El Gobierno de Finlandia ha expresado este viernes su reticencia a la incorporación del catalán, el gallego y el vasco como idiomas oficiales de la Unión Europea (UE), ya que consideran que implicaría cargas financieras y administrativas y, alegan, hay otras formas "más sencillas" de promover cuestiones relativas a lenguas minorizadas. Así lo ha acordado este viernes un comité centrado en temas de la UE y encabezado por el primer ministro finlandés, el conservador Petteri Orpo, que ha señalado que ampliar el listado de lenguas oficiales puede ralentizar la toma de decisiones en el ámbito comunitario y retrasar la entrada en vigor de futuras normativas.
El Ejecutivo finlandés, que incluye al ultraderechista 'Partido de los Finlandeses', asegura que aboga por fomentar la diversidad cultural y lingüística dentro de la Unión, pero no cree que la propuesta de España —instada por el independentismo catalán, que lo ha puesto como condición para dar su apoyo a una eventual investidura de Pedro Sánchez— sea la mejor manera, tal como puede extraerse de un comunicado difundido por el propio Ejecutivo.
España, con la Presidencia de turno de la UE, ha incluido el asunto en la agenda del próximo Consejo de Ministros de Asuntos Generales, que se celebra el próximo martes 19, con la intención de que haya un debate y una eventual votación. No obstante, diferentes fuentes diplomáticas consultadas por Europa Press consideran prematuro dar por hecho que haya decisión en Veintisiete porque varios socios tienen dudas sobre el coste de la medida y la manera en que pueda afectar el papel a otras lenguas minorizadas de la UE.
Se une a Suecia
La semana pasada, el diario Le Monde ya adelantaba que algunos estados no lo veían clara la incorporación del catalán en la UE, y las reticencias de Finlandia se unen a las que ya ha expresado Suecia: "Hay muchas lenguas minoritarias que no son oficiales dentro de la UE", dijo el Ejecutivo sueco. El gobierno de Suecia, si bien todavía no ha tomado una posición final, señaló que estudiarían los efectos presupuestarios y de funcionamiento que implicaría esta iniciativa. El ejecutivo sueco se mostró "indeciso" con respecto a la posibilidad de modificar el Reglamento número 1, en el cual se recogen cuáles son los idiomas oficiales de la UE. Según la ministra de Asuntos Europeos, Jessika Roswall. Estocolmo quiere examinar "más a fondo" cuáles son las consecuencias "legales y financieras" de la propuesta, y Roswall ya ha apuntado que "hay muchas lenguas minoritarias que no son oficiales dentro de la UE", con el eventual efecto bola de nieve que pueda crear en toda Europa.
Irlanda, abierta
Por su parte, Irlanda está a la espera de conocer “los detalles” de la propuesta “formal” de España para la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego en la Unión Europea, pero basará su decisión final en su política de defensa “del pluralismo lingüístico” y de facilitar al máximo el acceso de los ciudadanos a la información europea. Así lo ha indicado el ministro de Asuntos exteriores de Irlanda, Michéal Martin, en respuesta a una pregunta parlamentaria escrita del Sinn Féin sobre esta cuestión. En la respuesta, con fecha del 11 de septiembre, el ministro apunta que “todavía es demasiado pronto” para explicar si Irlanda votará ‘sí’ o ‘no’ a la oficialidad del catalán, vasco y gallego, pero a diferencia de Suecia y Finlandia, no plantea “dudas”.