"No me habría imaginado nunca en esta situación". "Vivía al día, sin capacidad para ahorrar y no he cobrado ni un céntimo del ERTE". "Trabajaba limpiando casas, no tengo papeles, no he podido acceder a la baja por maternidad y en casa somos cuatro". "Vivo en una habitación realquilada, trabajaba temporalmente en la construcción. Ahora no tengo nada". Estos son sólo algunos de los testimonios de la gente que hace cola para recoger alimentos en la Cruz Roja, Cáritas o en la parroquia de Santa Anna de Barcelona. La crisis sanitaria del coronavirus también ha comportado una crisis social bestial que ha dejado a miles de personas sin ningún ingreso.
Cada semana tenemos unas 10.000 personas más por atender. Si antes del inicio de la crisis llegábamos a unas 100.000 personas, ahora tenemos unas 160.000", explica el coordinador de la Cruz Roja, Enric Morist. Además, detallan que durante el confinamiento total, también hicieron repartos a domicilio.
Cáritas, que durante este mes de abril ha atendido además de 3.000 familias, ha habilitado un punto de apoyo en el Hospitalet a raíz de la crisis del coronavirus. "Atendemos de media a unas 200 familias, cada día vienen unas 30 para recoger alimentos y productos de limpieza básicos", explica el trabajador social Xavi Revilla.
Una situación similar es la que viven en la parroquia de Santa Anna de Barcelona, donde la demanda se ha incrementado 3 veces. "Atendemos, de media, a unas 220 personas al día", explica el rector Pello Sánchez.
Un perfil cambiante
El perfil de personas demandantes también ha cambiado. "Tenemos personas sin hogar, pero también migrantes sin papeles ni contratos legales que hasta ahora vivían de la economía sumergida. Después de un mes de confinamiento, eso ha fallado. Hay familias enteras que dependen de esta ayuda", detalla Sánchez. "Ha llovido sobre mojado. En el 2008 algunos de los que vienen perdieron la vivienda y se pulieron los ahorros", explica Morist, que habla de una crisis sin precedentes. "En temas humanitarios, 160.000 personas es una bestialidad".
Preguntados por una posible comparación con la crisis del 2008, todos coinciden con el hecho de que la provocada por el Covid-19 es como un tsunami y que va todo mucho más rápido. "Hay muchísima incertidumbre. Cuando hay un desastre humanitario, ves la emergencia, que es muy dura, pero ves el final. Aquí no se ve. Además, afecta a todo el territorio, pequeños y grandes municipios. Afecta a todos los sectores de la población, perfiles vulnerables, enfermos crónicos, personas mayores... y es atemporal. Es una emergencia sostenida y permanente", insisten desde la Cruz Roja.
Precisamente por estos factores, ponen énfasis en la importancia de que haya alguna medida social básica que ayude a las familias. "Estamos preocupados. Ahora mismo nosotros 'sólo' estamos parando el golpe, llenando la nevera", repiten desde la Cruz Roja, aunque se preguntan qué pasará cuando no se puedan pagar suministros o alquileres.
Las tres entidades creen que es posible que las peticiones vayan a más. Los alimentos y llenar la nevera son cosas básicas, sin embargo, ¿qué vendrá después? Desde la Cruz Roja explican que cuando llegan después de un desastre dan asistencia y que luego viene la fase de reconstrucción. Una vez más, la incertidumbre hace que no sepan cuándo podrán empezar esta fase. "Nos encontramos en una fase asistencial. Esta no soluciona nada. Llenamos la nevera, que no es poco pero no podemos pensar más allá," argumenta Morist. "Hacemos la planificación de compra cada semana, compramos los stocks para 52 centros. En este sentido, tenemos muchas donaciones de productos. Damos producto seco –pasta, legumbres, galletas–, pero también fresco".
Desde la parroquia de Santa Anna, que reparten tres comidas cocinadas, intentan prepararse para lo que vendrá. "Estamos montando un equipamiento de duchas en el centro y también una cocina para poder calentar la comida cuando lo podamos servir, que será comida preparada y cocinada".
La vergüenza de la primera vez
Juan, de 56 años, no había pedido nunca. "Me he quedado sin trabajo, no sé cuándo podré volver a buscar y mis hijos ahora tampoco trabajan", explica. Desde Cáritas detallan que donde notan más la vergüenza es en familias que hasta ahora no habían tenido que pedir nunca nada. "Hemos notado un incremento de familias que quizás tenían una vida mejor, con su trabajo, su permiso de trabajo y que esta crisis sanitaria los ha hecho volver atrás. Cuando hablamos con ellos por teléfono por ejemplo, se les nota que no están cómodos en esta situación. Muchos vienen de ERTE, que no han cobrado".
"Hay mucha gente que no se había encontrado nunca en esta situación y vienen directamente a la cola, para no tener que registrarse. Se acerca directamente", comentan desde la Cruz Roja.
"Cuando tuve a mi hijo fui a pedir ayuda porque me quedé sin trabajo. Trabajaba en casas. No tengo papeles, ni baja por maternidad, no tengo nada. Me ofrecieron ayuda y justo antes del inicio del coronavirus me iban a dar un trabajo. Pero al final no. Somos cuatro en casa y la situación es muy difícil", describe Isi.
Más demanda, más voluntarios
"Hemos tenido un incremento de unos 4.000 voluntarios, la mayoría millennials," detallan desde Cruz Roja. La mayoría jóvenes, estudiantes que ahora dan las clases online. "No hemos hecho ninguna campaña, el único mérito que tenemos es el de hacer cosas".
En Santa Anna y Cáritas también han notado un incremento de voluntarios. "Al voluntario más mayor le tuvimos que pedir que se quedara en casa por protección", subrayan desde Cáritas. "De aquí surgió un llamamiento para que todo el mundo que quisiera pudiera ayudar".
Dolores se apuntó justo después de oír este llamamiento. "Estoy en el paro y tengo tiempo libre. La verdad es que está siendo una experiencia gratificante. Al principio era sólo un día y ahora son tres. Sabe mal ver que tanta gente lo está pasando mal pero está muy bien poder poner un granito de arena".
Marcos Martínez también se apuntó con esta intención. "Contacté con Cáritas y quería aprovechar el tiempo libre que tenemos porque parece que la cosa va para largo".
Incertidumbre, miedo y dudas. Para muchos, es difícil imaginarse el mañana.
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