Durante años, los campesinos se han tenido que tragar el enfado (con patatas). Los motivos de queja han sido múltiples, como los bajos precios que han percibido por sus productos —mientras que el grosor de las ganancias ha ido a parar a manos de los intermediarios— o el agravio comparativo que han experimentado con los alimentos catalanes en comparación con aquellos provenientes de fuera de la Unión Europea —y que no tienen que pasar una normativa sanitaria y medioambiental tan exigente—. En las últimas semanas, las restricciones del agua por la sequía han sido la gota que han hecho tirar la paciencia de agricultores y ganaderos, con limitaciones extremas que los han llevado a protestar masivamente por todo Catalunya. Pero hay otra cuestión que ha sido motivo de indignación para el campo: la burocracia.
Y es que, en su día a día, los campesinos tienen que llenar montañas de papeles (ahora, cada vez más, convertidos en documentos en el ordenador). Así lo explica Xavier Oliva, que es agricultor y secretario de la Cooperativa Agrícola del Prat. Para hacer frente a los estrechos beneficios que obtiene el sector, decidió abrir una agrotienda familiar, y la apuesta empresarial se ha traducido en un incremento notable de burocracia. Cuando llega a casa después de una jornada de trabajo, ya tiene que registrar todos los trabajos que ha hecho con el tractor en el Cuaderno Integrado de Explotación y en materia de aplicación de productos fitosanitarios en el Cuaderno de Campo. Calcula que, como mínimo, tiene que dedicar una hora diaria a esta tarea. "Si te has despistado y se te acumulan cinco semanas ya tienes un problema. Porque no llegas, o te lo has anotado mal, y si no eres preciso te pueden picar el corrusco", crítica. Para Xavier, eso quiere decir que la administración tiene "mucho control burocrático" sobre los campesinos. "Y en el sector ganadero se multiplica por tres".
Lo confirma Jordi Armengol, que tiene una pequeña empresa agropecuaria familiar en Juneda y es responsable de sectores ganaderos en la Unió de Pagesos. Según describe, el trabajo que tienen es "prácticamente insostenible". Entre los documentos que tienen que presentar hay, por ejemplo, la declaración anual de residuos industriales en el caso de las granjas, la declaración de deyecciones ganaderas, el libro de fertilizantes nitrogenados, un registro para el consumo de agua y otro para el pienso... y todavía falta el libro de registros de explotación, donde se documenta toda la actividad que tiene lugar en la granja. Los ganaderos comprenden la necesidad de garantizar la trazabilidad de los alimentos y garantizar su calidad. "Pero nos supera", advierte a Jordi. "Ya hacemos muchas horas de trabajo como para que después tengamos que hacer esta actividad burocrática".
Simplificar el proceso
Además, el sector primario denuncia que, en muchas ocasiones, acaba presentando exactamente la misma documentación de forma repetida, simplemente porque no está el contacto necesario entre las administraciones —los gobiernos catalán y español— ni entre los diferentes departamentos de la Generalitat. "Muchas veces, la misma declaración la presentamos en dos o tres formatos diferentes", denuncia a Jordi. El registro de deyecciones ganaderas, por ejemplo, se acaba declarando hasta cinco veces al año. "Con una vez habría suficiente", opina. El problema se ha agravado, según Xavier, porque cada vez que sale una nueva normativa a escala europea, "en Catalunya somos los primeros en aplicarla". "Y después preguntas al Departamento cómo se tiene que hacer y resulta que no lo saben", cosa que genera todavía más horas de trabajo para los campesinos.
Ante esta dura realidad, y en respuesta a las quejas del sector, los políticos han aceptado algunas primeras concesiones con el fin de facilitar el proceso. La semana pasada, después de una reunión con los campesinos en el Parlament, los partidos firmaron un acuerdo para instar al Govern a "impulsar la racionalización de la burocracia". En esta misma línea, el ejecutivo se reunió el miércoles con una delegación del campo y se comprometió a "la simplificación burocrática" del sector agrario. Eso implicaría puntos como recuperar las oficinas comarcales agrarias de la administración que habían existido para acompañar al campesino, agilizar los trámites y evitar la exigencia de presentar "datos duplicados" en diferentes registros, entre otras cosas.
Una gestoría para ayudar al campesino
Al final, la magnitud del esfuerzo burocrático lleva a muchos campesinos a contratar los servicios de una gestoría con el fin de ahorrarse tiempo y trabajo. Es el caso de Xavier, que señala que, "si te lo haces tú, o estás muy bien preparado o tienes tiempo". Ahora bien, esta opción no es gratuita: el agricultor de El Prat explica que empezaron años atrás con un gasto mensual de 200 euros, pero que esta cifra se ha multiplicado ahora por cuatro o cinco hasta fregar los 1.000 euros a causa del incremento de volumen de burocracia. "Es como si tuviéramos un trabajador más", reconoce. En todo eso, hay que añadir la situación de envejecimiento que ha experimentado el sector primario: según datos del Departamento de Acción Climática, cuatro de cada diez campesinos tienen más de 65 años. La Generalitat se ha entregado definitivamente a la digitalización después de la pandemia —los documentos se presentan de manera telemática— y es la población mayor la que tiene más dificultades para adaptarse al nuevo sistema.
Aquí es donde entra Agroxarxa, una gestoría que abrió las puertas ahora hace más de treinta años y que está formada por asesores especializados en el mundo agrario. La entidad, que es una empresa de servicios de Unió de Pagesos, nació primero a escala comarcal, dando respuesta a las necesidades de agricultores y ganaderos que no tenían suficientes manos para asumir los trámites exigidos por la administración. A medida que cada vez más campesinos han tenido que hacer frente a más papeleo, Agroxarxa ha ido creciendo hasta unificarse a escala catalana. Ahora cuenta con unos 20.000 clientes.
Àngel Rallo, que es jefe de oficina de Agroxarxa en Artesa de Segre, hace muchos años que trabaja y ha constatado "un incremento de burocracia muy grande". "Cada vez se requiere mucha más gestión, muchos más procesos," admite, por lo que considera "normal" que los campesinos hayan decidido mostrar su enfado con protestas. El Ángel coincide con el campo que a menudo se ven obligados a entregar repetidamente la misma documentación, y señala el hecho de que los productos venidos de fuera de Europa no tienen que seguir una normativa "tan exigente". Frente a esta asfixia burocrática, el jefe de oficina de Agroxarxa cree que la administración catalana y española podrían "agilizar" el proceso y hacer que las gestiones fueran "más sencillas". "Siempre hay margen de mejora", concluye.