Los propietarios de perros, especialmente aquellos que salen a pasear por los parques o bosques con su mascota, temen la llegada de la primavera porque con ella llega también la procesionaria, una oruga que prolifera en los bosques de pinos de Europa, Asia y norte de África. La procesionaria es un insecto que en las personas, especialmente en los niños, puede provocar problemas de salud, como irritación e inflamación en la nariz y la garganta, causando dificultades respiratorias, y puede afectar a los oídos. En caso de tener alergia, la afectación puede provocar incluso un choque anafiláctico grave. Pero para quien la procesionara es muy peligrosa, e incluso puede ser mortal, es para los animales. Las altas temperaturas han alterado su ciclo vital y con él se ha avanzado la época de llegada de la procesionaria a tierra, por eso hay que extremar la atención a partir de ahora si dejamos los perros sueltos por los parques y bosques donde pueda haber pinares de todo tipo.

 

 

Un ciclo alterado por el cambio climático

Desde el mes de septiembre y durante los meses de invierno, las larvas se mantienen en una especie de nidos en forma de ovillos blancos formados por hilos sedosos que cuelgan de las copas de los árboles, y entre los meses de abril y mayo bajan por el tronco del pino hacia tierra, formando las características hileras para desplazarse (de aquí el nombre coloquial de procesionaria), buscar un lugar donde enterrarse y empezar la metamorfosis de gusano en mariposa, para después aparejarse y volver a poner los huevos en los pinos. Pero lo que sucedía en primavera, ahora pasa en enero y febrero, a consecuencia del cambio climático y de las altas temperaturas. Cada vez salen antes y cada vez hay más porque hay menos depredadores naturales que sean una amenaza para su existencia y, a causa del cambio climático, también se extienden hacia latitudes más septentrionales y crecen sus límites geográficos, encontrándose incluso en altitudes de más de 1.500 metros, donde antes no llegaban.

 

La proliferación de la procesionaria lo ha convertido en una de las plagas más comunes e importantes de los pinares del Mediterráneo. Se puede alimentar de cualquier especie de pino, con especial predilección por el pino laricio, el pino albar, el pino canario y el pino silvestre, pero también puede estropear cedros y abetos, y su voracidad puede producir defoliación del árbol afectado. Se calcula la procesionaria afecta unas 120.000 hectáreas (en torno al 15%) de los pinares que hay en Catalunya están afectadas por esta oruga que, además de su capacidad defoliadora, tiene un gran poder urticante.

¿Cómo afecta a los perros?

La procesionaria puede convertirse en un problema de salud pública si los niños y los animales se acercan demasiado. Las orugas, cuando se sienten amenazadas, sueltan un pelo urticante muy fino que quedan suspendidos en el aire y que cuando entran en contacto con la piel de las personas o los animales pueden provocar importantes afecciones. Las hileras de procesionaria de colores chillones llaman la atención de los perros, que se acercan a olfatearlas e incluso intentar comérselas. Si los pelos urticantes entran en contacto con las vías respiratorias, estas se pueden inflamar y causar una obstrucción mortal. Pero estos pelos, que contienen una sustancia tóxica denominada taumetopeïna y liberan histamina, lo que también pueden causar con el contacto con la piel o las mucosas (de la trufa del hocico del perro o la lengua) es la necrosis de los tejidos. Por eso es muy importante que si el perro ha sido en contacto con la oruga, se pueda lavar la zona afectada abundantemente con suero fisiológico o agua, y llevarlo|traer tan pronto como se pueda al veterinario.