Lejos queda aquel 1984, cuando los historiadores y los que estuvieron apuntan como el nacimiento, en Catalunya y también en el estado español, del movimiento okupa. Un grupo de jóvenes accedieron a una finca de la calle del Torrent de la Olla, en la villa de Gracia, que hacía años que estaba vacía, y allí intentaron instalarse para vivir allí. Aquella "ocupación" duró poco más tres horas y la Policía Nacional, responsable de la seguridad ciudadana y el orden público entonces, los detuvieron y desalojaron el espacio que habían ocupado. Desde entonces ha llovido mucho, y algunas de las casas que, después, pasado los 90, se fueron haciendo más fuertes, también han ido cayendo, en largos juicios y desalojos que han acabado, haciendo bueno el lema okupa, con asonadas. "Desalojos son disturbios", aseguran. La hemeroteca está llena de enfrentamientos entre la policía, sea la Policía Nacional o los Mossos d'Esquadra, cuando asumieron la competencia en orden público, en desalojos y protestas okupa. Bebiendo de otros movimientos, como el punk, el antimilitarismo y la izquierda alternativa, el movimiento okupa se ha ido forjando y mutando los últimos treinta largos años, como un pulso a un sistema que se ha acabado imponiendo y que mantiene en los márgenes opciones como las ocupaciones no legítimos.
🔴 EN DIRECTO: Desalojo okupa del Kubo y la Ruïna en la Bonanova de Barcelona
En el año 1996 se recuerda una de las operaciones policiales más contundentes contra el movimiento okupa para desalojar el cine Princesa con 200 agentes de la Policía Nacional. Desde madrugada, y durante cuatro horas, asaltando la zona con escaleras y tirando pelotas de goma, la policía fue ganando terreno y ganando una batalla campal que acabó con casi medio centenar de heridos y una veintena de detenidos. Aquel desalojo se recuerda siempre en la imaginería okupa de la capital de Catalunya, que durante años ha sido muy potente y con músculo.
Del Princesa a Can Vies
Más recientemente, y también con días de mucha tensión, ya con los Mossos d'Esquadra, en el año 2014 se desalojó Can Vies, en Sants. Hacía más de 15 años que el edificio había estado okupado y se había convertido en un centro social justo en medio de este barrio. El desalojo del espacio, de titularidad municipal, generó una gran tensión en el barrio y las asonadas, las noches después, se esparcieron por toda la ciudad. Se incendió la maquinaria que se había entrado a la finca para tirar la edificación al suelo, se vivieron momento duros de bullas en el barrio y se quemó una furgoneta de TV3. También se registraron incidentes con el desalojo del Banc Expropiat en mayo del año 2016 junto a la plaza de la Revolució, en Gràcia. En el año 2018, en el mismo barrio, junto a Torrent de la Olla, donde se inició el movimiento okupa, se desalojó Ca la Trava, en travesía, un operativo que desencadenó con varios días de incidentes, con destrozos y contenedores incendiados, en el corazón de la villa.
La "furia" para hacer reavivar el movimiento okupa en Barcelona
Ahora, en el año 2023, con el movimiento okupa con mucha menos fuerza, si bien todavía viven y conviven algunos proyectos en la ciudad, aunque no con aquella capacidad de movilización de hace años, se ha querido convertir la guerra para mantener con pie el Kubo y la Ruïna en una operación para hacer reavivar, ni que sea mediáticamente, el movimiento. Una de las dos edificaciones que están previstas desalojar hoy hace siete años que está okupada y el otro, solo cuatro. Lejos quedan los largos años de Can Vies. El Kubo y la Ruïna no son sedes emblemáticas de los okupas de Barcelona y el 23 de marzo de este año, cuando estaba previsto el desalojo, vivían allí menos veinte personas.
Con todo, el vuelo mediático que cogió el desalojo, con la ayuda de la extrema derecha, de manera colateral, durante la campaña electoral contra la alcaldesa Ada Colau, el movimiento okupa, que avisa que responderá con "furia" y que "quemará" el barrio de la Bonanova, ha aprovechado para hacer reavivar el movimiento y demostrar una fuerza que, hoy por hoy, todo el mundo daba por amortizada. Las protestas convocadas para hoy, desde primera hora de la mañana, y las protestas que se organizarán por la tarde o durante el fin de semana, serán el termómetro perfecto.