Daesh está sufriendo en las últimas semanas fuertes reveses militares. En Iraq, el ejército iraquí y los peshmergas kurdos avanzan sobre Mosul, considerada por Daesh como su capital. Y en Libia una coalición de diferentes grupos armados amenaza Sirte, la capital de los yihadistas en África del norte. Y en África occidental Boko Haram sigue perdiendo terreno frente al ejército nigeriano en su feudo del bosque de Sambisa. Daesh está lejos de estar acabado, porque mantiene muchos seguidores, pero es probable que en las próximas semanas pierda los principales territorios que controla y deba cambiar sus estrategias.
Hacia el asedio
Las fuerzas de Daesh tienen cada vez más cerca sus enemigos y muy pronto quedarán rodeadas. Los bombardeos sistemáticos de la coalición internacional sobre las posiciones yihadistas debilitan mucho su resistencia. Ashton Carter, secretario de Defensa de Estados Unidos, ha acudido a Bagdad para intentar coordinar la batalla y evitar el conflicto entre sus aliados. Durante el viaje ha prometido aumentar el número de instructores norteamericanos y enviar más helicópteros a la zona (hay algunos soldados de Estados Unidos en el frente: esta semana murió un sargento de artificieros al explotarle un artefacto). El avance de los aliados es difícil, porque los miembros de Daesh recurren a estrategias de tierra quemada: a la quema de los pozos de petróleo le han sumado, en las últimas horas, la quema de una fábrica de azufre en Al-Qayara, a 55 km al sur de Mosul, que ha causado un gran número de intoxicaciones. La población civil intenta huir de los combates y ha crecido rápidamente el número de refugiados.
El frente
El gobierno central y el gobierno kurdo han pactado las zonas de ataque de sus respectivos ejércitos. En este acuerdo se establece que los kurdos no penetrarán en Mosul. Las fuerzas kurdas han desbordado las fuerzas de frente y se acercan rápidamente a la periferia de la ciudad. Las fuerzas del ejército iraquí avanzan rápidamente y este viernes han entrado en Al-Hamdaniya, una localidad próxima a Mosul que ha sufrido mucho la dominación de Daesh, ya que era el principal núcleo cristiano de la zona y también era habitado por las minorías religiosas shabak y kakai (variantes heterodoxas del islam perseguidas por los yihadistas). Los miembros de Daesh, que están usando a civiles como escudos en Mosul, podrían estar preparando ataques suicidas para cuando se desencadene la ofensiva final sobre la ciudad.
Maniobra de distracción en Kirkuk
Daesh, para intentar distraer a las fuerzas peshmergas que se acercan a Mosul, ha organizado una serie de ataques simultáneos en el interior de Kirkuk, una de las principales ciudades bajo control de las fuerzas kurdas, a 175 km de Mosul. Durante unas horas, los terroristas islamistas han conseguido controlar algunos barrios de la ciudad. La policía kurda, reforzada por peshmergas, ha conseguido recobrar el control de buena parte de la ciudad, pero todavía busca a terroristas. En el ataque han muerto algunas decenas de personas. Esta ofensiva ha vuelto a provocar tensiones étnicas en Kirkuk; la ciudad es habitada por miembros de varios grupos étnicos, y en los últimos tiempos han llegado muchos refugiados suníes que huyen de Daesh. Pero entre los no sunitas hay la sospecha de que los autores de los atentados serían falsos refugiados suníes.
Turquía aprovecha la ofensiva para atacar a los kurdos
Los aviones turcos han aprovechado la ofensiva contra Daesh para bombardear el territorio kurdo de Siria controlado por la guerrilla del YPG, uno de los enemigos más firmes de los islamistas en Siria. La aviación de Turquía asegura que en estos lugares había bases del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y afirma que con el ataque ha matado a 200 "terroristas" kurdos. El Gobierno norteamericano se ha mostrado preocupado por estos bombardeos e incluso el ejecutivo ruso ha condenado los bombardeos de los turcos, y les ha conminado a centrarse en la lucha contra el enemigo común, Daesh.
Sirte podría caer pronto
Tres gobiernos libios
Libia es considerada, en este momento, un Estado fallido, donde el aparato del Estado es incapaz de controlar el territorio (una situación similar a la de Somalia). En estos momentos en Libia conviven tres ejecutivos: dos en Trípoli y uno en Tobruk. En Trípoli tiene su sede el gobierno reconocido por la ONU, formado el pasado abril (sin mucho apoyo popular). En la misma capital hay un segundo gobierno, islamista, el Congreso Nacional General, que en las últimas semanas está enfrentándose al gobierno reconocido internacionalmente por el control de los edificios clave de la capital. El tercer ejecutivo está en Tobruk, y es dirigido por el mariscal Jalifa Haftar, un exdirigente gadafista, antiguo colaborador de la CIA, que pasó los últimos años de dictadura de Gadafi en el exilio. Este controla buena parte de los recursos petrolíferos del país, y por eso deja en situación extremadamente frágil al gobierno oficial. Pero además de los tres gobiernos, y de Daesh, hay varios grupos armados, algunos yihadistas; otros, etnicistas, y muchos más, sin ninguna ideología, que crean una inestabilidad constante.