El buitre negro ya vuelve a habitar el macizo del Puerto un siglo después de que se extinguiera, después de que este miércoles han llegado los seis primeros ejemplares de la que será una futura colonia. Entre mucha expectación y con mucha cura, se han introducido en la gran jaula de aclimatación donde vivirán los próximos meses.
En este tiempo tendrán que hacer a una asociación positiva con el entorno y se les alimentará con el mínimo contacto humano y sin alterar su comportamiento natural. No está previsto que una vez liberados los especímenes se queden en el macizo, pero se espera que lo establezcan como "zona de cría", y por eso se han construido plataformas nido para facilitarlo.
La previsión es que lleguen una sesentena de ejemplares en diez años, provenientes del centro de recuperación de fauna silvestre del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (GREFA) de Madrid, donde llegan los animales rescatados y acogidos en centros de recuperación de fauna salvaje de la península Ibérica y de cría en cautividad.
El GREFA ya liberó los primeros buitres negros al país, en Boumort y Alinyà, y allí se ha conseguido establecer la especie en el Prepirineo catalán con una colonia que ya tiene una cincuentena de ejemplares y una veintena de parejas. El objetivo del proyecto de reintroducción es "mejorar la conservación de la especie en Catalunya y facilitar el corredor biológico entre las colonias ibéricas y las del resto de Europa y Asia".
Retorno cien años después
El buitre negro había desaparecido del macizo del Puerto al principio del siglo XX, como otras especies de aves de rapiña y de buitres. Aunque en los años setenta se detectó un único ejemplar de buitre negro que habitaba allí, se contabiliza que hace un centenar de años, aproximadamente, que esta especie se había extinguido en el macizo.
Con la recuperación de esta especie necrófaga extinguida en el Puerto se restablecen todos "los procesos ecológicos cruciales" que hacen. El papel de los buitres es importante "para reciclar materia muerta de rebaños domésticos o animales salvajes, ya que eliminan materia orgánica y controlan los animales muertos que a veces traen enfermedades", ha apuntado al director del parque natural de los Puertos, Toni Curcó.
Unos meses de aclimatación
Los buitres se han ido entrando uno a uno, en riguroso silencio de los asistentes, dentro de la jaula de aclimatación que el parque natural construyó el año pasado con la financiación europea del fondo Next Generation. Estarán entre seis y diez meses, y durante este tiempo llegarán otros.
Un grupo de expertos, que podrán establecerse en una casa forestal próxima -que aún se tiene que rehabilitar-, se encargarán de alimentarlos con carne de mataderos, pero el contacto de los animales con las personas tiene que ser "el mínimo posible". "Si no, pueden asociar humanos con alimentación y tienen que ser tan salvajes como sea posible y que tenemos las personas un poco", ha explicado el director del parque natural. Varias cámaras de videovigilancia permiten hacer control de los animales "sin molestarlos".
Un hábitat listo para la futura colonia
El buitre negro hace los nidos en grandes árboles, a diferencia del buitre leonado que los hace en las rocas. Dentro del proyecto se han construido plataformas nido -financiadas por el Gobierno- que es otra de las herramientas del proyecto "para facilitarle la reproducción". También "va bien" el uso de señuelos, reproducciones de los animales a escala real que hacen de reclamo para fijarlos en la zona.
Y es que cuando estos buitres negros salgan de la jaula de acogida, lo más probable es que se dispersen y no vuelvan hasta que sean adultos y se quieran reproducir porque tienen tendencia a retornar a las zonas donde se han criado, elemento clave para la fijación de la colonia. Todos los ejemplares liberados en los Puertos llevarán anillas de identificación y aparatos de geolocalización.