Las enfermeras van a la huelga. Y lo hacen para evidenciar su malestar contra el último convenio del sistema sanitario. Recientemente, se dio a conocer el III preacuerdo del Instituto Català de la Salut (ICS), construido por la Generalitat y que ha contado con la firma de los principales sindicatos de las enfermeras, concretamente CCOO, UGT y Satse. El movimiento, sin embargo, no ha sido bien recibido por las profesionales. Y es que, después de que la Conselleria de Salud ya irritara a las enfermeras con su exclusión de la Mesa Médica Bilateral, ahora este convenio ha sido un nuevo cubo de agua fría por las diversas carencias que presenta, y los sindicatos minoritarios han decidido no quedarse de brazos doblados. Para conocer los motivos que han llevado a las enfermeras a la huelga indefinida a partir del 12 de diciembre, ElNacional.cat se ha entrevistado con Glòria Jodar, decana del Consejo de Colegios de Enfermeras y Enfermeros de Catalunya (Cciic).

Glòria Jodar, en la sede del Consell de Col·legis en Barcelona / Foto: Carlos Baglietto

Empezamos hablando de la situación que rodea la enfermería. A pesar de su importancia durante la pandemia, centenares han dejado el oficio desde entonces por la precarización del sector, y las que se han quedado sufren una peor salud mental. ¿La profesión de enfermera está en riesgo?
No solo aquí, en Catalunya y en España, sino en todo el mundo. La profesión de enfermera ha hecho una transformación tan acelerada que no se ajusta lo que está ofreciendo a la sociedad con la sensación de reconocimiento que recibe de las instituciones. Por eso van a buscar mejores ofertas laborales en otros países, o abandonan la profesión, o simplemente sufren un estrés y un burn out, como se ha visto desde la pandemia, sin que mejoren sus condiciones laborales.

¿Cuál es esta transformación acelerada que ha experimentado la profesión?
Es una profesión que antes tenía una titulación de técnico, y posteriormente de diplomatura. A partir del año 2010, con el Plan Bolònia, las enfermeras empezamos a tener un desarrollo profesional más alto, que es el grado universitario de enfermería. Y en 2005, el Gobierno ya reconoció las diferentes especialidades de la profesión. Eso es mucho cambio en muy poco tiempo, pero no justifica la lentitud a la hora de reflectir nuestra aportación a la sociedad.

Y eso ha provocado que todavía no se reconozca como toca el trabajo de las enfermeras.
Las dos cosas no han ido al mismo nivel. Por una parte, el reconocimiento de la sociedad; por la otra, la visibilidad que han dado tanto las instituciones como probablemente nosotras mismas de lo que hacemos. Se nos sigue viendo más enfocadas a las técnicas diagnósticas y terapéuticas que al cuidado. Hemos avanzado académicamente, en investigación y en formación especializada, pero no en hacer visible el impacto de los cuidados en la sociedad. Estamos en una estructura sanitaria mucho hospital-centrista y que da poco protagonismo a la atención primaria, muy enfocada a la enfermedad y poco preventiva.

¿Y de qué manera repercute este poco reconocimiento sobre las propias enfermeras?
Que no se reconozca nuestro trabajo es duro. Pero va más allá. Por ejemplo, cuando el conseller Manel Balcells propuso crear una mesa bilateral entre el Departamento de Salud y el sistema sanitario, llamó a todas las profesiones facultativas menos a las enfermeras. A nosotros se nos ofreció otra mesa bilateral de enfermeras, pero queríamos sentarnos en la misma mesa porque también somos facultativas y tenemos la titulación de grado. También hay el tema de la especialidad, que quiere decir que una enfermera de pediatría tiene que poder estar con un servicio de pediatría o de salud mental y que no la puedan mover a cualquier área del hospital o de la atención primaria de la que no tiene experiencia. Eso no está pasando, porque las oposiciones son de enfermera generalista. Fíjate, ya tenemos dos cosas: por una parte, no se reconoce el grado; por otra parte, no se reconoce que eres especialista. Al final, eso se relaciona con el sueldo –que es un tema sindical– y la trayectoria profesional, porque quiere decir que las enfermeras no tenemos acceso a cargos políticos, cargos de gestión y cargos de la administración.

El nuevo convenio no recoge dos demandas básicas: que se nos reconozca nuestro título universitario y nuestra especialidad de enfermeras

Hablando de esta cuestión, ¿cómo os hizo sentir la decisión de la Conselleria de Salud de dejaros fuera de la mesa bilateral con el resto de profesionales facultativos? ¿Es una forma de menosprecio?
Te hace sentir como una profesional de segunda. Y a la práctica las enfermeras ofrecemos cuidado profesionalizado, con metodología científica, hacemos investigación sobre los cuidados... Dentro de un equipo multiprofesional, tendríamos que disfrutar de un alto nivel de autonomía porque tenemos un grado y especialidades. Si estamos en 2023 y todavía no entendemos eso, ¿cómo avanzaremos? Si Salud pone énfasi en la necesidad de los cuidados, y sabe que irá a más, ¿cómo puede ser que este nuevo convenio no recoja demandas básicas? Y lo más básico es que se nos reconozca nuestro título y nuestra especialidad.

¿Ha habido algún otro movimiento de la Conselleria de Salud que os haya irritado?
Por ejemplo, el cargo de Directora General de Profesionales de Salud lo tenía una enfermera, doctora Montse Gea. Cuando se marchó el conseller Josep Maria Argimon, la cesaron, y eso no lo ha entendido ninguna enfermera porque estuvo haciendo muy buen trabajo. Y Yolanda Lejardi, que fue cuatro años gerente del ICS y fue una de las pioneras en querer hacer un acuerdo favorable para las enfermeras, también la han cesado. Los cargos, aunque sean de confianza, han demostrado su valor, y por eso las enfermeras no hemos vivido bien los ceses. Te lo tomas como un menosprecio.

Glòria Jodar, en un momento durante la entrevista / Foto: Carlos Baglietto

Hablemos ahora del convenio, del preacuerdo sobre el III acuerdo del ICS que ha generado tanta polémica. ¿Cómo ha sido el camino hasta aquí?
No se había producido ningún acuerdo desde 2006 en el ICS de manera que, cuando vimos que llegaba la negociación, pusimos toda la esperanza, especialmente después de una pandemia en que se habló de la importancia de las enfermeras. El año pasado, el acuerdo del SISCAT ya no reconoció las especialidades ni el grado. Sabemos que el reconocimiento del grado depende del Ministerio, pero también sabemos que se pueden reconocer los complementos, y el conseller Balcells había anunciado que se haría una homologación de lo que nos tocaría percibir si Madrid nos reconociera el grado. Pero cuando vemos esta homologación, resulta que nos suben el sueldo básico mientras nos sacan una parte variable, con el argumento que más vale tenerlo en fijo. Bien, depende, porque al final la sensación es que, si te lo sacan del variable, te lo estás autofinanciando tú mismo.

¿Cuáles son estas demandas que no se cumplen en el convenio?
Claro, en este preacuerdo lo que pasa es que no se cumplen algunos puntos, e incluso se confunden. Si lo único que hacen es reconocerte la carrera profesional sin especificar la especialidad, cuando haya un concurso de méritos no tendrás plazas que salgan a concurso solo de esta especialidad. Si soy enfermera de pediatría, me tendría que presentar en una plaza de enfermera de pediatría, y no de enfermera generalista. Eso es la primera cosa que el acuerdo no recoge. Sí que recoge que tienes una titulación y que te lo tienen que recompensar, y eso te lo recompensan a través de la carrera profesional, que serían los méritos a toda tu trayectoria profesional, que también consideramos que es poca la cantidad, pero lo que queremos es que se reconozca donde corresponde. En el acuerdo tampoco se recoge específicamente las especialidades, es decir que hay enfermeras de pediatría, de geriatría, de salud mental, de salud laborla, de familiar, de comunitaria y de comadronas. Eso lo hemos pedido desde 2006, y nos encontramos con que en este esperado III acuerdo todo eso no se recoge. Y después hay muchos otros temas de pericias y de áreas de capacitación que también se tendrían que valorar y que se recogen en el acuerdo, pero que se deben ordenar desde los colegios profesionales.

Respecto a todo eso, ¿qué reacción habéis recibido de las enfermeras?
De las enfermeras, hemos percibido dos cosas. Primero, el menosprecio de su esfuerzo académico y de su profesionalismo, porque la especialidad no es solo académica, hay una parte muy importante de práctica como enfermeras internas durante dos años con menos sueldo. Y por otra parte, eso da pie a que, de los 300 millones de euros que se han destinado a mejorar las condiciones de los profesionales, se perciba que nos ha tocado una pequeña parte que es la homologación de lo que nos tocaría por ser grado; pero aquí nos lo sacan de otras cosas insuficientes. Son estas dos cosas.

Las enfermeras sienten que este convenio es un menosprecio a su esfuerzo académico y a su profesionalismo

¿Qué tiene más peso?
Para la mayoría de enfermeras, casi tiene más peso la parte del reconocimiento que la del sueldo. Pero no nos tenemos que engañar, van juntas y quizás las generaciones más jóvenes son más pragmáticas y piensan que el sueldo hace que te decidas. Si puedo ir a Francia y cobrar el doble, me voy. Y en el caso de las especialidades, como casi todas las comunidades autónomas –menos Catalunya– las tienen reconocidas, las enfermeras de Lleida solo tienen que pasar en Aragón para optar. Si no lo hacen más es porque tienen la familia aquí, pero se puede producir esta movilidad no solo por el reconocimiento económico, sino también porque allí saben que tienen una plaza de su especialidad y no las harán ir a trabajar en otra unidad.

¿Habéis estado en contacto con CCOO, UGT y Satse para entender por qué han firmado este convenio si el grueso de las enfermeras está en contra?
Con los sindicatos siempre mantenemos reuniones explicando la voz de las enfermeras, porque desde el Consell de Col·legis recibimos su malestar. Este último año hubo un concurso de oposición del ICS que generó bastante batiburrillo, y por eso dijimos a los sindicatos que era muy importante poder trabajar bien este convenio. El 9 de noviembre, cuando quedaba poco para que firmaran el III preacuerdo, los reunimos a todos juntos –CCOO, UGT y Satse–. Nos dijeron 'Habrá mejoras, no os preocupáis, que la especialidad estará'. Y de hecho está, pero no en el lugar que toca. Cuando salió el acuerdo, fue un poco la bomba. Yo no puedo decir que los sindicatos nos mintieran, porque no nos mintieron; y no puedo decir que no hay mejoras, porque alguna mejora hay, pero son mejoras de maquillaje. ¿Qué tenemos que hacer con eso? Porque tenemos que animar a las enfermeras jóvenes a continuar aquí, o que más universitarios ingresen en el grado de enfermería, si ven este panorama...

Se tiene que hacer atractivo.
Es que ni es atractivo ni harás retención de talento. Este verano estuve en un congreso en Montreal y vi cómo las enfermeras ya decidían marcharse a Noruega, porque les dicen 'Tú trabajarás en esta planta, tendrás seis pacientes, tendrás un piso de alquiler, aprenderás el idioma...'. A una que conocía le dije que no se fuera, que se quedara aquí, pero me dijo '¿Qué puedo encontrar mejor?'. O nos adecuamos, o acabaremos explotando. Los sindicatos quieren que nos miremos las mejoras del acuerdo y dicen que es lo mejor que podían hacer, pero no nos podemos conformar con eso.

Glòria Jodar, en un momento durante la entrevista / Foto: Carlos Baglietto

¿Creéis que sí que podría ser mejor?
Sí, creemos que sí, si no se hubiera activado una mesa bilateral para enfermeras y se hubiera aceptado nuestra participación como facultativas al lado de los médicos, los psicólogos, los odontólogos, los biólogos. Como si enfermería fuera alguna cosa aparte. Y aquí también juega el género, como desigualdad social que afecta a las mujeres. Por eso interpusimos un recurso contencioso administrativo contra la composición de la mesa. Simplemente hemos actuado en defensa propia.

También podría mejorar con respecto a las retribuciones económicas.
En estos momentos se han puesto sobre la mesa unos 300 millones, pero para algunos colectivos solo tocan cinco euros al mes. Se tiene que repartir de una manera más equitativa. Después no dejamos de hablar de la importancia del trabajo multidisciplinar y de la cooperación entre todas las profesiones; y es verdad, porque para trabajar bien no se puede ir solo como enfermero, como médico o como TCAI. Se está vendiendo el trabajo en equipo, pero a la hora de la remuneración.

La huelga que hay convocada no cuenta con el apoyo de los principales sindicatos, CCOO, UGT y Satse. Sin embargo, ¿prevéis que pueda haber una alta movilización?
Creemos que la movilización puede ser extensa. No lo podemos asegurar porque no estamos en el mundo sindical, pero tenemos la sensación de que hay muchas enfermeras que están de acuerdo. Yo conozco enfermeras que son de CCOO o de UGT, o que simpatizan, y que van a la huelga; eso me ha sorprendido. También he visto que salen a la calle cada día al mediodía todos los profesionales, incluídos médicos, a dar apoyo.

La movilización de la huelga puede ser extensa, tenemos la sensación que hay muchas enfermeras que están de acuerdo

¿Veis posibilidades que este convenio se revierta de alguna manera y se incorporen vuestras demandas?
A mí me gustaría pensar que, si ya se creó la mesa bilateral para parar la huelga de los médicos, está claro que ahora se puede hacer algo más. Entiendo que reconocer el grado es complejo porque depende del Ministerio, pero también con eso podemos presionar porque hay muchas cosas a introducir en el acuerdo.

¿Hace falta un cambio estructural, pues?
Sí, un cambio profundo, aquí y en todo el mundo. Las enfermeras del Canadá están saliendo cada día en la calle, las inglesas también... Pero no solo las enfermeras, tenemos que pasar de este mundo jerárquico y patriarcal a un mundo más racional, donde los acuerdos se consensúan. Son muchas las cosas que se pueden hacer, pero requiere voluntad de hacerlas. Estos años hemos evolucionado mucho como agentes imprescindibles en la cura profesional, pero es insuficiente.