Fátima Ofkir Reyes ha tenido durante muchos años la etiqueta de ser la catalana -y también del estado español- más joven en cumplir condena en el extranjero. Ahora tiene 25 años, pero durante los últimos siete ha pagado muy caro un error de juventud, como muchos jóvenes que se dejan influenciar demasiado por un entorno tóxico y toman una mala decisión que acaba teniendo consecuencias devastadoras por uno mismo y para las familias. Es lo que le pasó a Fàtima cuando tenía 18 años y atravesaba una mala época de su vida. Las malas influencias de un grupo de colegas del barrio de la Florida la llevaron a aceptar un encargo aparentemente fácil: llevar una mochila de Omán a Barcelona, a cambio de dinero fácil o simplemente de pasar unos días en un hotel de lujo, eso no queda claro. Como tampoco está probado que Fàtima supiera el contenido que había en la mochila: siete kilos de morfina que la policía encontró en una redada en su hotel, y por la cual fue detenida, fue juzgada por posesión y tráfico de drogas y condenada a cadena perpetua. Un infierno que ha vivido durante siete años y que, por fin, acabó este sábado cuando el sultán le concedió el indulto después del mes de Ramadán, y del que se ha redimido esta mañana cuando ha podido aterrizar en el aeropuerto del Prat y abrazarse a su madre Rosario, que ha movido cielo y tierra para que la Fàtima pudiera volver a casa.

El sufrimiento de Rosario

El caso de la Fàtima es de película de Netflix, porque su perfil no encaja en absoluto con la deriva que tuvo su vida cuando decidió hacer aquel maldito viaje a Omán. Y porque, como pasa con la serie Adolescencia, lo que le ha pasado a Fàtima es una lección y una advertencia para muchos padres que en un momento dado se encuentran con un hijo o una hija que, siendo adolescente, cometen un error que pueden pagar el resto de su vida. Rosario Reyes llegó a describir los años de encarcelamiento de su hija como una "pesadilla psicológica", un sufrimiento que la distancia geográfica y las pocas posibilidades de comunicación aumentaron, así como las dificultades financieras que tuvieron que afrontar para costear la defensa legal inicial, que resultó del todo estéril. Rosario, incluso, también expresó sentimientos de culpa por no haber podido proteger a su hija durante su adolescencia, cuando era vulnerable a influencias externas.

Una chica alegre, extrovertida y participativa

"Fàtima es una chica de l'Hospitalet (Barcelona) con un carácter alegre y extrovertido, que no pasaba desapercibida entre sus compañeros y participaba en todos los proyectos que se le ponían por delante: tocaba en la Escola Municipal de Música, participaba activamente en la Associació d’Estudiants de la ciudat y en la Associació Educativa Itaca, era una destacada jugadora de softball en el Hércules y llegó a ser la primera presidenta del Consell Nacional de la Infància i l’Adolescència de Catalunya", explican en la página web #FreeFatima, que hace cuatro años abrió la Asociació de Estudiants de l'Hospitalet en apoyo a su compañera para dar visibilidad al caso y recoger fondos para poder costear los gastos legales del proceso y su recurso. La página ofrecía a los interesados poder contribuir de dos maneras, bien a través de un donativo económico o haciéndose voluntario para ayudar en el caso.

De ocho años de pena en 25

En esta web, que se abrió cuando Fàtima tenía 21 años, se ha ido informando periódicamente de la evolución del proceso de un caso que en muchos momentos se vio del todo perdido, hasta el punto, que dice que "su madre, Rosario, y todos los que la queremos, solo pedimos una cosa. "Si se demuestra que ha cometido un delito, que cumpla una condena, pero que la cumpla aquí". Porque la situación de la joven catalana en la prisión de mujeres de Mascate se hizo casi insoportable. Solo podía hacer tres llamadas en el mes para hablar con su familia durante un minuto, y aunque el consulado español en Omán se encargaba de su manutención, #FreeFatima explica que no había un tratado de extradición con el país que pudiera dar un poco de luz para conseguir su repatriación. La Fàtima, explica la web, era la única que hablaba castellano en la prisión y un "repentino endurecimiento de las penas después de la muerte del sultán - Qabús bin Said en el Said, que murió el 10 de enero de 2020 a los 79 años a causa de un cáncer de colon después de cerca de cinco décadas en el trono- provocó que lo que tenían que ser ocho años de pena, se convirtieran finalmente en 25 años.

Ganas de morir

La Fàtima ha tenido que enfrentarse a condiciones extremas durante su reclusión en Mascate. La desesperación de Fàtima era tanta que cayó en una grave depresión a causa de su aislamiento y las duras condiciones carcelarias, incluso se planteó aceptar el ofrecimiento de conmutar su condena por la pena de muerte, pero afortunadamente cambió de opinión. Fàtima tuvo que aprender el idioma e incluso se convirtió al islam para poder mejorar sus condiciones de supervivencia. Ha tenido que llevar un burka que le tapaba todo el cuerpo, rezar cinco veces al día, y acabó estudiando derecho porque quería entender lo que le había pasado, porque su juicio estuvo plagado de irregularidades, incluyendo la falta de asistencia legal adecuada y barreras lingüísticas que fueron insalvables. El periodista Toni Muñoz de La Vanguardia, ha explicado en el programa Vía lliure de RAC1 que "cuando llega la abogada, pide traducción del árabe al castellano para saber la condena y se da cuenta de que le han impuesto una pena de por vida", cosa que supuso un "choque muy duro" para Fàtima, que no entendió que la condenaban a cadena perpetua hasta años después de entrar en la prisión.

Mònica Santiago, abogada y ángel de la guarda

La abogada a la cual hacía referencia es Mònica Santiago, del despacho Vosseler de Barcelona, que en el 2021 apareció como un ángel de la guardia y asumió el caso de manera gratuita, lo que acabó siendo clave en la liberación culminada años después. Santiago descubrió que los anteriores abogados locales "presentaron los recursos fuera de plazo, e incluso no se presentaron a las 15 vistas que se celebraron sobre el caso", y empezó a tejer complicidades, a buscar todo tipo de ayuda, desde Carles Puigdemont, a José Luis Rodríguez Zapatero, los exministros de exteriores José Manuel García-Margallo y Miguel Ángel Moratinos, o el ex magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, una figura que Mònica Santiago considera clave. Como también ha sido fundamenta, explica la abogada, la ayuda inestimable del empresario Antonio Sagnier, fundador de la cadena Mcxipa, que se implicó de lo lindo, además de todas las gestiones con el ministerio que lidera José Manuel Albares, que también ha tenido un papel importante a la hora de conseguir el indulto por parte del sultán, que el ministro ha calificado de "un acto de humanidad", que con este gesto, que forma parte de los indultos que son tradición hacer después del Ramadán, también ha demostrado su "amistad hacia España". El sultán, por cierto, se llama Haitham bin Tariq Al-Said, que ocupa el trono desde el 11 de enero del 2020 después de la muerte de su primo, el sultán Qabús bin Said.

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El sultán de Omán, Haitham bin Tariq Al Said, que ha indultado a Fàtima Ofkir