Si pones al buscador "relación tóxica" es posible que infartes y reconozcas muchos de tus rasgos o los de tu pareja como tóxicos o propios de una relación tóxica. No es casual. Cada vez más expertos alertan del aumento de las relaciones tóxicas a la sociedad y es que, de problemas de base, hay unos cuantos.
Dependencia emocional excesiva, es decir, depender de las aprobaciones de la pareja, feedback sobre nosotros, de cómo está conmigo la otra persona, de cómo y cuánto me acepta y admira es uno de los rasgos característicos de este tipo de relaciones que describe la psicóloga, profesora de la UOC y directora de Cultura Emocional Pública, Mireia Cabero Jounou.
Pero hay más. En conversación con ElNacional.cat, detalla que también forma parte de la toxicidad el hecho de sentirnos valiosos en función de la valía que el otro nos otorgue, la inestabilidad emocional –es decir, la relación no me hace sentir bien siempre y de base como punto de partida, sino que es inestable el bienestar que me aporta– o bien la preocupación por el otro, infantilizándolo. O sentirse uno mismo. Experiencias que se pueden vivir, todavía hay más. Cabero habla de ocupar espacios que no correspondan, como por ejemplo, hacer de madre o de padre de tu pareja. Sentir que sin el otro no somos nada o incluso no sentirse ni libre de vivir la misma vida de adulto.
Y es que a veces los problemas de la pareja, uno se les hace también propios. ¿Pero qué pasa cuando la pareja es más importante que tú, le pasan más cosas que a ti y tiene más problemas que tú? "Hay vivencias que nos permiten ver que no solo la persona 'me resta' en lugar de 'me suma', sino que siento que mi valor como a persona –autoestima, autoconfianza y seguridad personal–, mi libertad y capacidad de decisión libre y mi estabilidad emocional se ven afectadas por la relación con la otra persona", detalla.
¿Por qué tenemos relaciones tóxicas?
Puede sonar utópico, pero deben ser pocas las personas que quieren tener una relación tóxica por voluntad propia. Ahora bien, algunos factores conducen al hecho de que, finalmente, dos personas acaben teniendo una relación tóxica. Según Cabero, hay condicionantes que pueden influir en este sentido. "Por como somos, por relaciones pasadas, por miedos y ansiedades, por aprendizajes relacionales hechos en el marco de nuestra familia de origen o circunstancias personales" y matiza: "Vulnerabilidad en un momento dado, sufrimientos que no sabemos gestionar en el momento que conocemos a la otra persona, etc".
Ahora bien, aparte de estas razones, la experta subraya que "hay que sumarle que a la otra persona la construya tóxica, también conmigo, la relación. No se hace tóxica solo porque uno aporte toxicidad".
Y esta reflexión descrita nos lleva a preguntarnos si, en una relación tóxica, los dos componentes acaban siendo tóxicos por el otro. Cabero lo tiene claro: sí. "Inicialmente parecería que es más una u otra, la persona que aporta toxicidad a la relación; pero una relación se vuelve tóxica solo cuando ambas personas la construyen así, con rasgos propios de toxicidad". Claro está, sin embargo, que eso no pasa de un día por el otro, sino que la toxicidad va llegando y no se marcha. "Al principio es fácil que no nos demos cuenta de ello, pero cuando las personas vivimos con conciencia las relaciones, cuando nos sentimos merecedoras de bienestar y felicidad en pareja, cuando nos importa más nuestro bienestar emocional y equilibre que está en pareja... cuando todo eso pasa, nos sentimos capacitadas para ver si la relación es tan positiva y saludable como quiero y como merezco; nos sentimos capacitadas para aplicar herramientas de gestión en la relación".
¿Una relación tóxica puede revertirse a una relación sana?
Contra todo pronóstico la respuesta también es sí. "El cerebro es plástico, aprende y cambia, pero hace falta que esté en predisposición de aprender y cambiar. La motivación cuenta más que ninguna otra cosa. Si podemos comprender cómo se ha originado la toxicidad la podemos cambiar, pero seguramente necesitaremos el acompañamiento y estímulo de una persona especialista que nos ayude".
Revertir elementos de toxicidad no es fácil y es precisamente por eso que Cabero habla de la "predisposición". Y a veces, no se puede revertir y 'simplemente' se tiene que pasar página.
"Desear lo mejor para nosotros y para la otra persona y estar en disposición de construir este 'mejor' nos da el sentido, el coraje y la fuerza para dar pasos adelante como separarnos, dejar en el pasado la relación y los dolores". Así, constata que "si el dolor nos ha herido en exceso o nos ha traumatizado nos irá muy bien contar con el acompañamiento y estímulo de una persona experta que nos ayude a reparar el pasado y cuidarnos".
¿Cómo se supera una relación tóxica?
¿Por qué dice eso? Básicamente porque no siempre es fácil de aceptar el dolor, dejar de lado la culpa o bien confirmar que has tenido una relación tóxica. Aceptar los errores o que no hemos sabido construir una relación sana no siempre es fácil. Las soluciones mágicas tampoco existen en este contexto, pero es cierto que hay algunos trucos que nos pueden ayudar a gestionar y aceptar el proceso.
Cabero destaca que nos tenemos que permitir equivocarnos y "no juzgar que nos hemos equivocado construyendo como hemos construido nuestra relación. O aceptando, dado el caso, de que con esta persona no nos es posible construir una relación saludable y feliz que nos merecemos".
"Sentirnos merecedores y merecedoras de una relación de pareja fácil, amorosa, libres y adultas es fundamental para poder identificar cuando no es así, poder asumirlo y emprender las medidas de gestión que sean oportunas". Así pues, despedirse de alguien no siempre es fácil. A veces, sin embargo, un 'adiós' cuando se puede, acaba siendo el movimiento más acertado.