Este año ha sido bastante duro. Entre el estrés del segundo de bachillerato y la tensión de la selectividad, casi enloquezco. Afortunadamente, todo ha salido bien. Me he sacado el bachillerato y he conseguido entrar en la carrera que quería. Además, todos mis amigos del grupo también han entrado allí donde querían. Así pues, cerramos una etapa y abrimos una nueva que seguro será emocionante.

Sin embargo, no todo es bueno, y es que después de cursar toda la primaria y la secundaria juntos, nuestros caminos se separan aquí. Pero antes hemos querido homenajear todos estos años de amistad haciendo algo especial todos juntos. No sabíamos qué hacer (estamos bastante pelados), pero de sopetón se nos encendió la bombilla gracias a mi buen amigo Xavi, que mientras hacíamos una cerveza nos recordó una tan vergonzosa como divertida anécdota que protagonicé en la excursión de primero de ESO en PortAventura World.

Después de echarnos un hartón de reír (no, no la explicaré), se nos ocurrió ir a PortAventura World, ya que desde entonces ninguno de nosotros ha vuelto y guardamos un gran recuerdo. No solo nos pareció un plan genial, sino que lo encontramos una gran forma de recordar los viejos tiempos. Y sí, las expectativas se cumplieron, fue un día inolvidable. ¡A continuación, os explico cómo fue!

A las 10 de la mañana, puntuales (cosa extraña en nosotros), nos encontrábamos en las puertas del resort temático para ser de los primeros en entrar a PortAventura Park. Como habíamos madrugado y comprado las entradas por internet, casi no hicimos cola. Así pues, pasados pocos minutos de las 10, ya entrábamos con unas ganas de disfrutar y una energía desbordante. Y todo acompañaba, un sol radiante, el grupo al completo y todo un día por delante en PortAventura World. ¿Qué más podíamos pedir?

Empezamos fuertísimos. Y es que la primera atracción que encontramos es el Furius Baco, situado en la entrada de la zona Mediterránea. Si no conoces esta atracción, tienes que saber que se trata de una lanzadera que te hace acelerar de 0 a 135 km/h en tan solo 3 segundos. Es para flipar, de verdad. Te deslizas casi tocando el suelo, atraviesas vallas, túneles e incluso rozas el agua del lago del área Mediterránea. Si te gusta la velocidad, el Furius Baco es, sin duda, para ti.

FURIOUS BACO
Fotografía del Furius Baco

Después de este torrente de adrenalina, hemos continuado adelante hasta atravesar el Mediterráneo. Así, hemos ido a parar a la Polynesia, un área que simula una frondosa jungla hawaiana. Allí, hemos subido al Tutuki Splash para repetir la fotografía que nos hicimos a bordo cuando subimos durante la excursión de ESO. Entonces, todavía nos estábamos conociendo y no sabíamos que llegaríamos a ser tan buenos amigos. Ahora, somos más mayores, pero igual de bobos. ¡Qué le vamos a hacer! Pero ei, no solo valió la pena por la foto, el Tutuki Splash es la pera. Pero esto supongo que ya lo sabéis. ¿Quién no ha subido nunca al Tutuki?

Seguimos avanzando hasta llegar al plato fuerte: el Shambhala, emplazado en China. Es la montaña rusa más alta de PortAventura Park y desde que nos hemos llegado que nos morimos de ganas de subir. Cuando montamos por primera vez con el instituto, nos impresionó muchísimo. Y, ahora, a pesar de ser más grandes, también lo ha hecho. ¿Por qué? Pues principalmente por su caída libre interminable. Y también por sus cinco camelbacks (elevaciones durante el recorrido), que te hacen sentir que pierdes el contacto con el asiento. ¡Brutal!

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Fotografía aérea del Shambhala y el Dragon Khan

Mirad si es bestia el Shambhala que el Dragon Khan parece pequeño a su lado. Ahora bien, pasan los años y sigue teniendo algo que lo hace especial, único. Quizás son sus loopings o sus curvas que llegas a hacer a 110 km/h. Pero subirías una vez y otra. De hecho, eso es lo que hicimos, repetimos, aprovechando que tuvimos la suerte de no encontrar demasiada cola.



Íbamos como motos, y para que el ritmo no decayera, decidimos subir acto seguido al Hurakan Condor, una caída libre situada en México que pone los pelos de punta. Cuando fuimos años atrás no nos atrevimos a subir. Esta vez, no teníamos excusa. Así, sin pensárnoslo mucho, nos subimos a la que para mí es la atracción más heavy del parque. Solo te digo que subes encima de todo de una torre de más de 100 metros para caer 86 metros, sin previo aviso, a una velocidad vertiginosa. Quizás lo más fuerte de la atracción no es la velocidad de descender desde una gran altura, que también, sino el nerviosismo que uno siente cuando se encuentra encima de la torre, contemplando la demarcación de Tarragona a vista de pájaro, sabiendo que, en cualquier momento, caerás sin que puedas hacer nada para evitarlo. Es muy difícil de explicar, lo tienes que experimentar. Si te atreves, claro.

Bien, después de todo, necesitábamos una pausa para comer. Es por eso que fuimos a Vinosfera Tapes i Vins, que nos causó muy buena impresión. ¡Y cómo comimos, madre mía! Que sí, que PortAventura es velocidad, aceleración, atrevimiento, grandes alturas... pero también se come muy bien. Entre todos, nos zampamos varias tapas: croquetas de puchero, de setas, huevos estrellados, albóndigas a la jardinera, dips de pollo rebozado y una ensalada. Era tan bueno que repetimos de casi todas las tapas. Ah, y también tomamos unas cuantas cervezas.  

Con el fin de digerir la comida, decidimos asistir al espectáculo West Gold Frenzy del Far West. Y resultó ser muy entretenido. Sin hacerte ningún espóiler, te informo de qué va. Los temidos hermanos Morgan, conocidos en todo el oeste, llegan con la intención de robar un preciado botín. ¿Lo conseguirán? ¡Descúbrelo tú mismo!

Acabado el espectáculo y habiendo hecho la digestión, fuimos directamente a la atracción de la cual todo el mundo nos ha hablado: la llamada Uncharted: El Enigma de Penitence. Es una atracción muy innovadora al contar con multitud de recursos digitales. Es totalmente diferente de las atracciones a las cuales estás acostumbrado/a. Encima de un vagón, haces un recorrido interior y a oscuras lleno de lanzamientos laterales, plataformas giratorias, caídas libres invertidas y animaciones. ¡Seguro que no has experimentado nada igual!

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Fotografía del Hurakan Condor

Finalmente, acabamos el día pasando de 0 a 180 km/ h en solo 5 segundos y llegando a una altura de 112 metros. Y es que nos despedimos subiendo en el Red Force, la atracción más alta y rápida de Europa y la estrella del Ferrari Land, espacio que se encuentra dentro de PortAventura World. Así, como si nos encontráramos en un monoplaza de Ferrari, recorrimos 800 metros a una velocidad que asusta. Todavía estoy asombrado, es verdaderamente impresionante. ¡Si eres lo bastante valiente, sube, fliparás de verdad!