Las emociones forman parte de la condición humana. ¿Pero cómo se gestionan en el trabajo? Varios estudios académicos constatan que la inteligencia emocional es un recurso laboral indispensable en los contextos profesionales, sobre todo a la hora de liderar equipos de trabajo competentes. "El funcionamiento de un equipo depende de la capacidad que tengan sus miembros para gestionar las emociones", señala Edgar Breso, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Con más de quince años de experiencia formando equipos por todo el mundo, constata que "las empresas contratan a las personas a partir de sus competencias técnicas, pero las despiden por falta de competencias emocionales". Para este experto, "la inteligencia emocional se está convirtiendo en la competencia laboral clavo".
Breso alerta, sin embargo, que cuando hablamos de inteligencia emocional nos solemos centrar únicamente en una de sus ramas: la gestión emocional. Ahora bien, saber gestionar las emociones no es la única cosa que tiene que hacer una persona inteligente emocionalmente. También hay que saber interpretar las emociones de los otros. Y este es un aspecto clave en una entrevista de trabajo: "La variable que nos ayudará a demostrar al entrevistador que somos competentes en este ámbito es la percepción emocional, es decir, la capacidad que tengamos para leer las emociones de nuestro interlocutor, porque sólo así seremos capaces de adaptar o gestionar nuestras propias emociones y tener éxito", expone al profesor colaborador de la UOC.
Por su parte, Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, opina que "cada vez se ponen más en valor las habilidades blandas (soft skills) en los procesos de selección por competencias". "Sabemos que las competencias técnicas tienen que ir acompañadas de las emocionales para poder proporcionar un alto rendimiento. Por lo tanto, una entrevista de trabajo es un pequeño laboratorio para corroborar si la persona tiene la competencia emocional que su puesto de trabajo necesita".
Y no sólo los reclutadores valoran las competencias emocionales a la hora de seleccionar trabajadores para la empresa. Según un estudio, el 71% de los trabajadores valoran más la inteligencia emocional que el coeficiente intelectual.
El bienestar emocional, clave para el éxito profesional
Un trabajador con inteligencia emocional será una persona "empática" que sabrá "entender mejor las necesidades y las conductas de sus compañeros, clientes, proveedores, etc., explica Breso. Y no sólo eso, sino que también será "más competente a la hora de procesar información y tomar decisiones", tal como avalan los estudios hechos en el ámbito de las neurociencias. Cabero añade que "el bienestar emocional sustenta el alto rendimiento profesional, porque no es posible que el cerebro racional y creativo trabaje en alto rendimiento si emocionalmente no estamos bien".
"Un trabajador que sepa gestionar bien sus emociones y leer las de los otros percibirá beneficios interiores, sociales y laborales", apunta a la psicóloga. Los beneficios interiores se traducen en el hecho de que estará "motivado, disfrutará del día a día al trabajo y experimentará un estado del bienestar". Las ganancias sociales serán que aportará "positividad y serenidad, disfrutará del trabajo en equipo, será legitimado y bien recibido por los compañeros y, en caso que sea directivo, le será más fácil generar contagio emocional positivo". En el ámbito laboral, conseguirá "más concentración, más creatividad, más aceptación de los errores, una atención al cliente de más calidad y un rendimiento más alto", dice Cabero, experta que lidera, precisamente, un movimiento dedicado a la cultura emocional pública, un proyecto que se lleva a cabo dentro de la incubadora Hubbik de la UOC.
Desmotivación y dificultades para promocionarse
Por el contrario, a las personas a las cuales les falta esta competencia emocional les pueden pasar dos cosas: que les genere malestar con ellas mismas, con el riesgo de sufrir patologías laborales como el síndrome de agotamiento profesional o burn-out y la desmotivación laboral (consecuencia proximal), o que les provoque dificultades para promocionarse y para generar un clima de trabajo adecuado para maximizar el rendimiento de su equipo (consecuencia relacional), alerta Breso.
Cabero añade que el trabajador tendrá "dificultades para hacer frente interiormente a las adversidades y para mantener relaciones de equipo que sean nutritivas, respetuosas, constructivas y que impulsen el equipo a ser mejor". Además, "le costará ser legitimado y convertirse en un referente positivo" para los compañeros de trabajo, sobre todo cuando es la persona que tiene que liderar y coordinar un equipo.
Consejos para los directivos
La recomendación de Breso para los profesionales con empleados a su cargo es observarlos: "Hace falta mirarles a la cara y observar qué emociones muestran para poder adaptarse a lo que piden, y ser empático y asertivo". Para Cabero, es bueno que tengan conocimientos sobre emociones, cerebro, bienestar y neuroliderazgo, a la vez que les recomienda "la sensibilidad, la conciencia y la intención de comunicarse con ellos mismos y con el resto desde un lugar sereno, comprensivo y constructivo". La psicóloga apunta que tienen que prever "estrategias para el bienestar de los equipos y generar así climas emocionales que faciliten el alto rendimiento".
Para Cabero, las empresas tienen que incorporar la cultura emocional, que determina "las líneas estratégicas de cuidado de los equipos y de las personas, de generación de bienestar emocional y de construcción de espacios y dinámicas de equipo que multipliquen las competencias emocionales de sus profesionales". Según la psicóloga, se necesitan empresas "comprometidas con el crecimiento humano de las personas, porque la sostenibilidad de las organizaciones ya no tiene que ver sólo con resultados sostenibles, sino con el hecho de vivir de manera sostenible dentro de la organización", concluye.