El catalán Artur Segarra, único acusado por el asesinato en Bangkok de su connacional David Bernat, espera las últimas horas para oír su sentencia y, en caso de ser declarado culpable, podría afrontar una condena a la pena capital.
Está previsto que un panel de jueces del Tribunal Penal del norte de Bangkok lea a primera hora de mañana el dictamen del proceso penal abierto por trece delitos que se imputan al acusado, entre ellos asesinato premeditado, secuestro, robo y extorsión.
"Hay muy nulas posibilidades de conseguir alguna cosa positiva para mi defendido", ha indicado Jassada Piyasuwanvanit, el abogado de oficio que ha defendido a Segarra durante los tres meses que ha durado la declaración de testigos y su tercer representante legal desde la detención.
En la misma dirección se muestran los representantes de la Fiscalía consultados por Efe, los cuales dicen estar "seguros" de que el juez condenará al acusado a la pena de muerte, la única posible en caso de asesinato premeditado, aunque, si Segarra decidiera confesar, el castigo sería reducido a la cadena perpetua.
El acusado mantiene la inocencia
"Yo no he matado a nadie. No sé nada", ha remarcado repetidamente el acusado, que ha mantenido su inocencia de todos los cargos durante el proceso, al cual siempre ha acudido con un versículo de la Biblia escrito sobre la palma de su mano.
Si es declarado culpable, todavía tendrá dos oportunidades de recurrir la condena, ante el Tribunal de Apelaciones y el Tribunal Supremo, y cuando la sentencia sea firme, podrá solicitar clemencia a la Casa Real para rebajar el castigo, aunque esta última posibilidad depende del Departamento de Correccionales.
El acusado fue detenido el 7 de febrero del 2016 por las autoridades camboyanas en la localidad de Sihanoukville, donde había huido dos días antes, y entregado a la policía tailandesa la siguiente jornada.
Desde entonces, Segarra sigue confinado en la prisión Bangkok Remand de la capital tailandesa, donde ha preparado su defensa después de que el tribunal accediera a entregar al reo una copia de las indagaciones policiales.
La víctima, David Bernat, que residía en Irán y visitaba frecuentemente Tailandia, llegó a Bangkok el 19 de enero del 2016 para disfrutar de unos días de fiesta. Aquella misma noche quedó con Segarra, a quien conocía de la noche tailandesa, para tomar unas copas y pasada la medianoche los dos se dirigieron en casa del acusado, donde tuvo lugar el secuestro.
Según el relato expuesto durante el juicio por los miembros de la investigación, entre los días 20 y 26 Segarra retuvo y extorsionó Bernat para conseguir el acceso a la cuenta corriente en Singapur donde la víctima guardaba sus ahorros.
Conforme a lo que testificaron los forenses, la víctima fue asesinada en torno al 26 y, según la investigación, aquella misma noche el acusado salió en su motocicleta en dirección al río que atraviesa Bangkok cargado con un gran paquete, donde la Policía sospecha había el cadáver, y volvió la madrugada del 27 sin el paquete.
Asesinado y descuartizado
Las autoridades encontraron el 30 de enero en el río Chao Phraya los primeros restos mortales de Bernat y posteriormente recuperaron seis trozos más del cuerpo en el agua. La Policía identificó Segarra como el principal sospechoso el 5 de febrero, noche en la cual después de ser reconocido en un restaurante de la provincia de Surin emprendió su huida a Camboya.
La fiscalía llamó al estrado a cerca de 40 personas, ninguna de ellas testigo presencial del crimen, para mantener con declaraciones, muestras de ADN y huellas recogidas en el apartamento alquilado por Segarra, grabaciones de cámaras de seguridad y extractos bancarios la culpabilidad de Segarra.
Por su parte, Segarra sostiene que es inocente de todos los delitos y aseguró en su turno de palabra ser víctima de una trampa en la cual implicó a su exnovia tailandesa, Pridsana Saen-ubon, que testificó en su contra en diciembre pasado.
Pausa en la aplicación de la pena capital
En 2009, Tailandia ejecutó por última vez dos convictos que fueron condenados a muerte por narcotráfico, antes de aplicar una pausa indefinida no regulada al cumplimiento de la pena capital.
El último ajusticiamiento por un delito de asesinato fue en 2003, año en el cual el país cambió el método de las ejecuciones del fusilamiento a la inyección letal.
Según datos de Amnistía Internacional, en las prisiones de Tailandia había a final de pasado año 427 presos en el corredor de la muerte, 24 de ellos extranjeros.
Un australiano fue sentenciado a muerte el pasado 7 de febrero por un caso de asesinato, desmembración y destrucción de pruebas similar a la causa contra Segarra.