La puerta está abierta. Son las seis de la tarde de una bochornoso día de verano y entramos en el Oops Barcelona, una casa señorial de la parte alta de la capital catalana donde se practica el intercambio sexual de parejas. Conocemos a Kyo y Kariel (sobrenombre que utilizan dentro del mundo swinger para conocer a otras parejas), clientes habituales del local, que nos esperan en el jardín de la casa, al lado de la piscina. Hechas las presentaciones, nos explican que la casa está cerrada al público y que está en reformas para reabrirla en breve después de la pandemia del coronavirus. Nos hacen un recorrido por el chalet de Sarrià y acabamos en el terrado, donde nos sentamos en unos bancos para hacer la entrevista ante unas vistas inmejorables de toda la ciudad. Al fondo, el mar.
Kyo (35) y Kariel (33) llevan juntos 14 años e inmersos en el mundo swinger 7, la mitad. "Todo empezó cuando él me explicó una experiencia sexual previa a nuestra relación que había tenido; un trío con dos chicas", explica Kariel. Una anécdota que le generó cierta curiosidad, creando un juego entre ellos que les llevó a buscar información sobre el mundo swinger, un mundo absolutamente desconocido por los dos. "Descubrimos una página web, nos creamos los sobrenombres, vimos que existían locales y nos tiramos de cabeza a la piscina".
Los sobrenombres les son necesarios para darse a conocer a través de las redes sociales y para utilizarlos en estas páginas web. En su caso, lo tuvieron bastante claro. "Kyo es el nombre de un personaje de un videojuego". ¿Y Kariel? "Queríamos encontrar un logotipo que fuera de dos letras y a mí me gustaba Ariel, de la sirenita. De aquí Kaka, el logotipo que utilizamos", explica ella.
Al principio nunca iban solos a los clubs, les daba respeto, miedo, dicen. "No sé por qué, teníamos miedo de que nos raptaran o nos robaran", explican los dos entre risas. Por eso preferían ir acompañados de otras parejas con quienes previamente habían establecido un contacto.
Kariel: "Todo aquello que es desconocido genera respeto, miedo"
Kyo y Kariel recuerdan ahora como en sus inicios utilizaban el Messenger para hablar y conversar con otras parejas que habían conocido a través de las páginas web swingers, donde se intercambiaban imágenes y establecían un primer contacto. "El primer día que vinimos a un club nos trajo una pareja con la que hacía tiempo que hablábamos. Era un día entre semana, el local estaba vacío y había muy poca gente, hecho que nos fue bien para entrar en este mundo poco a poco". La pareja asegura que el feeling que se tiene que crear entre los cuatro es muy importante, y recuerdan satisfechos la comodidad con la que se incorporaron dentro de lo que denominan el mundillo.
La pareja deja claro que son swingers, que a diferencia del concepto liberal —que tienen la libertad de ir a su aire, solos—, estos siempre se mantienen juntos, en pareja. Un hecho que les ha llevado a conocer a mucha gente y a hacer muy buenos amigos.
"Cuando empiezas es importante establecer unas normas y hablar mucho. Ser consciente de lo que tu pareja está dispuesta a hacer y de lo que está dispuesta a que tú hagas. Una cosa es jugar con el morbo y la otra, verlo en directo y llevarlo a la práctica", dice Kyo. Al principio sus normas eran no hacer intercambios completos, dejar de lado la penetración y estar siempre juntos. Con el tiempo, aseguran haberse relajado y haber aumentado la confianza mutua. "Ahora ya no tenemos unas normas fijadas porque nos conocemos mucho y con una mirada ya sabes cómo está el otro y si se siente cómodo o tenemos que poner el freno".
¿Qué se puede hacer en un club 'swinger'?
En los clubs swingers la libertad a la hora de establecer contactos y relaciones es libre siempre y cuando prevalezca el respeto y estén de acuerdo todas las partes involucradas. En estos locales hay espacios destinados al baile, discotecas, zonas con sofás y mesas para tomar algo, una zona exterior ajardinada —en el Oops hay incluso una piscina— y otros rincones adecuados con camas y juegos varios para hacer intercambios sexuales u orgías.
En muchos casos, se relaciona el hecho de ir a clubs swinger con tener relaciones sexuales, pero no siempre es así. "A veces vamos a clubs y otras, quedamos fuera con amigos que hemos conocido aquí, y no tiene por qué pasar nada, o sí... Nosotros decimos que en el mundo swinger haces amigos diagonales, que son tanto para hacer cosas verticales normales como para hacer cosas horizontales en la cama". Tal como asegura la pareja, ir a las fiestas de los clubs suele salir caro, "entre la cena previa, las copas, los disfraces —porque a veces hay fiestas temáticas—, el presupuesto se dispara un poco". La pareja reconoce que cuando van a un club swinger, entre una y dos veces al mes, les gusta jugar, alimentar el morbo y, al llegar a casa, es cuando aseguran pasarlo mejor. "Al salir de aquí echamos el mejor polvo de la noche en casa, comentando la jugada entre nosotros y recordando el juego. Lo mejor por nosotros es revivirlo juntos".
Miradas, complicidades y flirteo
Uno de los momentos más esperados cuando se frecuenta un local como este, es el de dar el paso de conocer a otras parejas. Sin embargo, ¿cómo se liga entre cuatro o más personas? "Aquí se liga de formas muy diferentes, con miradas, bailando, buscando complicidades. Ligamos de formas no tan agresivas como en las discotecas, donde hemos dejado de ir porque ya no nos gustan. Hay mucho más respeto en un local swinger que en cualquier otra discoteca", apunta Kyo. "En este mundo, si tú dices no, es no, a diferencia de cualquier otra discoteca donde los chicos vienen, te tocan y te insisten toda la noche sin entender que no estás interesada", apunta Kariel.
¿Está mal visto practicar el intercambio de parejas?
¿Lo sabe el entorno, que practicáis el intercambio de parejas? (Se miran mutuamente y sonríen). "La familia no lo sabe. Mi hermana sí, por pesada (ríe), tenemos mucho contacto y al final ya no sabíamos qué inventarnos. Su reacción fue muy buena, es joven y no hubo ningún problema", dice Kyo. "Mis padres tampoco lo saben. Son más cerrados en este aspecto y tampoco veo por qué explicárselo, no tenemos ninguna necesidad", apunta Kariel. Con respecto a los amigos, algunos lo saben y otros no. Kariel recuerda que se lo explicó a una compañera de trabajo y su reacción fue sorprendente: "¡Me llegó a preguntar si se me meaban encima! No tiene nada que ver practicar el intercambio de parejas con guarradas u otros fetiches, todos respetables, pero no es el caso. Mucha gente asocia que en el aspecto sexual se mezcla todo, y que una vez entras, se tiene que hacer y probar todo. Y no, son cosas que no tienen nada que ver".
Después de siete años practicando intercambios, les preguntamos sobre anécdotas, y nos aseguran que tienen unas cuantas para explicar. "Lo peor que nos ha pasado fue conocer a una pareja que nos engañó con las fotos. ¡Nos enviaron imágenes de ellos de hacía 10 años mínimo! Claro, en este mundillo es importante no mentir en eso, porque el contacto, tarde o temprano, se acabará produciendo". "También nos ha pasado de encontrarnos a algún amigo en estas páginas web swingers y decir; ¿y ahora qué hacemos? Sabemos quién eres, pero tú no sabes quiénes somos nosotros porque no mostramos la cara en las fotos. Al final fuimos de cara y le dijimos quiénes éramos".
Otros, dicen, se aprovechan de la soltería, y muchos chicos utilizan el mundo swinger para ver qué pueden pescar. "Nos hemos encontrado en varias ocasiones a chicos sin pareja que nos han dicho; 'os admiro mucho, porque yo no sería capaz de tener pareja y compartirla con nadie'. Para él esto era una alabanza y para nosotros fue sinónimo de cortar la relación y fuera. Si no entiendes nuestra mentalidad, ¿para qué te apuntas?".
"Una de las cosas sorprendentes con la que nos hemos encontrado fue una pareja en que el chico podía hacer de todo pero la chica no. Ser swinger implica que tanto el chico como la chica puedan hacer lo mismo, según nuestra forma de verlo". La pareja reconoce que cada cual es libre de establecer sus propias normas, pero que algunas no las comparten y por lo tanto, difícilmente habrá entendimiento entre ellos.
El machismo en el mundo 'swinger'
A diferencia de lo que se pueda pensar, las muestras de machismo también estánpresentes en un mundo donde, aparentemente, parecerían predominar personas con mentes y caracteres más abiertos. "Nos hemos encontrado con parejas en las que jugando, el hombre dice: 'Cuidado, que se están juntando mucho' o 'me está tocando', refiriéndose a otro hombre, eso corta el rollo completamente", exclama Kyo, que asegura que no le atraen los hombres pero que no por eso tendrá ningún problema. "Pasa más con los chicos que con las chicas. Las chicas juegan mucho más entre ellas y está más aceptado y normalizado".
Kyo: "Las chicas juegan mucho más entre ellas y está más aceptado y normalizado que en el caso de los chicos"
Kariel explica que conocen parejas que en las descripciones de las páginas web swinger han tenido que quitar la etiqueta que el hombre es bisexual, porque viendo eso muchas otras parejas no querían quedar. "Es curioso, porque es un mundo muy abierto para algunas cosas, pero a la vez, muy cerrado para otras", coinciden.
Kyo y Kariel dicen que si han llegado hasta aquí, ha sido gracias a la confianza y el diálogo constante, pactando unas normas entre los dos que les ha permitido mantener en perfecto estado su relación. "Hay parejas que entran en el mundo swinger para arreglar sus problemas y es un error. En este mundo te tienes que adentrar si estás bien. Aquí no se arreglan los problemas que tienes en casa, al contrario", expone la pareja, que explican haber presenciado algunas discusiones desagradables.
"Hay parejas que entran en el mundo swinger para arreglar sus problemas y es un error"
Nos levantamos, y contemplando las vistas de Barcelona, nos dejan claro que ellos nos han explicado su experiencia, que puede ser o no compartida con otras parejas o personas swingers. "Hemos leído muchas entrevistas donde otras parejas explican su visión como si esta fuera la única, pero no existe ningún manual swinger. Cada pareja o cada persona vive este mundo a su manera, con sus normas y con sus reglas. Lo importante es que ambos estén de acuerdo y los dos se sientan cómodos. Y esta que os hemos explicado, es la nuestra".
Una experiencia que desgraciadamente tienen que explicar desde el anonimato, porque prácticas como esta a día de hoy todavía son un tabú para muchos sectores de nuestra sociedad.