"Vivir en un estado permanente de búsqueda y preocupación por el bienestar o la felicidad, es un error; olvídate". ¿Con este spoiler, iniciaba José-Manuel Rey, doctor en matemáticas y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, la conferencia Por qué (no) somos felices?, donde planteaba, por ejemplo, si el dinero es causante o no de la felicidad cómo dice el mito; o si el amor o el matrimonio, son garantías de tener una vida más llena y satisfecha. A lo largo del tiempo, psicólogos, economistas, neurólogos, matemáticos o antropólogos, han estudiado este estado emocional y fisiológico, y han descubierto patrones y comportamientos que se asocian a alcanzar tal estado de bienestar. "Los condicionantes para explicar la felicidad humana pasan por analizar los factores endógenos del propio individuo -psicológicos o biológicos- y los factores exógenos o externos a la persona -culturales, económicos, sociales, etc.-", explicaba el doctor, que presentaba así el ciclo de conferencias que se celebran en el Cosmocaixa de Barcelona, bajo el lema de La lógica de la felicidad.

En la presentación, el profesor ponía en relevancia la actitud que podemos adaptar todos y todas para conseguir tal estado de bienestar; "la ciencia sugiere que el principal factor de nuestra felicidad es lo que hacemos", y afirmaba estar convencido de que cuando uno aprende los hechos científicos sobre la felicidad y los implementa en su vida cotidiana, habría y puede ser mucho más feliz. ¿El problema? Que nos centramos y nos preocupamos en buscarla, como si fuera algo asumible y un hito vital, queriendo ser felices, sin excepciones, consiguiendo lo mejor de todo en cada caso. 

"Estudios concluyen que las personas que hacen más comparaciones sociales, son más infelices", Rey

"El problema principal es la adaptación: nos adaptamos a las cosas malas, que eso es bueno, pero también a las cosas buenas, que eso es malo". Unas adaptaciones, explicaba el profesor, que se pueden clasificar con rápidas o lentas, y que tienen que ver con los niveles de referencia que se adoptan -de aquí la importancia a bajar las expectativas de las cosas-, y de la habituación que sufrimos cuando vivimos experiencias por primera vez en comparación con las últimas, donde el placer que recibimos es mucho menor. "El impulso que tenemos para consumir o para experimentar aquello que da placer y que tanto te gusta, disminuye con cada experimentación, desgastándose junto con la felicidad que comporta". De aquí, que la solución que proponga Rey sea la de diversificar el placer, posponiendo el consumo o la experimentación a lo largo del tiempo, así no se sobredimensiona la importancia de las cosas.

La felicidad no se consigue adquiriendo objetos materiales / Fuente: Jed Villejo -Unsplash

La gran paradoja de las elecciones

Según dice la teoría y la misma lógica podría dar apoyo, parecería indicar que cuándo nos encontramos ante múltiples opciones a escoger, disponemos de más libertad de elección y, por lo tanto, de mayor grado de felicidad, sin embargo, ¿es realmente así? Para responder la cuestión, el experto en matemáticas apunta dos conceptos de dos perfiles completamente diferentes y que buscan la felicidad a partir de formas diversas; hablamos del maximizador como aquel individuo que tiene que explorar todas las opciones posibles para quedarse siempre con lo mejor y, por el contrario, el satisfador, que vendría a ser aquel que se conforma con algo que no es la mejor opción.

El secreto de la felicidad pasa por disfrutar de menos y no en la búsqueda de lo más y mejor

"La sociedad nos impulsa a todos a ser maximizadores, a querer y a tener lo mejor de lo mejor, partiendo de un nivel de referencia muy alto, comparándonos constantemente, con una consecuente adaptación mucho menor, un hecho que es fuente segura de infelicidad," relata el profesor, que destaca como algunos estudios incluso apuntan que estos tienen mayor probabilidad de entrar en depresiones.

El dinero da la felicidad, con un pero

¿Y llegamos a la gran pregunta que nos hemos hecho todos sobre si el dinero aporta o no la felicidad, qué pensáis? ¿Preferiríais llorar en un Porche o en un 600? Según apuntan los estudios, dice al profesor, el dinero sí que da la felicidad, pero existe una receta para cómo invertirlo y resultar ser mucho más feliz que llorando dentro de un Porche o de un 600. Rey destaca un apunte importante, y es que no nos encontramos ante una curva exponencial, sino que la curva de la felicidad conforme ganas más dinero es logarítmica: "la curva se allana, lo que significa que cuando tienes mucho dinero, los últimos euros que recibes no tienen el mismo impacto en la felicidad que el primer dinero que puedas recibir cuando tienes pocos. Adaptación, habituación"?. De aquí, que llegue un punto en que casi ya no generan ningún impacto, que nos situaríamos a partir de los 75.000 dólares/año, según un estudio hecho en los EE.UU. con más de 450.000 sujetos. "A partir de este momento, los dólares que ganes de más no tienen impacto en tu bienestar, no hay respuesta en términos de felicidad".

¿Sin embargo, cómo se tiene que gastar el dinero? ¿En coches, joyas, roba, juguetes, viviendas...? No. "El dinero se tiene que gastar con vivencias, y no en cosas materiales", un hecho que argumenta porque las experiencias nos aportan sensaciones únicas, son difíciles de comparar, producen sensaciones intensas y, sobre todo, uno no se adapta a ellas. Unas experiencias, apunta el matemático, que es mucho mejor si se comparten, de manera tal que "resultan mucho mejores las experiencias compartidas ordinarias, que las experiencias solitarias extraordinarias".

El matrimonio: ¿fuente de felicidad o de infelicidad?

La ciencia lo tiene claro y los estudios que aporta el profesor así lo afirman; ¡las personas casadas son más felices que las que no lo están, además, les alarga la vida! Visto así, parece que encontrar la pareja ideal comporta un camino de flores que todos querrían, sin embargo, ¿es realmente así?

Diseño: Maria López

"En el momento de la luna de miel, encontramos el pico de felicidad, a partir de aquel momento, la cosa decrece; ¿adaptación? Habituación"?. En los Estados Unidos y en la Unión Europea, por cada dos bodas se produce un divorcio, lo que sitúa el éxito del matrimonio en un 50%. Dios mío. Pero alerta, porque la ciencia tiene, de nuevo, una posible vía por conseguir el éxito que muchos anhelan. "Las parejas que busquen el éxito se tienen que sobre esforzar: cuando el esfuerzo es superior a lo que me gustaría hacer, este es el que llevará a una pareja a alcanzar el camino en común". Un hecho que el profesor recomienda combinando la relación con actividades independientes de cada individuo de la pareja, con su círculo social correspondiente. "Externalizar actividades fuera de la pareja y con otros, comporta menos deterioro y menos divorcios o separaciones".

Ser feliz es garantía de vivir más

En Harvard, universidad donde el profesor Rey también colabora, se lleva a cabo el estudio longitudinal mayor de la historia sobre la vida adulta, el estudio Grant. "Durante más de 80 años, han estado estudiando la vida de 700 sujetos del área de Boston, monitorizando su actividad fisiológica, su actividad emocional, laboral, etc. con el propósito de determinar cuáles variables psicosociales prevén una vida larga sana y feliz". Después de 80 años de estudio, la principal conclusión es que las relaciones sociales nos hacen más felices y más sanos, lo que corroboraría que la red social es garantía de salud. Una red social que si nos fijamos está presente en todos los ámbitos de análisis; en el dinero, disfrutándoles con experiencias compartidas; con el amor, haciendo actividades sociales fuera de la pareja y con la salud, tal como dice el estudio de Grant, disponiendo de una red social importante.

El profesor acababa el coloquio que inauguraba el ciclo de conferencias sobre La lógica de la felicidad y que continuará hasta el próximo 6 de abril, concluyendo que la felicidad no se tiene que buscar, "porque si uno se preocupa, establece un nivel de referencia que no es bajo, y si no se cumple, genera frustración e infelicidad". Por otra parte, apuntaba, si se consigue, el individuo se habitúa, se adapta -más rápido o más lento- y se esfuma. Así que no hay que seguir buscándola, "el hito está en el método y cuando te olvides, coincidirás con ella haciendo otras cosas".