La justicia investiga agresiones sexuales a menores en el seno de la Iglesia Evangélica Samaria de Terrassa (Vallès Occidental) desde hace al menos veinte años, tal como ha adelantado este jueves el Tot es mou de TV3. Las indagaciones se han iniciado en el juzgado de instrucción 4 de la cocapital vallesana a raíz de la denuncia de dos víctimas, que habrían sufrido "violaciones, tocamientos y felaciones", según relata la denuncia. La denuncia se dirige contra dos miembros de la comunidad: uno de ellos, de iniciales A.A.P., era el responsable y monitor encargado de las actuaciones artísticas de la congregación en el momento de los hechos, mientras que el otro, de iniciales J.P., era un miembro de la comunidad menor de edad cuando habría perpetrado las agresiones.
Un denunciante relata que los abusos se produjeron desde 2004, cuando la víctima tenía 8 años, y hasta que cumplió 16. La segunda víctima denuncia abusos entre 2013 y 2019. La abogada que lleva el caso, Mònica Santiago (Vosseler Advocats), ha explicado que aparte de las agresiones, por las que se acusa a los presuntos autores de delitos contra la libertad sexual, ha habido también manipulación psicológica por parte de la comunidad, con la intención de ocultar los hechos. La comunidad se disgregó en 2022 y ha sido sustituida por otra en el mismo sitio "con algunos miembros del mismo equipo", según el equipo legal de los denunciantes.
Según relata la denuncia, el monitor de la Iglesia Samaria "aprovechaba su posición para llevar jóvenes a su domicilio particular, donde los obligaba a realizar actos sexuales con la amenaza de expulsarlos de la comunidad si lo delataban, y acusarlos de que era el menor el agresor". Uno de los denunciados habría sufrido abusos cuando tenía 15 años y decidió no denunciarlo entonces por "miedo" a ser expulsado. La otra víctima era un niño de solo 8 años que "fue violado en repetidas ocasiones por otro menor que vivía en la congregación". Cuando la víctima cumplió 15 años, pasó a formar parte del grupo de actuaciones artísticas de la comunidad y habría vuelto a sufrir agresiones sexuales por parte del monitor.
En ambos casos, las víctimas acabaron contando su caso a otros miembros de la congregación, pero según consta en la denuncia que se ha presentado, la comunidad lo intentó "ocultar" y "permitió que el agresor siguiera como responsable y monitor de la congregación". El pastor de la comunidad en ese momento, José García, ha explicado en declaraciones a El Periódico que en ningún caso se encubrieron agresiones y que al conocer que un acusado "se había sobrepasado con los niños", fue expulsado. Con todo, afirman ser conocedores de los hechos denunciados porque las víctimas se lo habían contado años después.
Otra iglesia evangélica actúa como acusación popular
Por otra parte, otra comunidad evangélica del municipio, la Iglesia Evangélica Unida de Terrassa, ha condenado los hechos a través de un comunicado y ha decidido ejercer la acusación popular en este caso. "No representan a la comunidad protestante de Terrassa. Nuestra Iglesia siempre ha trabajado para promover el respeto, la justicia y el cuidado de las personas", reza el texto emitido ad hoc.