Los datos referentes a la capacidad de los embalses de las cuencas internas catalanas siguen siendo el mensaje de alerta más diáfano sobre la grave crisis que Catalunya atraviesa debido a la sequía. La falta de lluvias está situando los embalses del país en una situación casi límite. Si hace dos semanas la capacidad registrada estaba situada en el 17,27%, la actualización de esta cifra efectuada este martes no da lugar al optimismo: los embalses catalanes se sitúan en el 16,73% de su capacidad, un ritmo de pérdida de agua que hace imposible pensar que los catalanes puedan ahorrarse más restricciones. Estos son los datos de la Agència Catalana de l'Aigua sobre los embalses a fecha de hoy. El dato muestra que el volumen actual está por debajo de lo que se registró por las mismas fechas el año pasado, que era del 31,05%.
De hecho, esta cifra implica, por lo tanto, la entrada en vigor de nuevas restricciones. En cuanto la capacidad registrada baje del 16%, se activará la fase de emergencia. Con el ritmo actual, y si no llueve, es probable que esta situación se produzca en las próximas semanas, dentro de este mes de enero. Por ello, el anuncio de nuevas restricciones por parte del Govern se considera que será inminente.
El embalse de Darnius Boadella se encuentra al 12,99% de su capacidad; el de Sau, al 7,77%; Susqueda, al 20,42%; La Baells, al 22,19%; La Llosa del Cavall, al 17,70%; Sant Ponç, al 27,28%; Foix, al 53,85%; Siurana, al 3,52%, y Riudecanyes, al 3,18%.
Descenso gradual de la capacidad de los embalses
Las lluvias de marzo y junio de 2023 permitieron detener brevemente la pérdida de capacidad de los embalses catalanes. Pero desde entonces el vaciado ha sido gradual y no ha habido lugar para una tregua. El año 2023 se cerró con los embalses al 17% de su capacidad y la primera actualización del dato que se efectúa este 2024 solo puede certificar que el descenso continúa sin posibilidad de ponerle freno. A 2 de enero de 2024, los embalses catalanes se encuentran al 16,73% de su capacidad.
Hay algunas poblaciones concretas —las que dependen del acuífero Fluvià-Muga, los embalses de Darnius Boadella, Siurana y Riudecanyes, y de Anoia-Gaià— que ya se encuentran en emergencia. Pero la situación más grave se producirá en las próximas semanas, cuando sean todos los municipios dependientes del sistema Ter-Llobregat los que pasen a la fase más extrema: el cambio afectará a unos seis millones de personas que viven en Barcelona y sus alrededores.
¿Qué implica la fase de emergencia?
En la fase de emergencia, habrá una dotación máxima de 200 litros por habitante y día, que podría bajar hasta los 160 en caso de máxima severidad. Además, el uso agrícola del agua experimentará una reducción de hasta el 80%, en la que se suprimirá el riego y solo se autorizará para la supervivencia de los cultivos leñosos, mientras que el ganadero se recortará a la mitad. El uso recreativo se reducirá al 100%, restricción que irá acompañada de la prohibición de llenar piscinas privadas, fuentes ornamentales y lagos artificiales, mientras que las administraciones locales podrán limitar el uso de agua en instalaciones deportivas y espacios lúdicos. El uso industrial solo se reducirá una cuarta parte para proteger la economía.