Una cosa son los reportajes, pero en Catalunya, los documentales de televisión empezaron con Dolors Genovès. Después vinieron muchos otros que también lo han hecho muy bien, pero la pionera fue Dolors Genovès, imponiendo un elevado nivel de rigor, de profundidad, de excelencia en el lenguaje audiovisual y, también hay que decirlo, de coraje informativo siempre crítico y nada complaciente. Supo aprovechar su sólida preparación académica como historiadora, como pedagoga y como periodista puesta al servicio de su inquietud intelectual. Venía de trabajar los primeros años de TV3 en la sección de Cultura, donde cubrió los acontecimientos más importantes, los festivales de cine y de teatro, los últimos años de la vida y la muerte de Dalí y otros catalanes universales. El primer gran documental fue Operació Nikolai, premio Ajoblanco, sobre la trama estalinista que llevó al asesinato de Andreu Nin, uno de los grandes enigmas de la guerra civil. Lo hizo investigando en los archivos del KGB y encontrándo testimonios que le permitieron situar por primera vez donde fue enterrado el dirigente del POUM. De aquellas investigaciones también surgió L'or de Moscou, refutando con datos y documentos la propaganda franquista. El trabajo de investigación en archivos de todas partes, de Rusia, de Europa, de Cuba, de Salamanca, de Madrid y, por descontado, también de Catalunya formaba parte de su riguroso modus operandi.
Especialmente valiente fue el Sumaríssim 477 sobre la vida y la muerte de Manuel Carrasco i Formiguera, símbolo de buena parte de la sociedad catalana, fiel a la República por su catalanismo y perseguido por los radicales anticlericales de la retaguardia. Carrasco se enfrentó a la FAI para impedir los saqueos, lo cual lo obligó a huir antes de que una patrulla lo ejecutara. Por circunstancias de la huida, se encontró involuntariamente en Burgos, donde fue ejecutado tras un consejo de guerra en el cual participaron activamente testigos catalanes. La publicación de los nombres de estos testigos provocó una reacción airada de los hijos de los falangistas que llegó a los tribunales, con sentencia firme favorable a Genovés. Significativamente, algunos de aquellos herederos falangistas participaron pocos años después en la fundación del partido Ciudadanos.
Los archivos de TV3 conservan auténticas piezas de valor histórico sobre personajes primordiales de la historia contemporánea, como Cambó, Juan March, o Porcioles, pero los documentales de Genovès sobresalían como trabajos artesanales de alta calidad audiovisual, siempre bien asistida por los realizadores de la casa como Ramon Millà, Ricard Belis o Lluís Montserrat y el magnífico departamento de documentación que dirigía Alícia Conesa. El documental Chomón, sobre el cineasta pionero aragonés, le mereció en el 2002 el Premio Cine-Rescate a la mejor utilización de imágenes de archivo y en el 2006 recibió el Premio en la mejor producción por Roig i Negre en el Primer Festival Internacional Memorimage de Reus. En 2019 fue premiada con el Premio a la Trayectoria Profesional, en el marco de los Premis de Comunicació No Sexista que concede la Associació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC).
Cuando las ansias soberanistas del país emergieron, Genovès quiso auscultar el latido de la sociedad catalana del momento con la pregunta Adeu Espanya? y después con Hola Europa.
La muerte de Dolors Genovès es una mala noticia para la familia, para los amigos y para la cultura, pero sobre todo ha sido una mala noticia porque Dolors no quería morirse y no tenía la edad. Todos estos años la enfermedad se ha ensañado con Dolors y ella se resistía a morir, luchadora como ha sido en todos los frentes de la vida, exigiéndose siempre el máximo a sí misma, combativa, perfeccionista y también —porque no decirlo— porque formaba parte de su talante, elegante. Elegante en el sentido más noble y profundo del término. Ha muerto, acompañada como siempre por su hombre, Germán y sus hijas, Georgina y Júlia, que se han mantenido ejemplarmente al pie del cañón hasta el último minuto.