La Cumbre por el Clima que este año se celebra en Egipto tiene entre sus temas prioritarios delimitar la financiación de los países más ricos en los países pobres para que lleve a cabo acciones de adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático. Se trata de un compromiso adquirido por los países desarrollados en los acuerdos de Copenhague de 2009, estos establecían que entre el 2020 y el 2025, los Estados más ricos tenían que invertir entre los 100.000 millones de dólares anuales para que las naciones menos desarrolladas pudieran luchar contra el cambio climático. Como muchos compromisos medioambientales, este pacto es ambiguo y no delimita a quien paga más o menos. En esta COP27 se quiere aclarar este pago. En este contexto, un estudio de Carbon Brief apunta que el país que menos financiación ha aportado son los Estados Unidos (EE.UU.).

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Se trata de un secreto a voces que ahora Carbon Brief sustenta con datos. Hasta el momento, solo se han podido analizar los datos de la inversión a lo largo del año 2020, la cual mostraba que los países más ricos solo habían invertido en torno al 80% de los 100.000 millones de dólares anuales que habían prometido. Uno de los grandes problemas de estas promesas es que no se ha delimitado cuando tiene que invertir cada Estado. ¿Tiene que ser proporcional a la riqueza? ¿A lo que se ha contaminado los últimos años o a lo largo de la historia? Eso se querría distinguir en la COP27, obligando a las grandes potencias a pasar de las promesas a los compromisos bien definidos. Muchos de estos países no quieren dejar por escrito lo que tienen que pagar, con el fin de nuevo verse obligado a pagar más de sus intereses. Los reyes al evitar los compromisos climáticos, especialmente si apelan a su responsabilidad, son los estadounidenses.

Los Estados Unidos son el mayor contaminador a lo largo de la historia, aunque actualmente tiene firmes competidores en este lúgubre título, el pasado de los estadounidenses les otorga el podio de mayor potencia contaminadora de la historia. Eso induciría a pensar que los EE.UU. tendrían que invertir más dinero en revertir o mitigar los efectos del cambio climático. Sin embargo, todos los gobiernos estadounidenses (demócratas o republicanos) se han definido para lavarse las manos con respecto a sus responsabilidades de financiación. Siendo los responsables del 52% de las emisiones históricas de los países más ricos, solo pagaron 7.600 millones de dólares, cuando proporcionalmente tendrían que haber pagado 39.900 de dólares. Según Carbon Brief, la administración estadounidense solo ha pagado el 19% de los que les tocaría proporcionalmente.

Fuente: Carbon Brief

Los EE.UU. son, a grandes rasgos, los mayores morosos climáticos, contribuyendo mucho menos de lo que tendrían en un reparto justo de las responsabilidades de financiación para las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático. Apretar un reparto justo es uno de los puntos en que los países en desarrollo se quieren dejar la piel en esta COP27, pero se puede prever que delegaciones como la estadounidense se opondrán a este tipo de acuerdo.

¿Quién no paga su parte? Otros países que se lavan las manos

Los Estados Unidos no tiene un rival digno con respecto a no pagar por el cambio climático. A pesar de todo, hay otros países que siguen sus pasos, lejos de hacerle sombra. El segundo peor pagador es el Canadá. Puede ser sorprendente, ya que la política de Justin Trudeau se marca para tener un discurso muy amable y complaciente con temas sociales, como el cambio climático. Sin embargo, de las palabras a los hechos, el gobierno canadiense suspende con creces. En tercero y cuarto lugar, casi con la misma falta de cumplimiento, encontramos Australia y el Reino Unido, respectivamente. Solo dos países de la Unión Europea (UE) se encuentran incumpliendo lo que proporcionalmente tendrían que pagar: Grecia y Portugal.

No obstante, ¿quién ha hecho bien los deberes? El Estado español es uno de los que ha cumplido en su participación en esta financiación. En el 2020 pagó ligeramente más de lo que le tocaba por lo que ha contaminado históricamente. Hay otros Estados que han cumplido con lo que los tocaba proporcionalmente, incluso han pagado más. La mayoría de estos son países europeos, pero el Estado que se lleva la medalla de oro para pagar mucho más de lo que le toca para financiar la lucha contra el cambio climático en los países más pobres es Japón.