La preservación de la fertilidad mediante la congelación de óvulos, técnica conocida como vitrificación, se ha convertido en un recurso para las mujeres que desean planificar la maternidad de manera más flexible, especialmente en una sociedad que cada vez pospone más la edad a la que tener hijos, según coinciden en señalar distintos expertos.
La actriz Nerea Garmendia, que acaba de posar embarazada, ha relatado en el programa de Sonsoles Ónega de Antena 3 que ha logrado ser madre gracias a la ciencia y “a haber congelado mis óvulos joven, tengo la tranquilidad de poder ser madre cuando lo desee”. Se trata de una decisión, la de vitrificar los óvulos en edades jóvenes, que permite mantener la opción de ser madre en el futuro sin depender del reloj biológico.
Además de Garmendia, otras figuras públicas como Tamara Gorro, Eva Longoria o Jennifer Aniston, entre otras, han visibilizado la importancia de preservar así la fertilidad. Este enfoque refuerza la concienciación sobre la necesidad de tomar decisiones informadas antes de los 35 años, una edad crítica en la que la reserva ovárica comienza a disminuir drásticamente. Como explica la doctora Corazón Hernández, jefa de Reproducción Asistida de la Fundación Jiménez Díaz, “en los últimos años hemos visto que ha ido bajando la edad de las pacientes que demandan la vitrificación y, sin duda, es lo ideal. Al fin y al cabo, el éxito cuando trabajas con unos óvulos congelados depende fundamentalmente de la edad de la mujer”.
Algunos expertos explican que la preservación de la fertilidad es un proceso que comienza mucho antes de acudir a una clínica de reproducción asistida. El doctor Federico Merino, director de IVI Málaga, subraya que “la conciencia sobre la fertilidad debe empezar temprano. La preservación desde la juventud es clave para tener más opciones en el futuro”. Este enfoque no solo implica la vitrificación de óvulos, sino también fomentar hábitos saludables desde la infancia. Según Merino, “tener una dieta equilibrada, evitar el tabaco y el alcohol, y realizar actividad física regular son factores fundamentales para mantener una fertilidad óptima”.
A lo que la doctora Hernández añade que es crucial evitar factores que afectan negativamente a la calidad ovocitaria, como el tabaco, el sobrepeso o el sedentarismo. En este sentido, explica que “el daño sobre la calidad del óvulo causado por el tabaco es irreversible”. Estos malos hábitos, combinados con factores genéticos o enfermedades como la endometriosis, pueden acelerar el deterioro de la reserva ovárica, lo que dificulta lograr un embarazo en el futuro.
Por eso, indican que técnicas como la vitrificación de óvulos han supuesto un cambio revolucionario en el ámbito de la medicina reproductiva. Este procedimiento permite congelar óvulos en su estado más fértil para ser utilizados en el futuro, ofreciendo tasas de éxito significativamente altas, especialmente cuando se realiza antes de los 35 años. “Vitrificar 15 óvulos antes de esa edad da tasas de recién nacido vivo cercanas al 80 %”, detalla el doctor Merino.
Una preservación de la fertilidad que no se limita solo a la vitrificación de óvulos. En casos específicos, como pacientes jóvenes con cáncer u otras patologías, también se recurre a la congelación de tejido ovárico, ofreciendo una opción para quienes enfrentan tratamientos que pueden comprometer su fertilidad.
Según explica el doctor Antonio García Velasco, director Científico de IVI RMA Global, las mujeres suelen retrasar la maternidad no solo por motivos profesionales, como a menudo se cree, sino también por razones sociales. “En consulta vemos que muchas mujeres posponen la maternidad porque no encuentran pareja o porque no es el momento adecuado. Congelar óvulos les da la oportunidad de planificar su familia más adelante sin la presión del tiempo”. A sus 40 años, una mujer puede ser socialmente joven, pero desde el punto de vista reproductivo enfrenta dificultades significativas para concebir de forma natural. Por ello, vitrificar óvulos entre los 30 y 32 años ofrece una solución viable para muchas mujeres, sostienen estos expertos.
Además, García Velasco resalta que la vitrificación es una herramienta que responde no solo a problemas de infertilidad médica, sino también a las necesidades derivadas de los cambios sociales. Esto la convierte en una técnica que no solo aborda un problema biológico, sino que también acompaña la evolución de los modelos familiares y sociales actuales. Así, la vitrificación de óvulos es más que un avance técnico; es una forma de garantizar la autonomía y la capacidad de decisión de las mujeres. Como señala el doctor Merino, “esta técnica permite a las mujeres decidir el momento en que quieren ser madres, sin sentirse presionadas por el paso de los años”. Con esta práctica, se abre un camino hacia una planificación familiar más consciente e informada, donde ser madre deja de ser una carrera contrarreloj y se convierte en una elección personal.
Como explica Lucía Kothny, paciente de IVI y que fue madre hace 8 años, “hace una década había mucha menos información. No te habías planteado lo que era la reserva ovárica, la calidad de los óvulos, ni absolutamente nadie te informaba. Yo ahora soy plenamente consciente y creo que el mejor regalo que le haré a mi hija cuando cumpla 18 años y sea mayor de edad es congelar óvulos para el día de mañana. Debemos concienciar más mucho más a las mujeres porque igual quieres ser cuando ya eres mayor y ya no funcionan tus óvulos, pero los tienes congelados”.
Indican que la clave está en visibilizar estas opciones y fomentar la educación sobre fertilidad desde edades tempranas, asegurando que todas las mujeres tengan acceso a información y herramientas que les permitan tomar decisiones informadas sobre su futuro reproductivo.