Día 06. Después de desayunar, a primera hora de la mañana, hemos proseguido nuestra particular experiencia en Sicilia. Hoy por la mañana, hemos conocido la Catania popular y cotidiana, y a la vez profunda y misteriosa; que se expresa a través de los paradistas y los usuarios del mercado de la Pescheria, situado entre la majestuosa y solemne plaza del Duomo y el popular y bullicioso antiguo barrio de pescadores. Y acto seguido nos hemos adentrado en aquella Catania desconocida por los forasteros, la Catania de las clases populares desde hace siglos; la Catania de ropa tendida sobre los hilos que, a media altura, atraviesan las calles; la de los vecinos que se saludan y conversan de ventana en ventana.

Efectivamente, a primera hora nos hemos adentrado en el Mercado de la Pescheria; un singular espacio de vendedores ambulantes de pescado fresco, de salazón, de carne, de embutidos y quesos, y de frutas y verduras. La Pescheria, situada en la parte del detrás de la monumental Piazza del Duomo, es la otra cara de la moneda. Protegida por la sombra que los grandes edificios de la plaza proyectan sobre las calles de detrás; es un estallido de olores, de colores, de sabores y de ruidos. En la Pescheria, desde hace siglos, late el corazón de sus clases populares. Y el pez espada, las berenjenas o las fresas enanas; nos explican la historia del pueblo siciliano a través de su dieta alimentaria.

Catania. Parte del grupo de las chicas en el mercado de la Pescheria / Foto: Marc Pons

Acto seguido nos hemos dirigido al barrio histórico de los pescadores, una trama de calles estrechas situada a pie de puerto, que gravitan en torno a la plaza de los Pescadores, la bastión de aquella Catania popular de los siglos XVIII, XIX y XX. Aquella Catania que vivió la tragedia de miles de hijos e hijas abocados a la emigración; hacia los Estados Unidos, primero; y hacia los grandes centros industriales del Piamonte y de la Lombarda, en el norte de Italia, después. La historia de la Fiat, el gigante de la automoción de Turín, también se escribe desde la plaza de los Pescadores de Catania. En la actualidad, este barrio pide a gritos una rehabilitación que impida que la especulación inmobiliaria lo devore. Es el "Cabanyal de Catania".

Catania. Plaza de los Pescadores / Foto: Marc Pons

Ahora pasamos balance y podemos decir que ha sido una experiencia muy enriquecedora. Una experiencia que no tan solo nos ha llevado a aquellos lugares monumentales que merecen una visita y requieren ser conocidos. Sino que, también, hemos hecho una inmersión en la Sicilia tradicional y cotidiana, a través de su gastronomía, de su enología, y del suyos mercados. Sicilia, nuestra hermana del Mediterráneo central, nos ha mostrado su alma, y la hemos visto en toda su dimensión. Con sus extraordinarias luces y con sus preocupantes sombras. Y con todo eso, nos hemos convencido de que los catalanes somos más sicilianos de lo que nos pensamos; y los sicilianos, son más catalanes de lo que se piensan.

Catania. Un rincón del mercado de la Pescheria / Foto: Marc Pons