La sequía bordea la España mediterránea y lo hace bajo un cielo vacío de nubes. La idea, por lo tanto, es muy clara: sacar, del Mediterráneo, el agua que no precipitará del cielo. Por este motivo, el Govern prevé doblar su capacidad de desalinización en cinco años con una inversión de 90 millones. La Generalitat se prepara para una sequía que se puede alargar meses. De hecho, el presidente Pere Aragonès convocó hace dos semanas de forma urgente una comisión interdepartamental de seguimiento por primera vez desde aquella gran sequía del 2008, que supuso restricciones durante más de un año. En el resto de la península la situación es prácticamente idéntica. El Ejecutivo central proyecta un presupuesto de 127,5 millones para aumentar un 25% su capacidad de desalinización en el sureste de España, con ampliaciones de cinco de las once principales desalinizadoras de mar que gestionan entre el País Valenciano, Murcia y Andalucía.
El Govern prevé menos lluvias
Quizás hay barceloneses que no lo saben, pero mucha del agua que sale diariamente de los grifos proviene del mar. Lo extrae un tubo de 500 metros de longitud sumergido delante del aeropuerto y que, como una boca de agua gigantesca, absorbe y transporta miles de litros en la desalinizadora del Prat. Es la gran locomotora que desde la desembocadura del río Llobregat potabiliza y garantiza el suministro a millones de hogares de la gran Barcelona. Desde que se inauguró en el 2009, una de las plantas de desalinización para consumo humano mayor de Europa acumula desde enero de este año un altísimo nivel de producción hasta ahora nunca visto: está generando 140 millones de litros al día (al 70% de la capacidad total).
El motivo, a pesar de las lluvias de esta semana, es que apenas llueve. Concretamente, la Generalitat de Catalunya prevé que para mediados de siglo lloverá un 7% menos, de manera que las aportaciones de agua de las cuencas internas se reducirán un 18%. Para afrontarlo, el Govern proyecta su segunda inversión mayor desde que en el 2008 una gran sequía obligara a implantar restricciones en Barcelona y cambiara la política hídrica de la comunidad. Se hará con una millonaria inversión en cinco años a través de la construcción de nuevas plantas desalinizadoras y de reutilización, recoge el plan hidrológico 2022-2027. El Ejecutivo autonómico quiere duplicar la capacidad de desalinización para pasar de los 80 a los 160 hectómetros (hm³) al año. La desalinizadora del Tordera pasará de los 20 actuales en los 80 hm³ y se construirá una planta en la cuenca del Foix. Ecologistas en Acción denuncia que se priorice la desalinización antes de recuperar el agua de los acuíferos de Catalunya, donde siete de cada 10 están contaminados por la agricultura y la industria cárnica.
El impacto de las desalinizadoras
Para combatir épocas de sequía como la que vive a estas alturas Catalunya, una de las alternativas son las desalinizadoras. Sin embargo, esta no es una solución definitiva, sino puntual, para un periodo de intensa falta de agua como lo que vive el país actualmente, con unos embalses situados en mínimos históricos. De hecho, desde Greenpeace explican que la salmuera, la cantidad total de sal extraída del agua, se vuelve a asomar al mar, y su alta concentración tiene un impacto negativo en la posidonia oceánica, una planta endémica del Mediterráneo.
¿Pero cómo se elimina la sal del agua marina? Primero se desprende cualquier sustancia orgánica, como algas o arena, y el agua restante se somete a un tratamiento por desprenderle la sal. Eso se hace mediante membranas de osmosis inversa, un mecanismo en que se impulsa el agua a alta presión, obteniendo así dos corrientes: uno de agua permeada y libre de sales, y otra de toda la concentración de sal, la llamada salmuera. Esta salmuera, diluida, se devuelve al mar y se convierte en un residuo que, según los ecologistas, supone un riesgo para los ecosistemas marinos.