Son las 9 de la mañana. Es jueves 3 de mayo y hoy hay jornada de puertas abiertas en el IES El Palau. La fachada está limpia, ya no queda rastro de las pintadas en que acusaban de nazis y separatistas a los nueve profesores investigados por un presunto delito de odio, por, según la fiscalía, haber "humillado" a los hijos de los guardias civiles que estudian en este centro el día siguiente del 1-O. Una capa de pintura ha borrado los trazos pero si te acercas mucho, todavía se intuyen los insultos. Es un instituto grande, estudian 1.200 alumnos y se encuentra a un minuto del cuartel de la Guardia Civil, 120 pasos separan la comandancia del IES El Palau, unas cuarenta familias de la benemérita llevan a sus hijos a este centro.
Es un día como cualquier otro. A esta hora los estudiantes se encuentran en pleno cambio de clase. Un alumno pide folios en conserjería, un grupo de estudiantes no sabe a qué aula tiene que ir y un padre está esperando a la hija. Una maestra le da un beso a una alumna: "Venga, va, para clase". La amiga de la chica se enfada: "Profe, a mí no me das nunca besos". "Es que no te lo mereces", dice la profesora entre risas. Nadie diría que el IES El Palau está en pleno ojo del huracán después de que la fiscalía haya decidido investigar a 9 profesores del centro por haber "señalado a los hijos de guardias civiles", por haber dicho que los policías son "animales". Nadie diría que 9 profesores con nombre y apellidos aparecieron marcados y con fotografía incluida en el diario El Mundo.
"Aquí está todo normal, como siempre", repiten como un mantra. Sólo una profesora, a quien pillo antes de entrar en el instituto, me dice: "¿Cómo quieres que estemos? Muy mal"
El centenar de maestros que trabajan en este centro no quieren oír hablar de periodistas: "Aquí está todo normal, como siempre", repiten como un mantra. Sólo una profesora, a quien pillo antes de entrar en el instituto, me dice: "¿Cómo quieres que estemos? Muy mal. Pero, perdona, es que no podemos hablar", afirma mientras apaga rápido el cigarrillo.
Pido hablar con el director y el jefe de estudios. Me toman nota, pero ya me avisan de que nadie me atenderá.
"Los profesores están cagados"
En la salida del instituto, Maria —nombre ficticio como el del resto de menores que aparece en el reportaje— me dice que "todo es mentira". "Nuestra profesora es una de las denunciadas. Aquel día dijo que no se veía con ánimos de dar clase, que estaba muy afectada —en el IES El Palau los agentes de la Guardia Civil apartaron con golpes y empujones a los ciudadanos que habían formado una cadena humana— pero ya está, no se metió con los hijos de los guardias civiles, ni con la policía". Cree que "no es justo" todo el que está pasando: "Hace meses que no vemos a la maestra, nos han dicho que está de baja por depresión. Me da mucha pena". Maria me explica que en clase han decidido no hablar del tema.
Lo mismo me dice Cristina, que tiene 16 años. "Queremos estar como siempre, bien, sin problemas. No hablamos de ello y si los profesores nos oyen hablar de política, de procés o de independencia, nos hacen callar. Al insti se viene a estudiar, nos dicen".
"Si los profesores nos oyen hablar de política, de procés o de independencia, nos hacen callar. Al insti se viene a estudiar, nos dicen", explica una alumna
Su amigo, Adrià, tiene 17 años, dice que es novio de una de las hijas de los guardias civiles que han denunciado a los profesores. "Prefiero no hablar de este tema y entre nosotros tampoco hablamos. Ella (la novia) sigue yendo a clase y la maestra denunciada también y a pesar del mal rollo que parece que tendría que haber, tienen una relación normal". "No tiene que ser fácil", le digo yo. "Sí... no sé... es que pasamos del tema, es que tenemos otras cosas que hacer".
Jordi, un alumno de ciclo formativo, reconoce que los profesores "están cagados". "No quieren decir nada que tenga que ver ni con el 1-O, ni con la política, ni con la Guardia Civil, porque por cualquier cosa les pueden empurar". Se declara independentista y pone en duda que algún profesor "señalara a un alumno por ser hijo de guardia civil".
"En clase suena el himno de España y 'Els Segadors'"
En medio de decenas de estudiantes es fácil distinguir a los alumnos que viven en el cuartel, son los únicos que cruzan la avenida y giran por la calle Empordà. Me detengo a hablar con un pequeño grupo. Tienen 14, 15 y 16 años. Me dicen que los profes denunciados "son buena gente, son normales" y que "todo se ha hecho muy grande". Uno de ellos, Toni, relata que, aquel día, su maestro, los explicó que se hacía una concentración en el patio. Les dijo que aquellos que estuvieran en contra de la violencia policial bajaran y los que estuvieran a favor se quedaran en clase. "Los que somos hijos de policías nos quedamos, por nuestros padres... mi familia no lo ha denunciado porque sólo pasó eso y ya está".
"En mi clase hay muy mal rollo. Unos ponen el himno de España y los otros 'Els Segadors' (lo ponen en el móvil), unos están todo el día viva Puigdemont y los otros viva España", dice una alumna
"Pues en mi clase hay muy mal rollo", dice Ester, también hija de guardia civil y con una pulsera de la senyera porque se siente "muy catalana". "Es que tu clase es muy chunga", le responden sus amigos. Explica que en su aula se han hecho dos grupos: "Unos ponen el himno de España y los otros Els Segadors (lo ponen en el móvil), unos están todo el día viva Puigdemont y los otros viva España", me dice enfadada. Tienen ganas de que pase todo, que todo vuelva a ser "como antes", que se deje de hablar del Instituto.
El ambiente en el IES está enrarecido desde el día siguiente del 1-O, pero la situación se ha agravado después de que la fiscalía denunciara a los 9 profesores por haber creado en clase un "clima de hostilidad" hacia los hijos los guardias civiles, criticando las cargas policiales para impedir el referéndum y calificando los "agentes de animales" y "perros rabiosos". Hay dos investigaciones abiertas pero la fiscalía pidió este jueves unir en una sola causa el caso de los 9 del Palau después de que el juzgado de Martorell decidiera dividirla en dos para que las intervenciones de los maestros se produjeron en días diferentes: uno de ellos lo hizo el 20 de octubre, los otros ocho, el día 2. El ministerio público considera que el caso debe tratarse en conjunto porque no se entiende el uno sin el otro.
"A mi hijo no lo han adoctrinado nunca y habla la lengua que le da la gana"
Cerca del instituto está el bar El Palau. Con un café con leche en la mano encuentro a Cecília Pérez y Maria Oller, tienen 61 y 58 años respectivamente, y han vivido "toda la vida" en el vecindario. "Hemos tenido negocio y nunca ha habido ningún problema". "Mi hijo ha ido al IES El Palau. Nunca lo han adoctrinado y siempre ha hablado lo que le ha dado la gana, catalán o castellano". Cecília no cree que ningún profesor señalara a nadie: "Es normal que se pusiera el tema sobre la mesa, es normal que después del 1-O y de todo lo que pasó se hablara de eso. Otra cosa no sería normal. Pero de aquí a adoctrinar... Se está politizando todo porque a alguien le interesa y para mí que este alguien es Ciudadanos".
Su amiga, Maria, también se muestra sorprendida con el revuelo: "Mi hija, que también ha estudiado en el IES, me llamó para decirme: '¿Pero, mamá, qué está pasando? Es que estoy alucinando, estoy muy ofendida con todo lo que se está diciendo del Instituto, lo están poniendo de vuelta y media. A mí no me han adoctrinado'".
Mientras hablamos, en el bar de al lado, El barrio, hay, como mínimo un guardia civil, lo sé porque va de uniforme. Me dice que sus hijos estudian en el IES pero en ciclos superiores y que nadie les ha dicho nunca nada. Me asegura que en el cuartel "se habla mucho del tema", pero prefiere no entrar en ello. "Antes y después del 1-O y antes y después de la polémica con los profes, mis amigos siguen siendo mis amigos, sean de un lado o de otro. Aquí sólo discutimos por el fútbol. ¡Que yo soy del Barça!".
Junto a la comandancia, están las mujeres de dos guardias civiles. "Ya es bastante duro vivir aquí después del 1-O, que ahora han metido a los niños por el medio". Una de ellas me asegura que su hija va a la clase de una de las profesoras denunciadas. "Yo no he presentado denuncia, he ido directamente a hablar con la tutora. Fui clara: si quieres quemar contenedores, quémalos, pero después de las 14:30 —la hora en que acaban las clases—". Su amiga, también con hijos en el instituto, está indignada: "Yo no creo que los señalaran, pero seguro que hablaron de política y expresaron sus ideas y eso, en el aula, no se puede hacer".
Mientras tanto, la vida en el barrio sigue. La gente va a comprar, los jubilados toman el sol, las madres con bebés pasean por las calles y en los balcones, alguna senyera, alguna bandera española y algún cartel donde se puede leer "Democracia".