Nacido en un pueblo de Ghana de poco más de 100 habitantes e hijo del chamán de la tribu, Ousman Umar se marchó a los 13 años de su país para ir a conocer al hombre blanco.

Su historia es una historia de superación personal que muestra la crueldad y la dureza del camino que hacen los que lo dejan todo para buscar una vida mejor en un supuesto mundo mejor. La travesía del desierto y del Atlántico, su paso por las fronteras de Libia, Túnez y Marruecos, el engaño de las mafias, la estancia en el CIE y la llegada en Barcelona, donde no tenía nada ni a nadie, son ahora la guía para otros jóvenes que, como él, arriesgan la vida para salir de su país buscando una vida mejor.

Ousman ha cursado en 12 años, los 12 años que lleva en Catalunya, todo el ciclo de primaria y ha estudiado dos carreras, además de aprender el catalán y el castellano. Es licenciado en química y está acabando marqueting.

El relato de la vida de Ousman es un relato de superación personal que ahora sirve para ayudar a otros jóvenes. Ousman no sabía nada de Europa cuando decidió marcharse de su casa. Por eso, su trabajo está centrado ahora en la educación, la información y la formación de los niños y niñas de Ghana.

Su ONG Nasco ICT tiene como objetivo crear una red de aulas de informática en escuelas rurales de Ghana, con el fin de familiarizar a los niños con las herramientas digitales y facilitarles el acceso a la información. La iniciativa se propone garantizar que todos los niños y niñas del país dispongan de las herramientas y los conocimientos que les permitan desarrollar su talento y acceder a la información necesaria para crear oportunidades y decidir su futuro.

Nasco ICT busca, mediante la formación y la educación, crear herramientas en el país de origen para que no sea necesario huir de él. Y aquí es donde se ha encontrado con Proactiva Open Arms y Oscar Camps, con quienes colabora activamente. Proactiva Open Arms trabaja para rescatar del mar a refugiados que se dirigen a Europa huyendo de conflictos bélicos, persecución o pobreza. Aunque las dos organizaciones trabajan en ámbitos diferentes, ambas persiguen objetivos complementarios. Juntos organizan la Trail Pedralbes Antena Solidaria que tendrá lugar este domingo en Barcelona.

Esta es la historia de Ousman Umar:

"Lo mejor que tenía mi padre para mí era una mujer para casarme"

Ousman era un "niño del maligno". Este es el nombre que se da a los niños después de un parto en el que la madre ha muerto. Una "lucha de almas", tal como se vive en su poblado, en la que quien acaba ganando es el bebé y por este motivo está marcado por el maligno, según las tradiciones populares que pasan de generación en generación en esta zona africana. Su padre, chamán de la tribu, lo salvó haciendo creer al resto del poblado que el niño había sido llevado al camino del bien.

Caminando cada día 7 kilómetros para ir a la escuela, trabajando de pastor con sólo 9 años y jugando a fútbol en los ratos libres. Así es como Ousman se crió en la sabana africana. Hasta que, un día, entre juegos, vio un avión volar y la curiosidad por entenderlo y conocer a quien había hecho posible un fenómeno de aquel tipo lo empujó a un viaje sin retorno. Era el año 2001 y Ousman tenía sólo 13 años.

"Ser blanco era como ser un Dios"

Su falta de información en aquel momento lo empujó a conocer al hombre blanco y con 13 años se marchó a Libia. Salieron 46 personas de Ghana con camiones y 4x4, de las que sólo 6 llegaron a destino, cruzando el desierto del Sáhara. 21 días andando por el desierto, sin comida ni agua.

"En Libia un perro tiene más valor que tú"

En Libia, Ousman tuvo que conseguir 1.700 dólares para pagar a las mafias, así como y el pasaporte falso para pasar las fronteras y el material para construir una patera. Los 45 minutos que tenía que durar el viaje se convirtieron en 3 meses que, de nuevo, fueron como una pesadilla.

"Es un camino unidireccional. No hay camino de vuelta"

Y siguiendo una estrella y en una travesía en la que vio morir a muchos de sus compañeros, entre los que estaba su mejor amigo, llegó, como por casualidad, a Fuerteventura. Habían pasado 4 años desde que salió de África.

En territorio español lo detuvieron y lo recluyeron en el CIE. Estuvo 33 días. "No deja de ser una prisión", explica, mientras recuerda como lo encerraban en una habitación oscura. "Pero aquello era mejor que la mafia," dice.

Ousman no sabía qué años tenía. En África eso no tiene ninguna importancia. Después de las pruebas médicas que le practicaron en la muñeca, se determinó que tenía 17 años, que había nacido en 1988. Eso impidió que lo repatriaran y obligó al Estado español a asumir su tutela. Fue trasladado a Málaga. Allí le preguntaron dónde quería ir y, recordando un partido de fútbol, dijo: "A Barca". Y lo llevaron a Barcelona.

"Era un hombre libre por primera vez"

En el "paraíso" no se puede escupir, ni orinar. En el "paraíso", así es como veía Ousman Europa, todo es perfecto, pero la gente no saluda por la calle. Ousman se pasó el primer día en Barcelona saludando a todo el mundo y sin ir al lavabo. Y después de dormir tres días en el polideportivo de Horta y de no saber adónde ir, encontró la que actualmente es su madre.

"Yo no quiero ser español, quiero ser catalán. Quiero ser de su tribu"

Ousman Umar empezó una nueva vida con una nueva familia sin olvidar sus orígenes y lo que lo llevó a Catalunya. Consciente de que su caso es excepcional entre los centenares de jóvenes que cada día emprenden viajes parecidos, se siente en la obligación de "devolver la suerte de que he tenido", como explica él mismo. Y la clave para que niños y niñas tengan capacidad para decidir sobre su futuro es la educación y la información. Desde Catalunya, Ousman Umar, y desde Ghana, su hermano mayor, Banasco Nuhu Seidu, licenciado en ciencias políticas en la Universidad de Ghana, dirigen NASCO.

Ousman, además, trabaja también con Proactiva Open Arms. Cuando él atravesó el Atlántico no estaba Oscar Campos con el Astral rescatando a inmigrantes y refugiados. Por eso han unido fuerzas.

Osuman, en la recreación de la llegada de un grupo de refugiados por mar a la playa de la Barceloneta durante la manifestación Volem acollir / Foto: Sergi Alcàzar