Desde el punto de vista ambiental, el mejor residuo es aquel que no se genera. Sin embargo, en los últimos años, en Catalunya los residuos municipales no han parado de crecer. Cada vez consumimos más y, por lo tanto, generamos más desperdicios. Pero el ritmo actual es insostenible medioambientalmente, sobre todo en el actual contexto de emergencia climática. Es por eso que hay que cambiar el paradigma y la gestión que hacemos de los residuos.
Si bien nos han insistido siempre en la necesidad de separar la basura y reciclar, la premisa que hay que tener clara en todo momento es que la prevención de residuos es la principal prioridad que debemos tener en todos los hogares. Se considera prevención de residuos toda aquella acción que tenga como objetivo evitar la generación cuantitativa de residuos o bien disminuir la peligrosidad. Eso, generalmente, se puede hacer de dos maneras: o bien haciendo una reducción en origen, minimizando los residuos en las fases de diseño, producción, distribución o consumo; o bien con la reutilización, volviendo a usar un producto, sea para la misma función inicial u otra de alternativa, en su forma original y sin ninguna modificación.
Cuantos menos residuos generamos, más fácilmente podremos gestionar aquellos que no podemos evitar
Actualmente, se calcula que cada catalán genera de media 1,62 kilos de desperdicios al día. Esta cifra supone una producción de residuos y un despilfarro de recursos naturales desproporcionados que, lamentablemente, va al alza. Por lo tanto, hace falta que como consumidores replanteemos nuestro día a día con la llamada norma de las tres R: reducir el consumo y, en consecuencia, los desperdicios; reutilizar productos y materiales para alargar el ciclo de vida, y, finalmente, reciclar los residuos.
¿Cómo puedes reducir tus residuos?
La causa principal del aumento del peso y del volumen de los desperdicios son los envases de un solo uso, que a menudo están fabricados a partir de materias primas no renovables y difícilmente reciclables una vez se han utilizado. Aunque la solución a esta problemática no es nada fácil, como consumidores podemos tomar algunas medidas muy sencillas dirigidas a disminuir la producción de los residuos, como evitar las bolsas de plástico, no hacer uso de productos con envoltorios innecesarios, no utilizar envases de un sol uso o minimizar los aerosoles. Por el contrario, podemos utilizar capazos o bolsas reutilizables y comprar productos a granel o con los mínimos embalajes. Las fiambreras también son buenas aliadas, por ejemplo, para comprar la carne, el pescado o las legumbres a granel.
En definitiva, la prevención de residuos y la recogida selectiva son acciones que contribuyen a liberar menos CO2. Si se generan menos residuos, hacen falta menos transporte y menos tratamientos. Y, si separamos los materiales que no podemos evitar como residuos, se pueden destinar a valorización y utilizarse de nuevo como materia prima secundaria para disminuir así la extracción y la importación de materias vírgenes. Por otra parte, al prevenir y aprovechar los materiales, reducimos la cantidad de fracción restantey que hay que eliminar en depósitos controlados e incineradoras, y las consecuentes emisiones que generan estos tratamientos.
A pesar de que en el últimos años los datos han mejorado, hace falta una gran concienciación social y avanzar todavía más hacia nuevas pautas de consumo para que no haya tantos residuos. Los productos tienen que ser repensados para devolverse a los proveedores y diseñados para ser duraderos y aprovechables. Además, la ciudadanía y los comercios tienen que tomar conciencia sobre el despilfarro de recursos y que hay que prevenir y hacer bien la recogida selectiva para que después los entes locales puedan enviar los residuos a tratar a los gestores de residuos y estos gestores puedan obtener materiales para un nuevo ciclo productivo.