No llegan al centenar de casos ni han registrado aún ningún muerto, pero Portugal ha decidido coger el toro por los cuernos. Para contener la epidemia de coronavirus en el país, el gobierno ha implantado el estado de alerta y ha decretado el cierre de todas las escuelas, guarderías, discotecas y salas de fiesta por lo menos hasta Semana Santa.
"Es una lucha por nuestra propia supervivencia". Con estas palabras ha justificado las medidas, el primer ministro Antonio Costa, durante su comparecencia después de la reunión de crisis de su consejo de ministros. Entre la batería de decisiones tomadas, la principal es la suspensión de clases -como Catalunya. El 9 de abril se volverá a evaluar la situación.
Portugal pone también barreras al ocio. Las discotecas y establecimientos similares no podrán abrir. En su caso, además, se ha ordenado la reducción de la capacidad máxima de bares y restaurantes y se imponen limitaciones en los centros comerciales. También se recortan las visitas a las residencias de abuelos.
Al mismo tiempo, se ha optado por blindar el acceso por mar. Sólo podrán atracar cruceros en los puertos portugueses para avituallarse, pero queda prohibido que desembarquen los pasajeros. Únicamente podrán hacerlo aquellos que residan en Portugal.