Cuando termina el verano y vuelve la rutina y el trabajo todo se nos hace cuesta arriba. Nos cuesta madrugar, descansamos menos y nos sentimos más irascibles. Quizás por eso otoño es considerada la break up season, la estación del año en la que las crisis de pareja van en aumento... ¡Y muchas terminan en ruptura!
Los tres meses de otoño son la época del año donde los psicólogos y terapeutas de pareja empiezan a recibir más clientes. Tal como explica el psicólogo especialista en vínculos Sebastián Girona: “En julio y agosto las parejas están sobreexpuestas, pasando más tiempo juntos, lo que es positivo si la pareja se encuentra en un buen momento, pero cuando no es así es cuando afloran los problemas. Y todavía más desde el confinamiento”.
El año pasado, el número de demandas de separación y divorcios aumentaron en el tercer trimestre un 16,6% respecto al año anterior, según el Consejo General del Poder Judicial.
La vuelta a la rutina puede generar conflictos
Si ya es difícil volver a la rutina después de pasar unas buenas vacaciones, lo es todavía más cuando los meses de descanso no han sido como esperábamos. ¿Y qué pasa cuando volvemos al día a día si no estamos ya en sintonía? Nos cuesta organizar los fines de semana y el tiempo libre, no nos ponemos de acuerdo sobre a qué parte de la familia toca visitar primero o tenemos planes diferentes para las noches.
La psicóloga clínica, terapeuta de pareja y socia de Gabinete Psiquiátrico y Piscológico Galton, Mª Helena Feliu, nos invita a aprender a apreciar los placeres cotidianos. “Hay que parar, valorar y disfrutar el hecho de despertarnos al lado de la persona querida, de recibir un tierno abrazo, de una ducha reparadora. Es bueno respirar profundamente, mirar alrededor y sentirse afortunado”, señala. También es importante excitar la imaginación: cuando se avanza en la convivencia y las tareas se multiplican desaparecen las sorpresas, las atenciones… La relación empieza a erosionarse, y hay que empezar a improvisar planes, suscitar emociones y transmitir entusiasmo. “Utilizar el sentido del humor, ejercitar la ternura y mostrar empatía ayuda a evitar las pequeñas contrariedades del día”, recomienda la terapeuta.
Las señales de que no todo va tan bien como debería
Sin embargo, no siempre logramos encontrar ese entusiasmo. Por eso es importante detectar los problemas. Sebastián Girona insiste en que los indicadores que señalan si una relación está ingresando en una zona “de riesgo” y peligra su continuidad son siempre los mismos. Por eso, “detectarlos a tiempo podrá ser la diferencia entre reparar el vínculo y continuar la relación o no hacerlo”, asegura.
¿Cuáles son estas señales? La primera, explica el psicólogo, es cuando uno o los dos integrantes de la pareja se dan cuenta de que sus problemas se sostienen en el tiempo y deben buscar una solución. El problema es que muchas veces le quitamos importancia, o pensamos que es algo que sucede a muchas parejas al compartir tanto tiempo. De la misma manera, Mª Helena Feliu remarca que siempre hay que recordar que “en una relación íntima el conflicto es inevitable, que las necesidades de ambos son igual de legítimas e importantes y que el conflicto debe resolverse por parte de los dos”.
Cuando se huye del diálogo
Otro de los indicativos de que algo va mal es que no le damos la importancia que merece a la comunicación. Y “sin diálogo, ninguna relación puede sobrevivir”, recuerda Girona. La terapeuta de Galton, por su parte, apunta que “es frecuente que uno de los miembros de la pareja huya de la situación cuando el otro quiere hablar”. En ocasiones ocurre porque “puede ser que la manera de abordar la posible conversación sea aversiva o que se recuerden otras conversaciones similares que no fueron agradables”. En estos casos es especialmente importante “pedir ayuda, puesto que la pareja necesita de una comunicación correcta para hallar soluciones”.
La tercera señal se presenta cuando los miembros de la pareja empiezan a hacer cosas por separado. Se trata de algo sano siempre y cuando se reserven momentos para pasar en pareja. El problema viene cuando las dos personas dejan de realizar actividades en común.
Otra ‘bandera roja’ la detectamos cuando empezamos a sentirnos solos por mucho que compartamos vida con nuestra pareja, cuando nos sentimos lejos incluso estando cerca.
La quinta señal y detonante de la crisis es la llegada de una infidelidad. Cuando la relación está desgastada, es más frecuente que uno de los miembros se fije en una tercera persona.
¿Y si solo una parte de la pareja percibe estas señales?
A veces estos problemas son detectados solo por uno de los miembros de la relación. En el caso de las relaciones heterosexuales, el psicólogo explica que suelen ser las mujeres quienes ponen los conflictos sobre la mesa y los hombres quienes se sienten incomodados por la situación.
¿Hay que tener esperanza? Según Girona, sí. “Una pareja que atraviesa una crisis siempre está a tiempo para repararse”. El primer paso es que ambos integrantes se encuentren en el mismo punto, en la misma etapa. Es muy importante, también, percibir el problema cuanto antes, puesto que será más sencillo solucionarlo. “La clave para saber si se puede arreglar es averiguar el estado de los sentimientos. Si son positivos y los dos miembros de la pareja dicen quererse y querer continuar juntos, hay esperanza”, asegura Feliu.
Para solucionar el problema del diálogo deberemos tratar de buscar espacios para reflotarlo. Con esfuerzo compartido, paulatinamente podremos recuperarlo.
Apostar por los buenos momentos
Y cuando todo parezca perdido, deberemos sacar nuestra reserva emocional que, como explica el terapeuta, se basa en los buenos momentos que ha tenido la pareja a lo largo de su historia. “Serían como los ahorros emocionales de la relación”, explica. “Allí, seguramente, encontrarán recuerdos y recursos que les sirvan para reconstruir la relación”. Y es que, aunque sea difícil avivar la chispa, lo que hay que reencontrar es “el amor auténtico, aquello que nos une pese a nuestros defectos. Porque no es suficiente con tener amor, se necesita generosidad, empatía, paciencia y capacidad de pactar. Cuando somos conscientes de ello, es cuando podemos sentirnos libres y compartir voluntariamente nuestras pasiones y proyectos comunes, el deseo y la pasión”, finaliza la psicóloga de Galton.