El mes de junio Catalunya ya ha agotado todos los recursos que la naturaleza puede generar en doce meses, según los datos de Global Footprint Network. Eso significa que cada año consumimos los recursos equivalentes a dos planetas y Tierra solo tenemos una. En las últimas décadas el mundo desarrollado ha centrado la base de su crecimiento en la llamada economía lineal, que se resume en producir, utilizar y tirar y que tiene una fuerte dependencia de las materias primas. Pero es evidente que el mundo nos está diciendo basta y que hace falta un cambio de paradigma inminente. Los efectos de agotamiento de la Tierra y el cambio climático nos obligan como sociedad a un nuevo modelo circular que suponga una alternativa sostenible para mantener el equilibrio del planeta.

Conscientes de que los recursos naturales son limitados y que, por lo tanto, tanto la producción como el consumo de bienes se tiene que hacer de manera respetuosa, nace la llamada economía circular, un modelo que integra la dimensión social y la conservación de los ecosistemas

Así pues, hay que apostar por nuevos hábitos de consumo que se basen en la reutilización, la reparación, la remanufacturación y el reciclaje de los materiales y productos, enfrente de la utilización de materias primas vírgenes. El objetivo, pues, tiene que ser mantener el valor de los productos, materiales y recursos durante el mayor tiempo posible con el fin de devolverlos al ciclo de producto al final de su uso y minimizar la generación de residuos. En definitiva, hay que sustituir los flujos económicos que acaban con un bien rechazado —extracción, fabricación, uso, rechazo— por una vida útil circular y prácticamente infinita —extracción, fabricación, uso, fabricación a partir del rechazo, uso, etc. . Dicho de otra manera, tenemos que conseguir que lo que ahora consideramos un rechazo se convierta en materia prima. Que el final de un producto sea el principio de otro.

De esta manera, no solo se reduciría de forma drástica la explotación de recursos naturales, sino que también disminuiría el uso de combustibles fósiles y la huella que estos bienes dejan en el medio. Si el mundo cambiara la manera de producir y consumir materiales duplicando la circularidad global, podríamos reducir las emisiones globales un 39% y reducir la huella total del material en un 28% de cara al 2032. Así pues, para mantener nuestro mundo habitable y próspero tenemos que duplicar la circularidad global del 8,6% al 17%.

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¿Qué podemos hacer nosotros?

Si partimos de la base que toda actividad empresarial tiene efectos ambientales, este nuevo sistema promueve cambios tanto en la producción de bienes y servicios como en el consumo que hacemos. El objetivo es reducir, reutilizar y reciclar los materiales utilizados en los sistemas de producción y consumo con la finalidad de asegurar que los residuos puedan ser asimilados también por los sistemas ecológicos. De esta manera se maximizarán los recursos disponibles y se mantendrán dentro del ciclo productivo cuanto más tiempo mejor. Así, hace falta que las empresas se centren en repensar y rediseñar modelos de negocio, productos y procesos, alargar la vida útil de los productos y recuperar el máximo valor posible de los productos cuando llegan a su final.

En este sentido, como consumidores, lo que podemos hacer en nuestro día a día es seguir la llamada norma de la triple R con el fin de rebajar la cantidad de residuos:

  • Reducir nuestro consumo con el fin de reducir el uso de recursos naturales, el gasto energético y la emisión de gases contaminantes.
  • Reciclar nuestros desperdicios. Separar correcta y selectivamente la basura para generar nuevas fuentes de materias primas y garantizar el retorno al ciclo productivo de todos los materiales.
  • Reutilizar los productos y dar una segunda vida útil a los objetos, así como implementar sistemas y ciclos de retorno para recuperar componentes que se pueden volver a utilizar.

¿Por qué tenemos que apostar por este tipo de economía?

Uno de los motivos para avanzar hacia una economía circular es el aumento de la demanda de materias primas y la escasez de recursos que vivimos actualmente. Varias materias primas cruciales son finitas y, como la población mundial crece, la demanda también aumenta. Y es que el modelo actual genera más dependencia de otros países. Además, el impacto al clima es otro de los factores que se tienen que tener en cuenta, ya que la extracción y el uso de materias primas tienen consecuencias medioambientales importantes, aumenta el consumo de energía y las emisiones de CO2, mientras que un uso más inteligente de las materias primas puede reducir las emisiones contaminantes.

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Actualmente, la producción de los materiales que utilizamos diariamente son responsables del 45% de las emisiones de CO2

En resumen, medidas como la prevención de residuos, el diseño ecológico y la reutilización podrían ahorrar dinero a las empresas mientras reducen el total anual de emisiones de gases de efecto invernadero. Avanzar hacia una economía más circular podría generar beneficios como reducir la presión sobre el medio ambiente, mejorar la seguridad de suministro de materias primas, estimular la competitividad, la innovación, el crecimiento económico y el empleo. También proporcionaría a los consumidores productos más duraderos e innovadores que brinden ahorros monetarios y más calidad de vida.