El escritor valenciano Santiago Posteguillo, que reside en Paiporta, ha explicado lo que vivió en primera persona la noche del 29 de octubre, cuando la DANA arrasó el sur de València. La suya, en la zona cero, fue una de las localidades más afectadas por el temporal y las inundaciones, con al menos 45 muertos y numerosos destrozos. El autor de best-sellers de ficción histórica como "Roma soy yo" habló el viernes 15 en el Senado durante un ciclo de conferencias y aprovechó para antes compartir un relato duro del "torrente brutal de agua sin control", de los destrozos, de la tardía respuesta de las instituciones y de cómo vio el cadáver de una chica joven en medio de una plaza.
Posteguillo explicó que su pareja instó a subir a la terraza, un lugar alto, porque le había avisado por teléfono su hermana de las crecidas. Su residencia se encuentra en escasos metros del barranco de Poio, el paso de agua ya conocido por todos porque desbordó, anegando toda la zona. El escritor relató que estuvo a punto de ir a buscar su coche para apartarlo del agua, al ver que cubría ya un palmo por encima del suelo. Afortunadamente, unos vecinos lo aconsejaron que no lo hiciera porque no era "una buena idea". "Evidentemente, mi coche lo encontré cuatro días después, a un kilómetro de distancia donde lo había aparcado. Pero eso es eso de menos", añadió Posteguillo.
El escritor valenciano narró en el Senado "el impresionante" torrente "de dos metros de agua sin control", que se llevaba, dice, árboles, ramas, coches y todo tipo de objetos durante al menos seis horas. Incluso se llevó una nave industrial que estaba cerca de su casa. En comparación, su casa no se vio muy afectada más allá del agua llevarse la puerta y parte de la fachada. "Yo tuve miedo por la estructura del edificio", añadió.
"No había nadie, solo el cadáver en medio de la plaza de una joven"
"Nos metemos en la cama sin luz ni agua pensante que, lógicamente, por la mañana estaría la Guardia Civil, estarían los bomberos, el Ejército. Pero no había nadie. Solo había el cadáver en medio de la plaza de una joven china a la que yo recuerdo haberle comprado en su bar, en la plaza, alguna vez alguna botella de agua cuando me olvidaba de comprar agua mineral, con la que alguna sonrisa se ha intercambiado porque la mujer no hablaba mucho español. Y al lado su madre velando el cadáver. Pero no había policía ni ejército. No vino nadie en todo un día. Los coches estaban volcados. Lleno de barro, silencio, miedo. Cae la noche. No viene nadie. Hay saqueos. No sé si han visto la película La purga. Lo mismo", relató Posteguillo, dejando la sala muda.
El segundo día, igual. "No viene nadie, solo han retirado el cadáver un poquito más adentro en un bajo que han podido vaciar los vecinos. ¿Cómo puede ser que en 48 horas no venga nadie? ¿Alguien me lo puede explicar? ¿En España, siglo XXI"?, inquirió. También llamó a conocidos del Ejército, para los que ha dado conferencias: "No puedo decir lo que me dijeron. Solo que cuando colgué, le dije a mi pareja que teníamos que salir de aquí por|para nuestros medios". El tercer día, explicó, empezaron a llegar voluntarios. Él fue andando hasta València capital, viendo por el camino una zona "devastada" con cadáveres que todavía no se habían retirado, destrozos y coches arrastrados. Posteguillo ha lamentado lo que considera un abandono por parte de las instituciones, que ha tildado de "miserable", a la vez que lamentó la disputa política.