Dos de cada tres ciudadanos de Catalunya son inmigrantes o hijos de inmigrantes, según los datos de la publicación La Catalunya dls vuit milions del Centr d'Estudis Demogràfics (CED) consultados por la ACN. Concretamente, el 65,8% de la población catalana es inmigrante o descendiente de inmigrante —sea fruto de la emigración de otras partes del Estado como de la internacional—. El trabajo también destaca que la migración del siglo XXI ha aportado 1,5 millones de personas al país, ante las 200.000 provenientes del crecimiento natural. Así, concluye que es la inmigración la que explica el crecimiento exponencial. En 2021 había 2,8 millones de personas nacidas fuera de Catalunya.
La evolución del saldo migratorio marca cuatro grandes olas: dos en el siglo XX (1910-1929 y 1950-1976) protagonizadas por inmigrantes provenientes del resto del Estado; y dos más (2000-2008 y 2016-2022) protagonizadas por inmigración internacional. Las dos primeras olas aportaron a Catalunya 455.000 y 1,3 millones de personas, respectivamente. Es decir, que contribuyeron en un 76% y en un 55% al crecimiento total de la población en estos periodos. Con respecto a la inmigración del siglo XXI, ha aportado 1,5 millones de personas.
La evolución demográfica del país
El trabajo del CED defiende que sin este peso "extraordinario" de las migraciones no se entendería la evolución demográfica del país, pero tampoco la económica, la social o la cultural. También explica que el crecimiento demográfico de Catalunya se ha producido "a trompicones", muy relacionado con los ciclos económicos. El saldo migratorio es el componente principal de este incremento, ya que el crecimiento vegetativo destacó durante los años sesenta hasta la primera mitad de los setenta gracias al conocido baby-boom, pero desde entonces ha ido perdiendo peso por la bajada de la natalidad y el aumento de las defunciones por el envejecimiento.
La migración del Estado en Catalunya se ha reducido con el paso de los años, después de los picos de los años sesenta y setenta. En cambio, la de personas que viven en el país y deciden marcharse a otras comunidades autónomas ha aumentado: en el 2008 se registró un saldo negativo de 11.700 salidas por encima de las entradas. En cambio, la inmigración internacional ha seguido el patrón contrario. Los dos grandes picos de entradas se produjeron desde principios del siglo XXI hasta la gran crisis del 2008, con un pico de 201.700 mil entradas en el 2007. El segundo, desde el 2014 en el 2019, con 203.800 entradas en el 2019. La pandemia de la covid volvió a frenar el proceso, mientras que el saldo migratorio pasó a ser negativo entre el 2012 y el 2014.
Catalunya, tierra de inmigrantes
En el 2021 había en Catalunya 2,8 millones de personas nacidas fuera del país, el 56,5% de las cuales en el extranjero. A estos hay que sumar 2,3 millones que han nacido en el país, pero tienen como mínimo un progenitor nacido fuera, el 74,2% de los cuales en el resto del Estado. Sumando unos y otros, inmigrantes y nacidos en Catalunya pero descendentes de uno nacido fuera, representan el mencionado 65,8% de la población. Es decir, que dos de cada tres ciudadanos de Catalunya son inmigrantes o hijos de inmigrantes. Si se añade la tercera generación nacidos en el país, con progenitores también en el país, pero algún abuelo o abuela nacidos fuera, alrededor de tres de cada cuatro catalanes serían producto directo o indirecto de la inmigración del siglo XX y XXI. El CED lo resume asegurando que Catalunya es "tierra de inmigrantes".
Entre los que vinieron otras partes del Estado destacan los que lo hicieron de Andalucía y Extremadura. En cuarenta años, el ranking se mantiene casi intacto, pero con menos efectivos de cada origen, producto mayoritariamente de la mortalidad y el retorno. Así, los nacidos en Andalucía representaban en 1981 aproximadamente un 16% del total de la población catalana y los extremeños estaban en torno al 3%. Ahora, los de origen andaluz son poco más del 6% y los de Extremadura no llegan al 2%. Por detrás hay Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Galicia, País Valencià, Murcia y Madrid.
Andalucía, Extremadura, Marruecos, Colombia...
Con respecto a la inmigración internacional, casi todos los países del mundo están representados entre el 1,7 millones de personas nacidas al en el extranjero empadronadas en Catalunya. Por grandes agrupaciones, destacan a los latinoamericanos, con el 44,8% de los empadronados nacidos en el extranjero en 2022; por encima del 22,1% de europeos, el 20,8% de africanos o el 11,3% de asiáticos. Por países, los nacidos en Marruecos son el primer origen con 266.000 personas, el 15% de todos los nacidos en el extranjero. Los siguen los nacidos en Colombia (6,8%) y Argentina (5,5%).
Con respecto a la distribución, Barcelona tiene 477.700 personas nacidas en el extranjero, un 29,2% del total. La siguen l'Hospitalet (33,1%) y Badalona (19,8%). Por poblaciones, Guissona es el municipio con el porcentaje mayor nacidos en el extranjero (49,2%), seguimiento de municipios atados al turismo o la agricultura como Castelló d'Empúries (47,1%) o la atracción por la frontera que ofrece La Jonquera (44,3%).
Los grandes retos demográficos
Una de las características de la actual situación demográfica es la baja y tardía natalidad: menos de 1,2 hijos por mujer en el 2022. La bajada de la natalidad se produjo durante todo el siglo XX, a excepción del periodo entre medios de los cincuenta en los setenta (el baby-boom). Desde principios de los ochenta, sin embargo, el modelo es el de muy baja y tardía fecundidad, alterado solo en parte durante el primer decenio de este siglo por la materialización de la fecundidad aplazada a edades jóvenes y la inmigración extranjera. En 2008 se llegó a 1,58 hijos por mujer. Pero las dificultades para materializar el aplazamiento de la fecundidad en edades jóvenes y la reducción en la llegada de la población extranjera ha propiciado el contrario. El CED alerta de que este modelo de fecundidad provocará que en las generaciones más recientes una parte significativa de las mujeres no tengan hijos a pesar de desearlos y que la descendencia de las que son madres sea también inferior a la deseada —lo que se conoce como déficit de fecundidad—.
El CED sitúa como grandes retos gestionar un territorio más poblado con dinámicas internas bien diferenciadas como el despoblamiento o la gentrificación, así como cohesionar una población cada vez más diversa y adaptar las transferencias tanto públicas como privadas a una estructura de edad progresivamente envejecida. La publicación de La Catalunya dls vuit milions se ha hecho en conmemoración de los 40 años del centro, que ha llegado a este aniversario al mismo tiempo que el país ha pasado de los seis a los ocho millones de habitantes.