Cada día a las 20 h hay un aplauso en agradecimiento a los equipos médicos y el resto de servicios esenciales que trabajan en medio de la crisis sanitaria más importante de los últimos años. Después de un mes de confinamiento, los aplausos siguen, y dentro de los hospitales, no ajenos al apoyo exterior, continúa un trabajo que va más allá del ámbito médico.
En el Hospital Clínic de Barcelona es donde ingresó el primer positivo de Covid-19 que se detectó en Catalunya. Fue el 25 de febrero. Justo ahora ha hecho dos meses. Y empieza una carrera contra reloj para preparar el hospital ante un posible colapso.
"Planificamos desplegar las UCI. Ya veíamos que habría esta necesidad", explica Noemí Pou, gerente del Área Quirúrgica del Clínic. Supervisa la UCI de los postoperatorios habitualmente. 7 camas que ante el coronavirus se amplían en dos bloques más triplicando la capacidad. "Fuimos capaces de reconvertirnos" explica.
En el Clínic no sólo se prepara la infraestructura, sino que también se forma al personal: "Se empezó a hacer un despliegue de formación para profesionales que están a primera línea. Era imprescindible preservar a los profesionales".
La fiebre no remite
El 24 de marzo, en pleno confinamiento y subida de la curva, Joaquim Pol tiene fiebre alta. Siguiendo las recomendaciones que se empiezan a dar, llama a su Centro de Atención Primaria que le hace un seguimiento diario. Pero "la fiebre no remite. No hay manera de que baje". Después de una semana con fiebre, el fin de semana Joaquim guarda cama y el lunes le acaban enviando una ambulancia. Ingresa al Clínic el 30 de marzo y el día siguiente, entra en la UCI donde está 17 días.
"Tuve miedo cuando me bajaron a la UCI", explica. "Los días en la UCI fueron muy complicados. Los primeros días fueron muy duros", aunque dice que no es muy consciente, que lo recuerda vagamente. Joaquim ingresó al Clínic positivo de Covid-19 y con neumonía.
Su hermano presentaba un cuadro similar y lo ingresaron en el Hospital del Mar. Su madre murió positiva de coronavirus mientras los dos hijos estaban en las UCI. Creen que el vínculo del contagio es su madre. Los dos cuidaban de ella después de que cerrara el centro de día donde pasaba los días por orden del Gobierno. Su madre murió sola, con 86 años y Alzheimer. "Es una manera muy indigna de morir para una persona", dice Joaquim, que se tuvo que hacer cargo de los trámites del entierro desde la misma UCI y con una llamada de teléfono.
Más allá del trabajo de ser médico
"No hubiera creído nunca que el personal pudiera responder de esta manera. No es síndrome de Estocolmo. Lo que hacen va más allá del trabajo", dice emocionado y con la voz rota.
No muy lejos de donde está Miquel, unas plantas más abajo, Noemí Pou, desde el despacho de gestión del Área Quirúrgica explica que "los hospitales hemos sido capaces de adaptar sus espacios y ser flexibles, y eso es importante, y que se ha podido atender a todo el mundo, que todavía es más importante, porque, claro, cuando lo veíamos a venir teníamos miedo de verdad. Hemos hecho maravillas".
El personal sanitario hacía turnos de 12 horas a la UCI del Clínico y la Noemí Pou ha tenido que gestionar también las emociones del personal: "Teníamos que gestionar las emociones del personal y las emociones de los familiares con los que tienes que hablar por teléfono y dar malas noticias".
Una vez acabado el turno, mucho miedo
"Una vez acabado el turno, mucho miedo y cuando llegan a casa no osan acercarse a la familia. Llegar a casa es poner toda la ropa en la lavadora, ducha y no tocar a los hijos. Es duro",
"Los profesionales trabajan bajo más presión, en unas condiciones en las que no trabajas habitualmente", explica Noemí Pou que "cuando la curva estaba subiendo no estaba tranquila". Por la UCI del Clínic han pasado unas 400 personas con Covid-19. "No hemos llegado a tener falta de material, pero sí que hemos sufrido para tenerlo. Algún material lo hemos gestionado muy acordadamente. No era el material que hubiéramos comprado pero era el material que llegaba y que mecesitábamos".
"No fui consciente del colapso. No notaba ningún tipo de conmoción. Allí estaba totalmente aislado", explica Joaquim.
Solamente me acompañaba la radio
La compañera de habitación de Joaquim era la radio: "Yo tiraba mucho de radio. Escuchaba RAC 1 al mediodía y por la tarde. Procuraba evitar las ruedas de prensa y las listas de bajas. No tenía ganas de ir oyendo como los otros se iban muriendo".
Joaquim hace 10 días que está en planta ya, esperando el traslado a uno de los hoteles habilitados que acogen a los positivos que están en proceso de recuperación.
La curva está plana, parece que va de baja, pero los médicos son muy prudentes: "La gente es sensata y es capaz de entender todo lo que se ha explicado. Quiero pensar que la gente será capaz de hacerlo bien. Es posible que tengamos unos casos más, pero no quiero pensar en un rebrote importante. Quiero ser optimista".