, sino que también pueden ayudar a hacer que los alumnos muestren interés por la literatura, una cosa que al profesor le cuesta mucho esfuerzo conseguir".
"Las estadísticas hablan por sí solas" —comenta Nicole Etchevers— y es una realidad que el público juvenil no es el más lector de libros tradicionales. No obstante, es importante abrir la perspectiva de que, hoy día, el contenido que se consume no es necesariamente el libro imprimido sobre un formato papel, sino que puede ser leído en digital, en múltiples soportes diferentes, mirado o escuchado. Es importante ampliar la perspectiva e incluir los otros formatos en que los jóvenes consumen contenidos actualmente".
Ahora bien, "qué tipo de contenidos se crean y se consumen entre los jóvenes es para mí el quid de la cuestión", afirma Nicole Etchevers. "Para eso, se tiene que trabajar conjuntamente desde el sector público y el privado en educación, es decir, con gobiernos, ciudades, escuelas y entornos familiares para crear contenidos (libros, series, música, películas, programas de televisión, podcasts, etc.) con ideas y temas que contribuyan al desarrollo de adultos, ciudadanos y, al fin y al cabo, personas más conscientes, éticas, responsables y solidarias".
"Sin ningún tipo de duda, tanto la familia como la escuela tienen la responsabilidad y tienen que incentivar el gusto por la lectura, aunque no solamente es responsabilidad suya. El valor simbólico y el papel que nuestra sociedad otorgue al acto de leer será también decisivo para consolidar la pervivencia entre los jóvenes lectores", concluye el profesor colaborador de la UOC Jordi Llobet.