A finales de mayo de 1925, en plena dictadura de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII estaba de visita en Catalunya y los 'escamots' de Bandera Negra, subgrupo politicomilitar del partido independentista entonces clandestino Estat Català, planificaron bajo la dirección de Marcel·lí Perelló un atentado para asesinar al monarca. En el pelotón había figuras como Miquel Badia, Jaume Miravitlles, Jaume Compte o el mismo Perelló. El plan pensado para el día 29 consistía en lanzar una bomba camuflada en un ramo de flores dentro del vehículo del rey, aprovechando su paso por Plaça de Catalunya, en Barcelona. El encargado de protagonizar la acción era un militante de tan solo veinte años, pero no se presentó porque en casa habían descubierto sus planes. Otro lo sustituyó, pero entre la fuerte presencia policial, el gentío y que Alfonso XIII no abrió la ventana, las posibilidades se desvanecieron.

La alternativa fue hacer estallar el tren real, que pasaría por el Garraf al día siguiente y en el que también iba el dictador. Este segundo plan, sin embargo, fracasó también: una delación les descubrió y fueron detenidos. La respuesta de Primo de Rivera fue contundente, con numerosas detenciones de militantes del catalanismo político. Llevados a juicio, un tribunal militar condenó a algunos implicados, como Compte, a pena de muerte, que después fue conmutada por la cadena perpetua, y a 12 años de prisión en el caso de otros, como Badia. La limpieza del proceso judicial ha sido puesta en entredicho. No saldrían hasta 1930, cuando con el fin de la dictadura de Primo de Rivera se les indultó.

Los hechos los relató para la posteridad el periodista Joan Creixell en un documentado libro publicado por la Abadía de Montserrat en 1988: El Complot de Garraf, que se convirtió en referencia sobre la materia. Cien años después del intento frustrado de magnicidio, un grupo de historiadores y activistas impulsan la conmemoración de la conjura guerrillera como un hito del catalanismo político "poco divulgado y conocido", tal como lamenta en conversación telefónica con El Nacional el historiador y miembro de la comisión que prepara el centenario, Tomàs Callau. Los historiadores que lo impulsan han reunido casi una sesentena de firmas en favor de un manifiesto que reivindica el complot y sus protagonistas como un ejemplo "de abnegación y patriotismo".

El manifiesto lo firman figuras conocidas vinculadas al soberanismo como el conseller de la Generalitat durante el 1-O y director de la asociación Casa Macià Lluís Puig, el presidente de la AMI, Jordi Gaseni; el exsecretario general de Esquerra Republicana Josep-Lluís Carod-Rovira; el exjefe de la oficina de Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay; el historiador y expresidente del Memorial Democràtic Enric Pujol; el periodista y escritor Jaume Clotet; la exdirigente de Òmnium Rosa Maria Codines; el presidente actual de Estat Català, Josep Andreu i Domingo; Frorenci Crivillé del centro de estudios del Ripollès; o los nietos de Marcel·lí Perelló, Heidi e Ivan.

Juicio por el Complot del Garraf / Imagen cedida por la Comisión del centenario

La intención de la Comisión para el centenario del Complot del Garraf es reeditar el libro de Joan Creixell, de la mano del Editorial Dalmau. Los historiadores presentarán la nueva edición en el Museo de Historia de Catalunya el próximo 8 de mayo y al Archivo Municipal de Tarragona el 28 de mayo. A lo largo de este año del centenario, la voluntad de la Comisión es recorrer Catalunya divulgando la obra de Creixell y los hechos que protagonizaron los militantes de Bandera Negra en mayo de 1925. Los miembros de la Comisión, además, ya trabajan con entidades sociales para organizar actos conmemorativos, como pueden ser exposiciones, a lo largo de todo el 2025.

Un contexto propicio para el auge soberanista

Tomàs Callau destaca el momento histórico en el cual se produjo el intento de asesinato del rey Alfonso XIII. Años antes, en 1901, se producen detenciones de una treintena de jóvenes catalanistas en la Diada del Once de Septiembre y se crea una primera asociación en solidaridad, la Reixa. En 1905 se produce el asalto por parte de los militares a la revista Cu-Cut y en el diario La Veu de Catalunya y 1906 se aprueba la Ley de Jurisdicciones por la cual cualquier ofensa en el Ejército o cualquier publicación que atentara contra la unidad de España tenía que ser juzgada por un tribunal militar. "Todo eso lleva a situaciones de clandestinidad y represión y las reivindicaciones independentistas pasan a hacerse fuera de Catalunya, en Santiago de Cuba, con la revista Fora Grillons!, por parte de emigrantes y exiliados", explica Callau.

Acabada la Primera Guerra Mundial, señala al historiador, se da un contexto propicio para que el independentismo en Catalunya "coja fuerza" porque se toma el ejemplo de los nuevos países que no existían antes, como Checoslovaquia, Polonia y países del Báltico y de los Balcanes. También es la época de los catorce puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson, donde habla de la autodeterminación de los pueblos, y en 1916 se da el levantamiento de la Pascua Irlandesa. España ha sido neutral en la guerra, pero hay un auge del sector obrero, de republicanos, liberales y de los nacionalistas catalanes y vascos.

Recibimiento en Marcel·lí Perelló después de la prisión / Imagen cedida por la Comisión del centenario

En este contexto crece la popularidad de figuras como Francesc Macià y Daniel Cardona, apunta al historiador. Impulsan la Federació Democràtica Nacionalista y después tres años más tarde en la Conferència Nacional Catalana. Macià presentará un proyecto totalmente independentista y fundará julio del 1922 Estat Català. En 1923, con la llegada al poder de Primo de Rivera, todo el independentismo va a la clandestinidad y algunos dirigentes se marchan al exilio. Todo, certificado con un decreto contra el separatismo. "Así entendemos el complot del Garraf, en el interior se organizan y forman 'escamots' dirigidos por Daniel Cardona y después por Manuel Pagès", apunta Callau. Durante el funeral de Àngel Guimerà, muy conocido a la época, en 1924, no se puede cantar Els Segadors ni ninguna canción catalana. Y los 'escamots' asisten armados.

"En abril, en Bulgaria ponen un explosivo en una Iglesia donde tenía que ir el monarca y la dirección militar. Eso es un detonante directo que los pelotones independentistas quieran hacer lo mismo aquí para acabar con la monarquía y la dictadura. Sin poder explicar tu proyecto, el Complot del Garraf o Prats de Motllo son la salida natural", valora Callau. En mayo de 1924, el rey Alfonso XIII pronuncia un discurso en el que dice que la unión de los pueblos de España es fruto del amor, con la unión de los Reyes Católicos, y que después Felipe V, aunque hizo cosas que los catalanes han considerado injustas, lo hizo porque eran necesarias para Catalunya. "Eso enfada a muchas personas politizadas o no, y hace tirar el vaso de los 'escamots' y de muchas personas", apunta al historiador.

¿Qué tiene de actual?

Desde la Comisión del centenario valoran que se pueden sacar muchas reflexiones de los hechos de 1925 y llevarlas a la actualidad. Señalan el "descrédito" de la monarquía y su utilidad como institución y afirman que en el libro de Joan Creixell aparecen debates presentes hoy día. Callau señala que entonces el conservadurismo catalán, la Liga Regionalista, "da apoyo en el gobierno de Madrid a cambio de nada y solo hace de muleta", asevera que en aquellos momentos ya se hablaba de cómo "internacionalizar la causa" del soberanismo, de cómo encajar Catalunya en España, ya había campañas por la amnistía o se constató la presencia de infiltrados policial en los movimientos catalanistas y obreros.