España es uno de los países de Europa al cual viajan más mujeres para abortar, según una investigación periodística internacional coordinada por el digital Público, que indica que cada año más de 5.000 mujeres atraviesan las fronteras de sus países por las dificultades que enfrentan para acceder a una interrupción del embarazo. El país donde más mujeres europeas viajan para interrumpir su embarazo es Países Bajos, y eso se debe al hecho de que allí la ley permite el aborto hasta la semana 24 de embarazo. La segunda ruta más común es la de las mujeres que viven en Portugal y viajan a España, donde se puede abortar libremente hasta la semana 14.

El documento Exporting Abortion, que recoge que en el 2023 hubo al menos 5.860 traslados, analiza el acceso al aborto en Europa con datos de interrupciones realizadas por residentes de países europeos que viajaron a los Países Bajos, España, la República Checa, el Reino Unido, Eslovenia, Francia, Bélgica, Suiza, Irlanda y Lituania, así como algunas mujeres polacas que fueron a Alemania y Austria.

Falta de instalaciones y facilidades

Entre las razones para ir fuera de su país a abortar está la falta de instalaciones médicas o de profesionales que ofrezcan el procedimiento en su región, que la ley en el país donde viven no lo permite o porque prefieren someterse a un método diferente del que se ofrece en su país.

En países, como España, con leyes más permisivas, las mujeres pueden tener problemas que surgen en la mayoría de los casos cuando se detectan anomalías o malformaciones fetales en fases avanzadas del embarazo y tiene que decidir un comité clínico cuya evaluación depende de su composición. "El problema principal es el poder discrecional que tienen estos comités", explica Jordi Baroja, director adjunto de la Asociación de Derechos Sexuales y Reproductivos de Catalunya, y en eso incide la redacción de las leyes que permiten la aplicación de criterios subjetivos. "Hay diagnósticos que nunca se aprueban para abortos en países como España".

Los testimonios

El estudio realizado por el citado digital recoge testimonios como el de Olga, una mujer polaca que tenía claro que no quería ser madre, pero que vive en un país donde las leyes de aborto son de las más restrictivas de toda la Unión Europea. Olga se quedó embarazada en el 2019 y viajó a la República Checa para poder interrumpir el proceso. Otro caso que cita el diario es el de Juliana, una brasileña que vive en Portugal y no quería tener más hijos. Cuando se enteró de que estaba embarazada ya estaba de 13 semanas y en Portugal solo se permite abortar hasta la semana 10, por eso viajó a España donde está permitido hacerlo hasta las 14 semanas.