Travesía de Collblanc, a las 16h de un viernes. Como cada día a esta hora, centenares de alumnos abandonan la escuela con más ilusión que pena. Con la perspectiva de un fin de semana por delante, los pequeños corren al parque despreocupados. Mochilas del Barça por aquí, camisetas de Fortnite por allá... como cualquier otra escuela del país. "Adiós, Mohamed", se despide uno, antes de cambiar de idioma para interpelar a su padre en una lengua indescifrable para el oído blanco. Al fin y al cabo, estamos en l'Hospitalet de Llobregat.
Y, a pesar de la apariencia de normalidad, es aquí donde esta misma semana se ha denunciado una situación de "emergencia educacional". El pleno municipal de la ciudad dio apoyo unánime a una moción que pretendía denunciar la precaria y alarmante situación que viven las escuelas de l'Hospitalet, en lo que ha sido un auténtico grito de alerta al Govern. Una iniciativa, promovida desde la misma comunidad educativa de la mano de Comisiones Obreras —principal sindicato del sector en la ciudad— que ha querido poner la lupa sobre la grave masificación que viven las aulas. Una realidad que se explica, en parte, por la inacción de las administraciones ante la masiva llegada de población recién llegada a l'Hospitalet durante los últimos años.
La segunda ciudad más poblada de Catalunya tiene actualmente 293.000 habitantes, de los cuales cerca del 28,5% son extranjeros y un 40% son nacidos fuera del estado español. Ahora bien, en la última década la población migrada ha crecido un 70%, pasando de menos de 50.000 z cerca de 83.000, según los datos que maneja el Ayuntamiento. Que el reciente crecimiento de la ciudad se explica precisamente por la llegada de gente del exterior lo evidencia el hecho de que, mientras que el saldo natural es negativo —hay más muertes que nacimientos—, el saldo migratorio ha sido generosamente positivo año tras año —excepto en 2020, cuando la pandemia redujo el influjo migratorio.
Cinco barrios con una densidad por las nubes
Si bien la emergencia educacional se ha declarado en el marco de todo l'Hospitalet, es en el norte de la ciudad donde se concentra esta problemática. "Esta zona está tensada", alerta Belén Tascón, presidenta de las Asociaciones Federadas de Familias de Alumnos de Catalunya (aFFaC). "La situación ya se desborda, los centros están colapsados", añade. Coincide Carles Nadal, delegado de educación de CCOO en l'Hospitalet, quien alerta sobre "el problema grave y profundo" que se vive en esta región de la ciudad.
Hablamos de La Torrassa, Collblanc, Les Planes, La Florida y Pubilla Cases, cinco barrios que se han convertido en un núcleo de atracción para los recién llegados. Aquí, la proporción de extranjeros es muy superior a la media, y ya representan el 40% de la población total. Y cuando llegan nuevos migrantes, también acaban concentrándose en la misma zona porque es donde tienen referentes que pueden ayudarlos a arraigar, a menudo con más de un núcleo familiar por vivienda. Una opción obligada en unos barrios con una densidad de población de 60.000 hab./km² de media —de hecho, es aquí donde se encuentra el kilómetro cuadrado más poblado de toda Europa. En comparación, la ciudad más poblada del mundo, Manila (Filipinas), tiene una densidad de población de 43.000 hab./km².
Ratios altas y grupos 'seta'
Los recién llegados llegan a l'Hospitalet todo el año, y con ellos a menudo traen menores de edad que tienen que ser escolarizados. Estos nuevos alumnos entran en el sistema educativo catalán, pero como no pueden esperarse hasta septiembre —cuándo empieza el curso—, tiene lugar lo que se conoce con el nombre de 'matrícula viva', es decir, se incorporan a las escuelas y a los institutos a medio curso. Todo ello, en unos centros educativos que ya están cargados de por sí, de manera que cuando llega este importante grosor de alumnado extranjero, el sistema llega a "saturarse". "Quizás natalidad no hay tanta, pero llegan muchos niños, especialmente en 4.º y 5.º de primaria", explica Anna Martín, delegada de escuela pública de UGT en l'Hospitalet.
¿Y qué comporta esto? Una sobremasificación en las aulas. Muchos grupos ya empiezan el curso con las ratios al límite, y la incorporación de alumnado extranjero acaba de hacer rebosar el vaso. Según datos de CCOO, las clases de infantil tienen 22 alumnos por término medio, las de primaria suben hasta los 25 alumnos, y las de secundaria cuentan con más de 30 alumnos por aula en el norte de la ciudad, unas cifras que superan la media de Catalunya —que, de entrada, ya es la comunidad con las ratios más elevadas del estado—. Para dar respuesta, si los nuevos alumnos no se pueden incorporar a grupos ya existentes, los centros no tienen alternativa a crear lo que denominan 'setas', es decir, grupos extraordinarios para algunos cursos en concretos. De hecho, este curso ya se han creado 24 grupos nuevos de primaria y cinco de secundaria en la ciudad.
Todo ello acaba repercutiendo negativamente en la calidad de la educación, en unos distritos de l'Hospitalet que ya acumulan una cifra elevada de centros de máxima complejidad —la mitad del total en la ciudad se encuentran en estos cinco barrios—. "Hay una ratio más elevada de profesores por alumnos y una atención menos individualizada", lamenta Anna. Además, allí donde se crean estas 'setas', la dirección de los centros se ve obligada a reorganizar los horarios de los docentes para llenar los nuevos grupos extraordinarios, lo cual comporta "una sobrecarga para los profesores especialistas". En estos casos, también se tiene que crear un aula para acoger el nuevo grupo, y para hacerlo se destruyen espacios comunes como la clase de laboratorio, la de música, la de informática o la biblioteca. Y todo eso sin ni entrar a discutir el hecho de que el alumnado recién llegado generalmente tiene que pasar por el aula de acogida antes de incorporarse con su grupo para aprender la lengua. "Así no se puede enseñar", concluye Carles.
Inacción de la administración
La comunidad educativa argumenta que esta situación no es nueva. "Hace mucho tiempo que avisamos que se tiene que hacer alguna cosa", asegura elén. Coincide Anna, quien remarca que "es un tema que hace años que está pasando". Ahora bien, la administración ha optado por olvidar el problema y confiar en que se resolvería solo. Pero no ha sido así. "Hay una inacción que se ha ido denunciando, se ha pensado que el tiempo lo solucionaría todo y que bajaría la demografía", indica Carles. Lo argumenta con claridad la presidenta de aFFaC, quien señala en dos direcciones: por una parte, al Ayuntamiento de l'Hospitalet, que "no ha hecho políticas de vivienda protegida" con el fin de atraer a población de estos barrios tan saturados hacia otras zonas de la ciudad, y dejando que se acumularan miles de personas; por otra parte, la Generalitat, que "no ha creado nuevas plazas de educación pública" en estos barrios.
Ante esta falta de planificación, la comunidad educativa se sitúa una prioridad: sacar escuelas e institutos de bajo las piedras. La moción del pleno municipal de l'Hospitalet pidió al Govern y al Parlament poner en marcha las medidas pertinentes para flexibilizar los criterios mínimos que tienen que cumplir los solares destinados a la construcción de nuevos centros educativos en la ciudad. Viendo que en los cinco barrios más densamente poblados no hay espacio posible para nuevas construcciones, priorizan esta opción para "adaptarse" a la realidad de la ciudad. "La normativa actual dice que un centro tiene que tener 4.500 o 5.000 m², y el Ayuntamiento tiene espacios de 3.000 o 3.500 m². Nosotros decimos que se puede hacer un sótano, o poner el patio en altura", indica Carles. "Pero se tiene que poder modificar la ordenanza".