La contaminación del aire tiene un impacto cada vez más importante en la salud de las personas y ya se ha convertido en el segundo factor de riesgo de muerte en el mundo por delante del tabaco y solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares. Esta problemática provocó 8,1 millones de muertes en el mundo durante 2021, según revela el último informe sobre el Estado del Aire en el Mundo publicado este miércoles y elaborado por el Instituto de Efectos sobre la Salud (HEI, por sus siglas en inglés) y el Instituto para las Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) en colaboración con UNICEF y científicos de la Universidad de la Columbia Británica. Los niños menores de 5 años también son de los más damnificados por este problema, ya que es el segundo factor de riesgo por delante de la malnutrición. Unicef alerta que los niños y niñas son "especialmente vulnerables" por los efectos sobre su salud, con repercusiones como "el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer, el asma y las enfermedades pulmonares". El objetivo de los autores del informe es "entender los riesgos a los que se enfrentan varios grupos de población y los impactos de los distintos contaminantes" para llevar a cabo "acciones informadas que puedan salvar vidas".
Un problema para la infancia
La exposición a la contaminación atmosférica se relacionó con más de 700.000 muertes de niños menores de cinco años durante 2021 y Unicef vincula gran parte de estas a cocinar en interiores con combustibles contaminantes, sobre todo en África y Asia. El estudio también revela que la tasa de mortalidad vinculada a la contaminación atmosférica en menores de cinco años en África oriental, occidental, central y meridional es 100 veces superior a la de sus homólogos en países de renta alta. Los autores ponen énfasis en que "la sorprendente cifra de 500.000 de estas muertes infantiles estaba relacionada con la contaminación del aire dentro de los hogares debido al hecho de cocinar en interiores con combustibles contaminantes", hecho que sucede especialmente en África y Asia.
La directora ejecutiva adjunta de UNICEF, Kitty van der Heijden, lamenta que "nuestra inacción está teniendo profundos efectos en la próxima generación, con repercusiones en la salud y el bienestar para toda la vida". Y recuerda que "a pesar de los avances en la salud materno-infantil, cada día mueren casi 2.000 niños menores de cinco años debido a los efectos en la salud relacionados con la contaminación del aire". Sin embargo, desde el año 2000, la tasa de mortalidad de los niños menores de cinco años se ha reducido en un 53% debido, en gran medida, a los esfuerzos destinados a ampliar el acceso a energía limpia para cocinar, así como a mejoras en el acceso a la atención médica y la nutrición.
Los principales contaminantes
El nuevo informe, que incluye datos de más de 200 países y territorios del mundo, revela que los principales contaminantes que provocan estas muertes son el ozono y las partículas finas conocidas como PM2,5. Según el texto, estas últimas son las que más contribuyen a la carga de enfermedades por contaminación atmosférica en todo el mundo. La contaminación del aire por las PM2,5 proviene de la quema de combustibles fósiles y biomasa en sectores como el transporte, las viviendas residenciales, las centrales eléctricas de carbón, las actividades industriales y los incendios forestales. Así pues, representarían el 90% —7,8 millones de personas— de las muertes derivadas de la mala calidad del aire. En concreto, las muertes que se atribuyen al ozono serían 490.000. El estudio concluye que casi todas las personas de la Tierra respiran niveles insalubres de contaminación todos los días, con consecuencias de gran alcance para su salud.
Por países, los situados en el sur de Asia y África oriental, occidental, central y meridional son los que sufren más enfermedades relacionadas con la contaminación del aire. Además, dos de los países más poblados, India y China, representan juntos el 55% de las muertes mundiales por contaminación, con 2,1 millones y 2,3 millones de muertes, respectivamente.